ECONOMíA › DEL ENCANTAMIENTO A LA DESATENCION DE LOS AFILIADOS

Abusos para todos los gustos

 Por Claudio Scaletta

Desafiliaciones de usuarios antieconómicos, retaceo de la oferta médica, firmas de pagarés previos a las internaciones, subas de las cuotas muy por encima del aumento de ingresos, menores reintegros por los medicamentos, desatención de prestaciones tanto básicas como complejas, abandono de enfermos terminales son apenas una muestra de las quejas de los usuarios de la medicina prepaga. Al igual que en muchos sectores de la economía, la dura realidad resquebraja el encantamiento por lo privado que tuvo su auge en los noventa.
Durante el apogeo de la cultura privatizadora, la ficción monetaria y el transitorio bienestar de los sectores medios de la población se sumaron al progresivo deterioro de la salud pública. La alternativa parecía caer por su propio peso. Frente al abandono del Estado de las tareas que correspondían incluso a su rol esencial, como por ejemplo la atención de la salud, las franjas medias y altas comenzaron a contratar los servicios de las empresas de medicina prepaga. Pero al igual que en muchos sectores de la economía, el atractivo por lo privado no tardó en mostrar sus limitaciones, cuando no sus graves deficiencias. Muchos consumidores que fueron seducidos por la oferta de hotelería 5 estrellas comenzaron a descubrir las opacidades veladas por el marketing.
En el segundo lustro de los 90, tras la reelección de Carlos Menem, las prepagas intentaron ir por todo. El reclamo era la completa desregulación de las obras sociales. Ya en épocas de la Alianza, a través de un decreto presidencial, se habilitó un híbrido que permitía a las prepagas gerenciar los sistemas de salud sindicales, mientras que se permitía a los trabajadores migrar de los servicios de sus gremios de origen. Por entonces proliferaron las obras sociales de las más variadas actividades que ofrecían el sello de las empresas de salud más renombradas. Muchos trabajadores respondieron a los cantos de sirena. El objetivo de las prepagas era quedarse con la crema del negocio, los trabajadores con las remuneraciones más altas. Pero el intento falló debido a la generalización del Programa Médico Obligatorio (PMO), cuya cobertura demostró no ser negocio para los privados. Sobre todo cuando debía prestarse cualquiera sea el nivel de ingreso de los trabajadores.
Finalmente, los afiliados al sistema privado no tardaron en padecer algunas sorpresas. Sobre todo cuando los precios relativos de la economía cambiaron y muchos usuarios se empobrecieron. Entre los excesos y abusos más denunciadas se destacan:
- Aumento sorpresivo de cuotas, cuando deberían avisar con 30 días de anticipación. Desde la devaluación las subas en las cuotas llegan al 40 por ciento.
- Baja unilateral en el porcentaje de cobertura del precio de los medicamentos.
- Falta de cobertura de los servicios básicos establecidos en el PMO, el que, por ley, está por encima de los contratos suscriptos entre las empresas y los afiliados.
- Falta de cobertura en medicina de alta complejidad. Los casos más denunciados se vinculan a operaciones cardiovasculares, rehabilitaciones, tratamientos oncológicos y operaciones en el exterior.
- Retaceo de la oferta médica para desalentar su consumo. Esto se materializa a través de demoras en los turnos de consulta y tiempos de espera excesivos para las atenciones.
- Desafiliaciones unilaterales. Se han presentado denuncias de usuarios en situaciones de riesgo y con sus pagos al día que fueron desafiliados por “antieconómicos”.
- Solicitud de firmar pagarés para la cobertura de determinados servicios.
- Negación de la atención de afecciones y enfermedades que las empresas consideran “preexistentes” al momento de la afiliación.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
  • Abusos para todos los gustos
    Por Claudio Scaletta
  • Claves
 
ECONOMíA
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.