ECONOMíA › FLEXIBILIZAR EL CORRALITO Y REACTIVAR, ATADOS A LA EVOLUCION DEL DOLAR

Hombre mirando a la casa de cambios

La semana clave para la suerte del gobierno de Duhalde empieza mirando a las pizarras. Si no se dispara el dólar, podrá dar alguna respuesta a los ahorristas y poner en movimientos fondos que apalanquen una reactivación. Si no, sólo le queda calzarse el traje de bombero.

 Por Raúl Dellatorre

Obligado por las circunstancias, el Gobierno prometió al comenzar el último fin de semana que flexibilizaría el corralito financiero. El problema es que no decidió cómo. El comportamiento del recién nacido mercado libre de cambios entre hoy y mañana dará la pauta de lo que el Gobierno pueda decidir hacer el miércoles o jueves. Un dólar a 1,50 peso allanará el camino para una moderada apertura de cuentas para que los ahorristas dispongan de algún efectivo. Si llega a dos pesos, se sellarán las puertas que ya hoy tienen doble candado. En un escenario intermedio, la flexibilización vendría por el lado de facilitar los pagos contra los saldos en cuentas atrapadas, pero sin que el que cobre pueda hacer retiros. No sólo las cacerolas hacen ruido en la cabeza de los funcionarios; también retumban los ecos de una pavorosa depresión a la que el Gobierno debe darle respuesta.
En el seno del equipo económico se analizan distintas alternativas, cada una de las cuales genera otras tantas dudas. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que además es economista y ha planteado sus propias propuestas en la materia, señaló ayer que las estrategias de flexibilización bajo estudio pretenden “instrumentar un programa monetario que permita ir introduciendo circulante a los efectos de reactivar la actividad económica a corto plazo, dentro de un programa razonable”.
El comportamiento del mercado libre de cambios es una de las claves centrales que el equipo económico seguirá con atención entre lunes y martes. La razón es que son pocos los que estén convencidos que la relativa “tranquilidad” del viernes último, día del debut del dólar libre, pueda ser tomada como una pauta estable. Ese día, las casas de cambio recibieron más público dispuesto a vender sus divisas que aquel otro ansioso por hacerse de “verdes”. La explicación, práctica más que técnica, es que la gente común que había logrado obtener dólares de los bancos a un peso (o los había comprado en el “paralelo” a 1,20 o 1,30), los retuvo postergando pagos y consumos, pero el viernes salió a venderlos ante la necesidad de efectivo. Si ello es así, hoy y mañana no se repetiría esa tendencia vendedora en los mostradores.
Esta interpretación alienta el temor de quienes piensan que el dólar podría dispararse, o al menos subir unos escalones, durante esta semana por acción de los especuladores. Por ello, facilitar el acceso a una porción de los pesos encerrados en el corralito podría significar una demanda adicional de dólares por parte del público. Pero, por otra parte, en el gobierno son conscientes del doble riesgo que implica mantener cerradas todas las puertas y ventanas del corralito: una es que mantiene deprimida la economía, porque impide que los titulares de los ahorros vuelquen ese dinero al consumo; y el otro es que sigue recalentando el humor de la gente y es una convocatoria a los temibles y, por lo visto, desestabilizadores cacerolazos.
“El interrogante a responder es qué hará la gente con el dinero en la mano: si lo va a volcar al consumo o a comprar dólares”, sentenció con lógica pura un banquero de primera línea consultado ayer por Página/12, pero sin responder al intríngulis. En cambio, sugirió algunas líneas de acción que estarían en sintonía con el concepto de flexibilización que maneja el Gobierno:
- Hay que empezar a manejar la idea de dos sistemas financieros paralelos. Uno, el viejo, encerrado en el corralito, que requeriría darle movilidad a los fondos dentro del mismo y sólo en forma muy limitada (casi marginal) permitir el retiro de dinero en efectivo. El nuevo sistema es el que se conformaría con nuevos depósitos o ahorros, y el dinero que las empresas ingresen del exterior. Hoy por hoy, este segundo sistema es casi una utopía.
