EL PAíS › LA MARCHA DESDE DESARROLLO SOCIAL HASTA LA CGT

Antorchas en la calle

Las columnas de la CGT encabezaron la manifestación en homenaje a Eva Perón, seguidas por los militantes del Movimiento Evita y otras organizaciones sociales.

 Por Alejandra Dandan

Por unas horas, el centro se hizo peronista. Una piba de la JP con su filmadora en mano documentaba en una esquina los primeros pasos de la columna del Movimiento Evita de La Matanza, al inicio del homenaje a Eva Perón. En la remera llevaba estampada la misma V de la victoria que se repetía de mano en mano. Las costureras de una cooperativa de trabajo de Villa Domínico terminaban de poner la estopa en unas latas, aprontadas como antorchas. Frente a la sede del Ministerio de Desarrollo Social, una combi abría las puertas para repartir antorchas, empapelada con las caras de San Martín, Belgrano, Perón, Evita, el Che y Rodolfo Walsh. “Estamos haciendo realidad –decía un afiche– el país que ellos soñaron.” Un viejo entonces se paró en esa esquina, petrificado, como si de pronto se hubiese metido en el túnel del tiempo.

“Soy una persona muy grande –decía él, Rogelio Morales, profesor de historia, 75 años, ex docente de Caseros, extrañado–. Y pienso que este Gobierno es lo más parecido al peronismo porque se reconquistaron las banderas, y estoy contento... Me desaparecieron ex alumnos y compañeros, pero veo que la gente joven está acá.” Al lado, entre esas banderas reconquistadas que hablaban de cada territorio de donde venían los militantes, un hombre hacía equilibrio en las veredas convertidas en tribunas de ese partido que avanzaba en la calle. El, parte de una cooperativa de padres de una escuela de Ituzaingó, aclaró: “¿Que qué veo? Que el pueblo volvió a tomar las calles”.

Las organizaciones sociales habían previsto empezar la larga marcha hacia la CGT desde el Ministerio de Desarrollo Social, un recorrido inverso al que hicieron históricamente, que pretendía señalar el comienzo de un nuevo tiempo político, con profundización de políticas sociales y eje en el movimiento obrero. En el armado confluyeron el Movimiento Evita con las organizaciones aliadas del peronismo de izquierda; las 62 Organizaciones y la CGT. Durante la marcha, el Evita mantuvo la retaguardia, el final de quienes se abrían paso en dirección a la central de la calle Azopardo.

“Esto no es como las marchas del 24 de marzo –dijo una trabajadora social, a la vera de un colectivo cuando se abría paso la noche–. Acá están movilizados los sectores populares, que marchan con sus pibes, y todo lo que tienen encima.” La alegraban algunos cambios. La mayor presencia de mujeres, dijo, está democratizando los bombos.

Marcela Valenzuela era una de las que avanzaban llevando en andas la bandera del Movimiento Popular Zona Norte. Los negocios de la avenida Belgrano seguían abiertos, pero los cientos de banderas reemplazaban a los autos. Movimiento Sociales de Morón, se leía. Juventud Evita de Tres de Febrero; Movimiento Evita de Malvinas, de Bahía Blanca, de Dorrego, de Pringles; Martín Fierro. Y más atrás: “La pobreza no nos da lástima, nos da bronca para cambiar la realidad”, proclamaba la bandera del ME de Lomas de Zamora. La de Marcela formaba parte de otra más grande: el Movimiento Popular de Organizaciones Sociales. “No somos un partido político”, explicó y, entre esquina y esquina, se apuraba a contar cómo el Programa Argentina Trabaja va a articular salud, medio ambiente y deporte.

Por delante iba el comando más duro. Una línea imaginaria separaba a las organizaciones sociales de los hombres de la CGT. De las banderas habían desaparecido las referencias suburbanas, y se leían referencias sindicales. Dragado y Balizado, La Fraternidad, Suterh, Guincheros y Peajes. Las avanzada más portentosa eran las camperas de la Juventud Sindical, la incipiente rama juvenil de la CGT que empieza a formarse dentro de la corriente del peronismo sindical impulsado por Hugo Moyano. Ramiro caminaba entre los muchachos del Peaje de Facundo Moyano. Lo suyo era una participación vertical, alineada. Parte de ese peronismo ortodoxo, como se le dice al peronismo de la Cegeté, no se sentía parte de ningún peronismo de izquierda, estaba ahí, dijo, para acompañar al “conductor” Hugo Moyano, y bueno, también a Kirchner: “Es el único gobierno –aclaró– que nos abrió las paritarias.” Raúl, de Guincheros, advirtió en cambio que estaba ahí como una cuestión de iniciación, recién en los dos últimos años empezó a conocer la política. Rafael Libramento, de Dragado, estaba que explotaba de contento: después de haber perdido toda su flota, en los últimos años, decía, el Gobierno recuperó los ríos y ahora lo que queda es recuperar el flete de bandera argentina.

A esa hora, La Cámpora se abría espacio como podía entre las camperas sindicales para acercarse hasta la zona del palco. Emilio Pérsico, Hugo Moyano y Néstor Kirchner ya estaban ubicados. El fuego de las antorchas se había extinguido. A las 20.25 hubo un minuto de silencio. Sonó una sirena estrepitosa de los bomberos de La Boca. Las manos en alto en V. Un documental mostró a Eva en pantallas enormes. A Angel Fernández, un viejo portuario de Rosario, se le enrojecieron los ojos. Siempre estuvo con ella –dijo–. Pero nunca había estado en un acto así.

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“La pobreza no nos da lástima, nos da bronca para cambiar la realidad”, decía una bandera del Evita.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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