EL MUNDO › EL CASO DE UN EX SOLDADO URUGUAYO QUE DIO INFORMACIóN SOBRE LA DICTADURA

Extraña muerte de un testigo

Allegados a Julio Ruperto Ramírez, de 60 años, afirmaron a Página/12 que al ex soldado lo mataron. Habría aportado datos y hasta un croquis sobre enterramientos de desaparecidos.

 Por Mercedes López San Miguel

El cadáver de un ex soldado uruguayo apareció en las aguas del río Uruguay con el rostro desfigurado, un brazo mutilado y el pecho abierto. Allegados de Julio Ruperto Ramírez, de 60 años, afirmaron a Página/12 que están convencidos de que fue un asesinato y que ocurrió del lado argentino. Según publicó ayer el diario La República, la razón de su muerte sería el haber aportado información sobre enterramientos de desaparecidos en Uruguay.

El asesinato se habría producido el 12 o 13 de diciembre y el cuerpo se habría encontrado el martes 21 de diciembre. El hermano de Julio Ramírez, Luis Ramírez, aportó información en diálogo telefónico con este diario. “A Julio lo asesinaron. El capitán Montenegro, de Prefectura Argentina, me dijo que no viera el cadáver porque tenía la cara desfigurada y el pecho abierto y entonces me iba a impresionar demasiado. El cuerpo estaba en Paranacito y lo llevaron a Gualeguaychú. Dijeron que tenía más de una puñalada. Me dijeron también que hasta el 15 de enero no iban a suministrar más datos, ni me podían entregar el cuerpo.”

Se le preguntó si alguien había denunciado que estaba desaparecido. Luis Ramírez contestó: “Desaparecido no estaba. El iba y venía todas las semanas. Un amigo de nombre Carlos Ferreyra hizo la denuncia de que se había caído al agua”.

Ramírez trabajaba en la isla El Sauce, frente a la ciudad uruguaya de Nueva Palmira. Página/12 contactó a Diego Gómez, el dueño de la quinta en la que vivía Ramírez. Se le preguntó qué sabía de la aparición sin vida de su empleado. “Yo no era su patrón. El me pidió de quedarse en mi casa y hacía changas. Trabajaba a destajo. Vivía en su casa prefabricada desde hace unos cinco años. El mismo día que él desaparece yo tengo un accidente, así que hablé por teléfono con su hermano Luis. Por lo que sé, Julio venía de trabajar en el pantano y se cayó al agua.”

Gómez aseguró que Julio Ramírez no le dijo nada que hiciera sospechar que le podía pasar algo. “Julio no se metía con nadie, era tranquilo. La gente de la isla lo quería. Me parece raro todo. Nadie, ni siquiera su hermano, me dijo que el cadáver tenía heridas. Mañana mismo le pido autorización a mi médica y voy a ir a preguntar.”

Según el diario La República, el ex soldado habría aportado datos y hasta un croquis que aún se conserva sobre enterramientos de desaparecidos en la cancha de fútbol del Batallón N° 13, conocido como “el Infierno” (para los presos) o el “300 Carlos” (según la jerga militar).

En el Batallón Nº 13 funcionó a mediados de los ’70 un centro de torturas de las Fuerzas Armadas. No fue el único. Pero sí el más grande y conocido, por el que pasó la mayoría de los detenidos políticos de la dictadura uruguaya (1973-1985).

Ramírez también prestó servicios como soldado en el Batallón N° 14 de Toledo, donde hay pistas sobre la existencia de un cementerio clandestino de desaparecidos, llamado “Arlington”, y donde próximamente se reanudarán las excavaciones para intentar encontrar cuerpos.

Un amigo vinculó la muerte del ex soldado con el hecho de que haya aportado información en causas de derechos humanos. Roberto Martínez dijo en conversación con este diario que la vida de su amigo estaba en peligro desde el momento en que habló. “No me cierra lo que pasó. El sabía muchas cosas importantes de la dictadura. Su vida corría peligro desde que habló de muchas cosas. En agosto unas personas fueron a hablar con él. El les dijo todo lo que sabía.”

–¿Le comentó que se sintiera amenazado?

–No. Alguien lo mató o lo mandó matar. La gente de la isla no tenía motivos.

–¿Se había arrepentido?

–El estaba muy arrepentido de haber participado en el ejército. De lo que le hicieron personalmente. El se negaba a participar de las torturas y el ejército primero lo cambió de batallón. Después lo echó.

–¿Por qué no llegó a declarar a la Justicia?

–Estaba decidido a hacerlo. Hay personas que se mantienen en silencio. Otras un día hablan.

Luis Ramírez afirmó que su hermano no le contó nada, pero que a él le parecía raro que no quisiera vivir en Uruguay. “El no me dijo si habló o no. Nunca se abrió con esos temas. Nos pareció raro que viviera allá y que no quería vivir de este lado de la costa.”

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En el Batallón Nº 13 funcionó a mediados de los ’70 un centro de torturas de las Fuerzas Armadas.
Imagen: Gentileza Diario La República de Uruguay
 
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