ECONOMíA › EL DOLAR SIGUE BAJANDO: CERRO A 3,61 PESOS. MAS COMPRAS DEL BCRA

Verde que por ahora no convoca multitudes

En un mercado cambiario con una estabilidad que ni el más optimista de los financistas esperaba, la cotización del dólar continúa retrocediendo. Incluso las operaciones a futuro muestran una expectativa de tranquilidad. El Banco Central, en tanto, sigue sumando reservas. Crecen los depósitos.

El dólar sigue hacia abajo. El oficial retrocedió ayer otros dos centavos y quedó en 3,47 pesos para la compra y 3,55 para la venta. El libre, en tanto, cayó tres centavos, a 3,55 y 3,61 pesos, respectivamente. El mayorista se deprimió dos centavos, a 3,58 pesos. En este marco de calma financiera, el Banco Central volvió a embolsar dólares –esta vez 30 millones–, y en lo que va del mes lleva ganados 416 millones de dólares. El “veranito” se completa con una baja de las tasas de interés en las colocaciones de las Letras del Banco Central, que sirven de referencia para el resto de la economía.
Después de alcanzar un máximo de 4 pesos en la última semana de junio, el dólar se estabilizó en torno de los 3,70. Pero desde el lunes mostró un retroceso de cinco centavos, de 3,66 a 3,61 pesos. Y pudo haber bajado más si no hubiese sido por el Banco Central, que privilegió la compra de dólares a un descenso en la cotización de la divisa.
La calma en el mercado se refleja en el freno de la inflación. Y, desde el costado financiero, en la baja del dólar futuro. Para fines de mes, los financistas aguardan un dólar de 3,63. Y de 3,76 pesos para el último día de septiembre, lo que implica una caída de diez centavos respecto de los valores de la semana pasada.
En la city vinculan la baja del dólar a dos factores: las fuertes liquidaciones de divisas por parte de los exportadores en el Banco Central y la mejora en la liquidez de los bancos. En agosto, los depósitos del sector privado ya crecieron unos 400 millones de pesos, gracias a una expansión de los plazos fijos de 700 millones que más que compensaron la caída de colocaciones del corralito. Por el lado de los exportadores, ayer liquidaron 60 millones de dólares, y fuentes de la city calculan que aún restarían por venderse entre 4 mil y 4400 millones de dólares en granos que los exportadores retienen en los silos. En este contexto, se entiende la calma.
Pero algunos financistas sospechan que el “veranito” no durará mucho. Alegan que éste se basa en un hecho estacional (la mayor oferta de divisas) y otro claramente negativo: la fuerte contracción económica, que retrae la demanda de dólares. De hecho, las importaciones están cayendo un 70 por ciento respecto del año pasado.
Otro factor negativo hacia el mediano plazo tiene que ver con los vencimientos de deuda con los organismos internacionales. El año que viene habrá que pagar 10.500 millones de dólares (9481 millones de capital y otros 1012 millones en concepto de intereses). Estos datos pintan un panorama claramente oscuro para el próximo gobierno, si es que antes no se logra un acuerdo con el Fondo. Y podría empeorar en caso de que Eduardo Duhalde sólo consiga una postergación de los pagos de este año en lugar de un acuerdo global. En ese caso no haría más que empeorar las perspectivas del 2003. Encima, en la city sobrevuela la amenaza de los banqueros de no cumplir con la devolución de los depósitos reprogramados que empiezan a vencer el año que viene. En el 2003, los ahorristas deberían recibir 17 mil millones de pesos que quedaron reprogramados en el corralón. Los bancos ya advirtieron que no dispondrán de liquidez para devolver esos depósitos. Y quieren que el Banco Central re-reprograme los vencimientos o bien que el Estado se haga cargo. En el microcentro aseveran que esos 17 mil millones se destinarán a la compra de dólares, presionando sobre el tipo de cambio.
La incertidumbre que rodea el mediano plazo se verifica en el mercado de futuros. Para fines de febrero, el dólar cotizaría a 4,60 pesos. Y a 6,10 para dentro de un año, lo que implicaría un shock inflacionario. Por afuera de cualquier pronóstico, hay quienes piden un aprovechamiento de la paz financiera para regenerar la confianza y el crédito doméstico. Sería un camino para empezar a remontar la peor crisis de la historia.

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Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, se reunió ayer con Roberto Lavagna.
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