ECONOMíA › LOS PRECIOS MAYORISTAS LE GANARON A LA DEVALUACION

Privilegio de los que dominan

¿La inflación está controlada? El año 2006 cierra con aumentos mayoristas del 72 por ciento en frutas, 57,6 por ciento en conductores eléctricos, 54,7 por ciento en hortalizas y legumbres y 33,8 por ciento en cereales y oleaginosas entre los productos nacionales. Llegan al 46,9 por ciento en minerales no ferrosos y al 29,4 en hierro y acero cuando se trata de productos importados. Aunque la suba del índice promedio mayorista resultó más baja que la de precios al consumidor (7,1 por ciento), la dispersión entre ambos escalones de la cadena de comercialización desde diciembre de 2001 a la fecha es marcadamente favorable a los mayoristas: 194,9 contra 91,3 por ciento. Para los analistas no alineados en el neoliberalismo, el comportamiento de los precios mayoristas tendría estrecha relación con las estructuras monopólicas de los mercados en los que se desempeñan.

“No hay un estudio puntual sobre la correlación entre el grado de concentración en los mercados y el comportamiento de los precios, pero no hay dudas de que en la cadena de valor el sector dominante fija precios para arriba y para abajo”, describió ayer, en forma coloquial, un funcionario del área económica. Dio ejemplos de ello: acero y carnes. En el primer sector, la industria siderúrgica dominante les impone condiciones tanto a los productores del mineral como a las firmas que reciben sus productos como insumo. En carnes pasa otro tanto con la industria frigorífica, que les fija el precio al productor y al carnicero. Como es lógico, las franjas que definen el reparto se quedan con la parte del león.

No son casos aislados: cemento, vidrio, envases de plástico y de cartón, medicamentos, manufacturas de tabaco, bebidas, varios rubros de alimentos (aceite, galletitas, lácteos, etc.), combustibles y alto número de renglones en el área de maquinarias y equipos cuentan con tres oferentes o menos. En buen número de los casos mencionados, los que controlan el mercado interno también exportan, que les brinda una herramienta adicional de presión sobre la plaza local cuando la demanda externa los favorece. Y si hay oferta importada en los mismos rubros, en más de un caso son los propios productores locales los que manejan su comercialización.

El dominio sobre sus respectivas cadenas productivas les otorga el rango de formadores de precios, que han utilizado sin reparos, tal cual señala la evolución de los índices. Desde diciembre de 2001 –antes de la devaluación– al último diciembre, los productos primarios aumentaron sus precios en un 302,5 por ciento. Es decir, que multiplicaron sus precios por cuatro, ganándole comódamente a la devaluación (el tipo de cambio “apenas” se triplicó) y pese a las tan denostadas retenciones, que los propios formadores de precios que multiplicaron por cuatro el valor de sus productos se atreven a calificar de “distorsivas”. El rubro Manufacturados y energía eléctrica, en tanto, observa un incremento del 168,1 por ciento en estos cinco años, 75 puntos arriba de la evolución de los minoristas. Según estimaciones oficiales, el 60 por ciento de la actividad económica está encadenada a estructuras bajo control monopólico en algún eslabón. El proceso de concentración que se aceleró en los ’90 no se detuvo en los últimos años, en los que siguieron las absorciones de empresas, las más de las veces en favor de capitales extranjeros. Cuando el fenómeno incide en los precios, como ahora se ve, también afecta la distribución del ingreso. Si el Estado no contrarresta el fenómeno, ¿quién podrá hacerlo?

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