EL MUNDO › LO QUE DICEN EN EL LUGAR DEL FILM

Desde el Bagdad Café

Por Duncan Campbell
Desde Bagdad, California

Miles de marines estadounidenses se encuentran ahora a menos de media hora del centro de Bagdad, todos cuyos habitantes se han ido. El área circundante se ha convertido en una desierta tierra baldía. Helicópteros militares dan vueltas en círculo en el cielo. Lo que queda de Bagdad es principalmente escombros y arena. Pero esta es la Bagdad del desierto del Mojave en California, un puntito en el mapa, donde las temperaturas llegan a los 45 grados centígrados en el verano y donde los marines y los helicópteros militares están teniendo un tranquilo día de entrenamiento en la base de marines más grande del mundo, en las cercanías. Es un lugar tan bueno como cualquier otro para ver qué sienten los norteamericanos comunes ante la perspectiva de una invasión a Irak.
Si bien Bagdad misma, que alguna vez fue un próspero pueblo ferroviario, ha casi desaparecido, y sus residentes se han ido hace mucho, el Bagdad Café, a la vuelta de la Ruta 66 y tema de un film de Percy Adlon del mismo nombre, está prosperando. Así, ¿qué piensan sus parroquianos de la posibilidad de guerra? “Creo que Bush es un boludo edípico que está generando esta guerra por el petróleo y que va a terminar haciendo que nos odie el mundo entero –dice Dan Bright, un albañil y vidriero barbudo de 36 años que llegó para desayunar–. No me he topado con una sola persona que piense que es una buena idea. Es por el petróleo. Todas las guerras han sido por el petróleo o la heroína y Bush está usando a la ONU como un instrumento.”
Dentro del café, con un poster de John Wayne y un cartel en la pared que dice: “Vengan todos de vuelta, ¿me oyen?”, Andree Pruett, la dueña del café, dice que la mayoría de sus clientes parecían oponerse a la idea. “Yo no quiero ir a la guerra –dice Pruett, cuyos habitués incluyen a jóvenes marines en la base cercana de Veintinueve Palmeras–. A Bush lo que le preocupa es ser presidente, no que mueran nuestros chicos. Es una guerra por petróleo. Y da mucho miedo.”
Paul, un empresario local de 70 años que combatió en la Guerra de Corea, está comiendo un desayuno de panqueques y huevos. “Creo que apesta –dice–. Estamos metiendo la nariz en demasiadas cosas. Estamos metiéndonos en lo que no nos importa.” Dan, que está sirviendo café del otro lado del mostrador y lleva una camisa de manga corta Route 66, asiente: “Es todo por dinero, el petróleo es donde está el dinero y la gente que tiene el dinero está en el poder”.
Pero si el famoso café de Bagdad parece poco entusiasta por la guerra, ¿qué pasa en la cercana Veintinueve Palmeras, sede del Centro de Combate Terrestre y Aéreo del Cuerpo de Marines, la base de marines más grande del mundo?
Robin Anaya y Connie Drake son aquí los dueños del Jubilee Cafe. Los dos tienen hijos que han estado en combate, uno el año pasado en Afganistán, el otro en Somalía. Ninguno de ellos ha encontrado gran entusiasmo local por la guerra. “Creo que es por el petróleo, es la codicia –dice la señora Drake mientras sus parroquianos piden sandwiches de mordida de escorpión y galletitas con pepitas de chocolate–. Es triste, pero pienso que Bush va a conseguir lo que quiere porque el país está en recesión y la guerra va a ayudar a la economía.”
A la vuelta de la esquina, en una de las varias peluquerías que ofrecen “cortes de Marines en combate” por cinco dólares, Jack Vo, de 27 años, dice de la guerra: “Todos aquí sienten que es inevitable”. Los jóvenes marines que vienen a que les corten sus bucles están listos para partir, dice: “Su actitud es: ‘si tenemos que ir, tenemos que ir’. No me he topado con nadie que esté descontento con eso”.
Los manifestantes de ayer se lanzaron a las calles en marchas en Washington y San Francisco para mostrar su oposición a la guerra. Pero si los manifestantes, así como mucha gente en los alrededores de Bagdad, están claramente opuestos a la guerra, ¿qué piensa la Norteamérica media? Susan Pinkus, directora de la encuestadora del Los Angeles Times , dice que la mayor parte de la gente, un 63 por ciento, creía que la guerra era inevitable pero que el apoyo público a la acción militar era “tibio”. Sus encuestas nacionales muestran que cualquier apoyo a la acción militar declina significativamente si se contemplan bajas estadounidenses significativas.
“La gente no está impaciente por ir a la guerra –dice Pinkus–. Hasta el momento la gente no siente que Bush haya demostrado su necesidad.” Su última encuesta mostró que el 72 por ciento de los estadounidenses y el 60 por ciento de los republicanos no creen que Bush haya fundamentado su argumento en favor de la guerra. Pinkus agrega que el respaldo a la guerra resultó más bajo entre los encuestados de 18 a 29 años y los ancianos, lo que interpreta como significativo: “Los jóvenes van a tener que pelearla y los viejos son los que saben cómo es pelearla”, dice. Esta semana, una encuesta para la cadena periodística Knight Ridder mostró que sólo un 27 por ciento favoreceía una “rápida entrada” en la guerra, mientras un 68 por ciento favorecía una política que “tomaría más tiempo para lograr nuestros objetivos en Irak sin ir a la guerra”.
Lo que resulta claro es que Irak ha estado vinculado en la mente de la gente con Al-Qaida. La misma encuesta encontró que un 65 por ciento cree que ambos son aliados. Esto puede tener que ver con otro descubrimiento de la compulsa: la mitad de los estadounidenses cree ahora que los secuestradores del 11 de septiembre fueron iraquíes, con un 21 por ciento que cree que “la mayoría” eran iraníes, y 29 por ciento que piensa que “algunos o al menos uno” de ellos lo era. En realidad, ninguno lo fue.
La mayoría de las encuestas muestra ambivalencia hacia la guerra. La semana pasada, una encuesta de CBS inquirió: “¿Aprueba o desaprueba usted con que Estados Unidos emprenda una acción militar contra Irak para tratar de sacar a Saddam Hussein del poder?”, con el resultado de que un 64 por ciento estaba de acuerdo, y un 30 por ciento no. Pero cuando se preguntó: “¿Qué piensa usted que Estados Unidos debe hacer ahora con respecto a Irak: usar la fuerza militar de alguna manera o intentar encontrar una solución diplomática?”, un 63 por ciento favoreció una solución diplomática, y sólo un 29 por ciento quiso la fuerza militar.
De vuelta en el Bagdad Café, Crazy Bob, como se presentó a sí mismo, que afirma tener 105 años y lleva una placa de “11/9, Nunca Olvidar” en su gorra de béisbol, tiene su propia opinión: ¿Ir a la guerra? Este país ha estado en guerra por los últimos 220 años”.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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