- La flexibilización vendría de la mano de permitir el uso de los fondos depositados como medio de pago a sus titulares. Es decir, permitir sutransferencia a los vendedores (de departamentos, autos, electrodomésticos o lo que fuera), que a su vez sólo podrían utilizarlo para otros pagos, pero no podrían retirarlo del sistema. Ello le imprimiría movimiento a la economía y sería una palanca para salir de la depresión.
- Este mecanismo, similar al que intentó ponerse en práctica durante diciembre, cuando se alentó el uso de la tarjeta de débito como medio de pago, tiene el “mérito” de preservar al sistema globalmente, pero no impide la transferencia de fondos entre entidades (pagos desde las cuentas de las que se suponen más débiles y depósitos en las que se creen más fuertes). Fue justamente por esta razón que, en determinado momento, se congeló el traspaso de fondos entre entidades. Ahora se medita si la preservación de algunas justifica clausurar toda salida de la actual inmovilidad. En su entrevista con Página/12, Eduardo Duhalde admitió la posibilidad de “la caída de un par de bancos”, lo que sugiere que esta forma de apertura limitada del corralito está en estudio.
- A futuro, el sistema financiero “viejo” o encerrado en el corralito se iría agotando a medida que quienes tienen créditos lo cancelen con los depósitos que le transfieran otros. “Los activos y pasivos del sistema se cancelarían así simultáneamente”, sugirió el banquero como hipótesis.
- El “nuevo” sistema financiero surgiría de las futuras colocaciones de los ahorristas y el retorno de fondos del exterior por parte de empresas que los necesitan para mantener el giro de sus negocios. Por ejemplo, para el pago de sueldos de firmas que mantienen un buen nivel de actividad. De por sí, se trata de casos excepcionales, aunque de un nivel de operaciones significativo.
Otorgarles a los depósitos enclaustrados una amplia movilidad significa, de todos modos, un riesgo colateral de transferencia a dólares. Por ejemplo, si a los depositantes se les otorga una “cuponera” o certificados transferibles que hagan las veces de cheques diferidos, ¿no existe el riesgo de que se genere un mercado secundario de divisas, que le venda los dólares a un tipo de cambio sustancialmente superior (o con un alto descuento sobre el valor del certificado) al del mercado de efectivo? Dudas como ésta son las que demoran una definición.
Para los ansiosos titulares de cajas de ahorro y plazos fijos, sin embargo, no parece una respuesta suficiente, ya que al menos en parte reclaman disponibilidad en efectivo. Varias alternativas se echaron a rodar en los últimos días, pero llega el momento de ponerlas en práctica. Y ahí resurgen los temores. ¿Cuánto efectivo puede “soltar” el sistema sin quebrar? ¿Tiene sentido liberar, por ejemplo, 2000 millones de pesos (1430 millones de dólares, al cambio oficial) que podrían ser demanda adicional de divisas, cuando no es mucho más el stock de intervención del Banco Central para evitar una corrida? Las respuestas surgirán del comportamiento del mercado cambiario en estas dos primeras jornadas de la semana, cuyo correlato es el siguiente:
- Si el dólar se vendiera a 1,50 peso o poco más de ese valor, se podrá considerar que el mercado está estabilizado sin presión compradora. Por lo tanto, el Gobierno podría confiar en que una liberación paulatina, y muy monitoreada, de fondos del corralito tendería a volcarse al consumo y no a la compra de divisas. En ese caso, habrá novedades favorables para los ahorristas.
- Si las pizarras marcan un valor de venta en torno de 1,80 peso por “verde”, sería una luz amarilla para las autoridades económicas. Indicaría que subsisten presiones especulativas, y la inyección de liquidez al mercado vía liberación de fondos del corralito podría desatar nueva demanda de dólares. En este caso, la flexibilización podría seguir demorándose o ser muy puntual y limitadísima.
u Si el dólar pica por arriba de los dos pesos, no habrá flexibilización, probablemente ni siquiera para el movimiento entre cuentas ni pagos con fondos cautivos. No sólo porque se interpretará que la plaza cambiaria estaría “muy demandada”, sino porque las expectativas indicarán que seestá ante una “explosión” del dólar en la que los 2 pesos podrían ser, apenas, una estación de paso.

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Jorge Remes Lenicov. El ministro de Economía se encerró a estudiar alternativas y espiar las pizarras.
 
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