EL MUNDO › UNA LEY ANTIINMIGRANTE FRACASO POR UN PELO

Esa vieja hospitalidad suiza

Por Jon Henley

Suiza rechazó ayer por el margen más estrecho las reglas de refugio y asilo más duras en el mundo industrializado, en un riesgoso referéndum que amenazó con poner al país en un curso de enfrentamiento con el resto de Europa. La propuesta nacionalista, sometida a votación por el derechista Partido del Pueblo Suizo (SVP), habría significado en la práctica que todos los refugiados que llegaran por tierra serían automáticamente devueltos al país de la Unión Europea del que provenían. Fue derrotada por sólo 2754 votos de un total de más de dos millones.
El SVP, un pequeño partido populista en la coalición de cuatro partidos, y que está en apogeo gracias a una plataforma xenófoba de ley y orden similar a las que llevaron a Jean-Marie Le Pen y Pim Fortuyn a la prominencia en Francia y Holanda respectivamente, apuntaba a recortar los 675 millones de dólares que el país gasta por año en refugiados, y a parar la ola creciente de integración económica. El SVP sostuvo que como sólo un 10 por ciento de las peticiones de asilo en Suiza son exitosas, la mayoría de los 20.000 refugiados que llegan al país anualmente lo hacen por razones económicas. El debate fue propulsado por afirmaciones de los medios en el sentido de que los inmigrantes africanos son responsables por gran parte del tráfico de drogas en Suiza. La propuesta habría significado que a cualquier refugiado que llegara de un país libre de persecuciones -en la práctica, todos los vecinos de Suiza– se le negaría automáticamente el status de refugiado y sería enviado de vuelta. Entre 1994 y junio de 2001, Suiza tuvo la mayor cantidad de solicitudes de asilo de cualquier país europeo: 267 por 10.000 habitantes, mucho más que Holanda (79), Alemania (96), Gran Bretaña (77) y Francia (34).
Los opositores temían que las reglas hicieran de Suiza un refugio político exclusivo para los ricos, porque sólo ellos serían capaces de pagar por un vuelo para llegar directamente y financiar su propio mantenimiento mientras se examina su solicitud de asilo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza fue un santuario para aviadores aliados en fuga de los territorios ocupados. También fue un objetivo imposible de alcanzar para los judíos que huían de las persecuciones, que eran rechazados en la frontera. Denuncias recientes de que compañías y bancos suizos se beneficiaron de la Alemania de Hitler y las víctimas del Holocausto han ensombrecido aún más la reputación humanitaria de este país neutral.

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