EL MUNDO › DESBARATAN UNA CELULA TERRORISTA Y CONDENAN A DOS ALIADOS DE AL-QAIDA

El FBI entró en plena campaña electoral

Mientras el país empezaba a enfocar su atención en las legislativas del 5, el presidente George W. Bush pudo revitalizar su imagen de la guerra antiterrorista con la captura de cuatro presuntos terroristas y la condena de otros dos.

Fue un día de gloria para la cruzada antiterrorista de Estados Unidos. “Hemos neutralizado una célula terrorista en nuestro territorio, hemos declarado culpable a alguien que intentó perpetrar un atentado suicida; y un estadounidense comprometido (con los palestinos), entrenado y capturado en una violenta Guerra Santa fue condenado”, fue el modo triunfal en que el secretario de Justicia John Ashcroft resumió los acontecimientos de ayer. Y no exageró, porque además del descubrimiento de la nueva célula ayer fue el día en que condenaron al talibán estadounidense John Walker Lindh a 20 años de prisión sin posibilidad de apelación y en que el británico Richard Reid se confesó orgullosamente culpable de haber tratado de volar un avión en medio del Atlántico. Estas son muy buenas noticias para la administración Bush, que enfrenta elecciones legislativas el 5 de noviembre y que está tratando de desviar las malas noticias económicas (ver pág. 20) con sus ruidos de guerra hacia Irak (ver nota en esta página).
“Las brigadas antiterroristas de Portland y Detroit arrestaron a miembros de una célula presuntamente terrorista, acusados de haber conspirado para unirse a la red Al-Qaida y a las fuerzas de los talibanes que combatieron contra Estados Unidos y sus aliados en Afganistán”, dijo Ashcroft en una conferencia de prensa con el director del FBI, Robert Mueller. De acuerdo a Ashcroft, la célula tenía seis miembros, cuatro de los cuales fueron arrestados; los otros dos están fugados con paradero desconocido en el extranjero. Cinco de los sospechosos son ciudadanos estadounidenses y uno de ellos recibió entrenamiento militar en el ejército norteamericano. Los sospechosos son cinco hombres –Jeffrey Leon Battle, Patrice Lumumba Ford, Ahmed Ibrahim Bilal, Muhammed Ibrahim Bilal y Habis Absulá el Saub–, y una mujer, October Martinique Lewis, ex esposa de Battle, un ex soldado estadounidense. Según el acta de acusación, los sospechosos se procuraron armas tras los atentados del 11 de setiembre y comenzaron a entrenarse para la guerra santa. Cinco de ellos habían comprado pasajes de avión para Hong Kong, desde donde pensaban viajar a Afganistán.
Mientras tanto, el británico acusado de intentar estallar un zapato bomba en un vuelo de París a Miami la Navidad pasada se declaró culpable de todos los cargos ayer, y reveló que era un seguidor de Osama bin Laden y un enemigo de Estados Unidos. Richard Reid, de 29 años, sonrió y rió en el estrado de una Corte de Boston cuando el juez del distrito William Young le preguntó si había intentado matar a los 197 pasajeros y a la tripulación de un avión de American Airlines encendiendo los explosivos plásticos ocultos en sus zapatillas. “Sí”, contestó Reid, un converso al Islam que asistía a la mezquita de Brixton –un conocido centro de reclutamiento de activistas islámicos– en el sur de Londres. Todavía sonriente, añadió: “Básicamente me subí al avión con una bomba. Básicamente traté de encenderla. Básicamente, sí, intenté dañar el avión”.
Reid dijo que no reconocía la legitimidad de la Corte pero que se había declarado culpable de los ocho cargos porque “sé lo que hice. Al final del día, sé que cometí las acciones”. Los fiscales federales dijeron que pedirían una condena de prisión de 60 años a de por vida por los delitos, que incluyen intento de usar un arma de destrucción masiva, intento de asesinato, intento de destruir un avión y posesión de un dispositivo destructivo durante un crimen de violencia. Se espera que la sentencia sea dictada en enero.
Antes de la audiencia de ayer, los abogados de Reid habían pedido al juez que removiera de la acusación cualquier mención a sus supuestas relaciones con la red Al-Qaida de Bin Laden. El pedido fue negado y Reid le dijo al juez ayer: “Soy un partidario de Osama bin Laden. Soy un enemigo de su país y no me importa”. Un criminal de poca monta, nacido en Bromley en el sudeste de Londres, Reid fue sometido por los pasajeros en el vuelo 63 de American Airlines cuando un miembro de la tripulación de cabina lo vio tratando de raspar un fósforo y encender una mecha que salía de la suela de uno de sus zapatos. Reid fue atado con cinturones y cables de audífonos y el avión fue desviado a Boston bajo escolta de aviones caza.
Reid, que mide 1,96 metros, podría haber tenido éxito si no hubiera sido sujetado por un hombre aún más grande, un jugador de basketball, Kwame James, de 130 kilos y 2 metros de altura. Reid no era uno de los islamistas radicales que figuraba en las listas de alerta de la policía o del servicio de seguridad, y de qué forma llegó a estar en ese vuelo y dónde fue entrenado es algo que intriga a los investigadores desde su arresto. Reid se convirtió al Islam a mediados de la década del ’90 cuando estuvo en prisión. Comenzó a asistir a la mezquita de Brixton en 1996, donde era conocido como Abdel Rahim. Mientras estuvo ahí, se cree que se hizo amigo de Zacarías Moussaoaoui, un francés que está en custodia en Estados Unidos, sospechado de ser el “20º secuestrador” en la conspiración del 11 de setiembre.
Por último, John Walker Lindh, un joven algo desequilibrado, fue condenado a 20 años de cárcel. El muchacho, que ha cambiado de nombre un sinnúmero de veces a lo largo de su vida, lloró y se arrepintió ante el tribunal, condenando los atentados del 11 pero sosteniéndose en su fe adquirida: “El Islam no permite matar”, afirmó.

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El secretario de Justicia John Ashcroft bajo la mirada de Robert Mueller, jefe del FBI.
 
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