ECONOMíA

Con menos dinamismo, la industria sigue creciendo

Las incertidumbres del segundo trimestre le pusieron un freno temporal al acelerado ritmo de crecimiento industrial observado hasta los primeros meses del año. También sube el empleo industrial.

 Por Claudio Scaletta

La industria continuó creciendo durante el segundo trimestre de 2004 por encima del promedio de la economía, pero ya no lo hace a los altos niveles de 2003. De acuerdo con el adelanto del Estimador Mensual Industrial, EMI, difundido ayer por el Indec, en junio la suba fue del 0,8 por ciento. La fuerte expansión interanual se mantiene. En junio fue del 11,5 por ciento. Sin embargo, durante con el segundo trimestre, en relación con el primero, la industria muestra una caída del 1,3 por ciento. El freno responde principalmente a tres incertidumbres cruzadas, la provocada por la crisis energética, la evolución del real brasileño y la posible alza de la tasa de interés internacional. Las tres variables se hallan hoy estabilizadas y no se espera que generen problemas en los próximos meses, por lo que la industrialización sustitutiva se mantendrá. La clave sigue siendo el tipo de cambio alto, que asegura importantes niveles de rentabilidad.
El panorama del EMI se completa con los indicadores de ocupación industrial y de capacidad instalada, que son difundidos trimestralmente por el Indec y también fueron conocidos ayer. Ambos indicadores no mostraron en su crecimiento frenos similares a los del EMI.
El Indice de Obreros Ocupados (IOO) creció el 1,6 por ciento, con lo que lleva seis trimestres de suba consecutiva. Su nivel actual es exactamente el mismo que en el primer trimestre de 2001. Se encuentra en 79,6 puntos, con una base 100 que corresponde a 1997. Sin embargo, en la comparación interanual la suba se mantiene en 9,4 por ciento. Estos datos de ocupación se complementan con los de horas trabajadas, que muestran un impresionante crecimiento del 7,3 por ciento en el último trimestre y 10 por ciento interanual.
Por último, siempre en relación con la participación de la fuerza de trabajo en el proceso industrial, el Indice de Salarios por Obrero continúa mostrando un comportamiento positivo. Creció el 1,6 por ciento en el trimestre último, pero 30,8 por ciento en la comparación interanual. Esta situación responde al fuerte impacto que sobre los salarios bajos tuvieron los aumentos de suma fija dispuestos por el Gobierno. El indicador con base 100 en 1997 se encuentra actualmente en 150,5, pero no debe llevar a falsas proyecciones, ya que está construido en pesos, lo que significa que los salarios se recuperaron por debajo de la evolución de la inflación.
La utilización de la capacidad instalada, en tanto, mantiene un crecimiento constante desde el piso del 48,2 por ciento registrado en enero de 2002, cuando el indicador comenzó a ser relevado. A fines de dicho año ya había llegado al 60 por ciento, para saltar al 66,6 en diciembre de 2003. En junio pasado se ubicó en el 70,6 por ciento, con un sesgo hacia abajo introducido por el nivel de utilización significativamente bajo que registra el sector automotor. La industria automotriz, como consecuencia de la sobreinversión de los ‘90 y de estrategias de integración regional que a la postre se mostraron inadecuadas, utiliza apenas el 35,6 por ciento, aunque llegó a estar casi paralizada en el 6,8 por ciento.
Si bien para un análisis más acabado correspondería hacer el desglose sectorial, con lo expuesto ya se obtiene el mapa del nuevo proceso de industrialización sustitutiva post devaluación. Luego de pegar un salto de salida de pozo, la industria continúa creciendo utilizando capacidad instalada que había quedado ociosa durante la crisis. En muchos casos, se trata de maquinaria con obsolescencia relativa en comparación con estándares internacionales. Esto significa un crecimiento en un marco de regresión técnica, donde la relación trabajo/capital crece más que el producto. Ello se refleja en el mayor crecimiento del empleo y de las horas trabajadas en relación con las cantidades producidas. Si se agrega que el salario evoluciona por debajo de la inflación, se obtiene que a la regresión técnica se suma la mayor explotación de la mano de obra, una ecuación que garantiza elevados niveles de rentabilidad empresaria, el dato sobre el que se asienta la expansión continua, aunque a distintas velocidades.
Un modelo como el insinuado tiene como límite técnico la capacidad instalada, que en muchos sectores se encuentra en niveles elevados, pero lejos todavía de transformarse en un factor limitante para seguir creciendo. Las únicas ramas que están en torno al 90 por ciento son las industrias metálicas básicas y la refinación de petróleo, las que tradicionalmente operaron en niveles altos. Por eso, si bien existen inversiones, son adicionales, no de plantas nuevas: más bien algunas ampliaciones y renovación de maquinaria. El dato inédito, si se compara con los ‘90, es que estas inversiones son financiadas con recursos propios, es decir, sin mayor intermediación del sector financiero.

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