ECONOMíA › UN ECONOMISTA DE LA MEDITERRANEA EVALUA EL IMPACTO DE LA CRISIS

Si hay recesión en Brasil, agárrense

 Por Cledis Candelaresi

Desde el Ieeral, brazo académico de la Fundación Mediterránea, el investigador Gabriel Casaburi objeta la salida de la convertibilidad sin un plan que atenuara los costos. Ahora, con la economía implosionada y un tipo de cambio “de pánico”, la devaluación de Uruguay tiene poco impacto, mientras que la recesión de Brasil puede ser letal.
–¿Argentina corre el riesgo de perder posiciones en el mercado internacional porque los productos uruguayos son más competitivos?
–Nuestra estructura exportadora pampeana es calco de la uruguaya, salvo que en ésta tiene más peso relativo la ganadería. Pero Uruguay no tiene el mismo overshooting que Argentina: el nuestro es un tipo de cambio de pánico, empeorado por una serie de medidas de política económica. Da la impresión de que en Uruguay la devaluación será muchísimo más controlada y difícilmente llegue a tener un tipo de cambio como el nuestro o más depreciado. Por lo tanto, sus productos no serán más competitivos. Además, ninguno es formador de precios.
–¿Y cuál es el impacto que puede tener la flotación cambiaria uruguaya?
–Por la negativa, diría que fortalece la imagen de deterioro de la región, a la que ningún inversor quiere mirar.
–¿La insistencia del Fondo Monetario Internacional por el tipo de cambio flotante es una cuestión principista o responde a la perversa estrategia de abaratar activos en la región?
–Yo desconfío de las teorías conspirativas, a la que tenemos adhesión los latinos. El mundo es mucho más aleatorio y en este caso la explicación es más sencilla: en el pasado, el FMI prestó mucho dinero a países que lo dilapidaron para sostener un tipo de cambio que finalmente se derrumbó. Y fue muy criticado por eso. Ocurrió en Rusia o en Brasil, a quien puso un límite en la cantidad de recursos del préstamo que pudo utilizar para defender su moneda. La estrategia con Uruguay fue que deje flotar el dólar a partir de la situación de relativa fortaleza que le daría un préstamo. Respecto de la Argentina, teme que el dinero se utilice para financiar la fuga de capitales y que termine igualmente depreciado el tipo de cambio.
–¿Cuál cree que fue el mayor error argentino: salir de la convertibilidad o dejar flotar el tipo de cambio?
–Lo que hace Uruguay ahora es parecido a lo que podría haber sido una salida ordenada de la convertibilidad. Las bandas daban un orden, un techo, que se le hizo insostenible en la medida que sus vecinos devaluaron, en particular la Argentina. La convertibilidad deparó ventajas en un montón de áreas pero no era una panacea. A fin del 2001, sostenerla imponía un costo alto. Claro que la realidad demuestra que fue mucho mayor el de salir, sin una estrategia de control de daño. No la hubo. Tal vez por incompetencia técnica y política.
–¿Y por el lobby de empresas beneficiadas con la devaluación...?
–Y.., por supuesto. Por las presiones del sector privado, que creo que hizo mal el cálculo: muchas empresas concluirán que el beneficio de tener una deuda licuada se diluyó por el hecho de que la economía implosionó.
–¿Brasil es más peligroso por el eventual default o por las fluctuaciones cambiarias?
–El mayor riesgo viene por el lado real. En la relación comercial, el tipo de cambio relativo nunca pesó tanto como el nivel de actividad. Cuando Argentina estaba en pleno boom y Brasil muy mal con el real, teníamos un déficit monumental porque comprábamos todo lo que venía. Cuando vino el Tequila y ellos estaban en plena expansión de consumo, le vendimos de todo. Hasta ahí el Mercosur andaba sobre ruedas. El problema es que luego empezó la recesión en los dos lados y ninguno quiso aguantarse el superávit del otro. La actual situación de Brasil es una mala noticia.
–¿Puede preverse la estrategia de los Estados Unidos en este sentido?
–Por ahora, viene triunfando la posición más dura, de los halcones, que quieren disciplinar a la Argentina retaceándole la ayuda hasta un plan “sustentable”. Pero los cimbronazos de Brasil darán más oxígeno a la visión del Departamento de Estado, bastante más flexible.
–¿Pero qué podría significar una debacle total de la región para los Estados Unidos?
–No se sabe. El principal problema es la incertidumbre, básicamente política. Siempre se dijo que el problema de la Argentina es que tiene poca capacidad de hacer daño, por eso no representa un problema estratégico importante. Somos relativamente insignificantes en el mundo.

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