EL MUNDO › DUCH, EX JEFE CARCELARIO DE LOS JEMERES ROJOS

Condena por crímenes en Camboya

 Por Andrew Buncombe *

Cuando se corrió la cortina que cubría la cámara de vidrio, apareció Kaing Guek Eav, quien una vez fuera jefe de la más notoria cárcel de los jemeres rojos, sentado en un banco, su rostro inexpresivo y con una camisa azul y pantalones grises. Cuando fue escoltado al banquillo de los acusados unos pocos minutos después, el hombre, más conocido como el camarada Duch, parecía pequeño e insignificante. Sin embargo, durante los próximos 60 minutos, el presidente de la Corte señaló calma y metódicamente, porque este tribunal apoyado por las Naciones Unidas había concluido que el hombre con poco pelo canoso era responsable de delitos terribles, “atroces”, que constituían crímenes contra la humanidad. Básicamente, confirmó que su afirmación de que solamente cumplía órdenes no era defensa alguna.

Los jueces sentenciaron que el ex maestro de matemática, obsesivo que había estado a cargo del centro de interrogatorios de Tuol Sleng donde unas 16.000 personas fueron golpeadas, torturadas e interrogadas antes de ser ejecutadas, debería ser sentenciado a 35 años de cárcel. Pero teniendo en cuenta que ya había cumplido 16 años, la sentencia fue reducida a 18 años y 10 meses.

Si las autoridades luego le dan libertad condicional, el hombre que en un solo día en junio de 1977 autorizó la ejecución de 160 niños podría pasar menos de 13 años en prisión. Cuando se leyó la sentencia, Duch unió sus palmas en un gesto tradicional de respeto y se inclinó levemente hacia el presidente de la Corte antes de ser sacado de la sala.

Al mismo tiempo, muchos parientes de las víctimas del Jemer Rojo que se habían reunido para escuchar la sentencia lloraban de alivio. Sin embargo sus emociones rápidamente cambiaron cuando les fue explicada la implicación total de la decisión de la Corte. Aunque algunos habían aceptado que era probable que el panel de cinco jueces le otorgara alguna reducción en la sentencia a Duch por su cooperación con la Corte y la admisión de su rol, pocos habían anticipado que el total de tiempo para cumplir sería tan poco.

Fuera del juzgado, en los suburbios de Phnom Penh, capital de Camboya, Chum Mey, de 78 años, uno de un puñado de personas que sobrevivieron en Tuol Sengo o S-21, donde los prisioneros eran sometidos al “submarino”, golpes, shocks eléctricos, se golpeaba el puño contra su palma por la frustración. “No estoy contento para nada. Es la segunda vez en mi vida que derramo lágrimas. La primera fue cuando fui torturado y ahora con este veredicto”, declaró. “Dieciocho años no es suficiente. Duch ordenó matar a mucha gente y quiero que sea sentenciado de por vida.”

Los fiscales tienen 30 días para decidir que apelan la sentencia de la Corte y la cofiscal camboyana, Chea Leang, dijo que su equipo estudiaría el veredicto. “Nada puede borrar el dolor y el sufrimiento del pueblo camboyano”, dijo. “Sin embargo, el juicio de hoy representa finalmente un reconocimiento legal de las políticas criminales de Jemer Rojo.”

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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