EL MUNDO › EL CONGRESO BRASILEÑO BLOQUEO TRES MEDIDAS DEL GOBIERNO

Carrera con obstáculos para Lula

Los partidos que sostuvieron el gobierno de Cardoso votaron por sorpresa en contra de tres medidas propuestas por el PT.

El gobierno del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tuvo el miércoles por la noche su primera derrota en el Congreso. A pesar de que había logrado un acuerdo con la oposición, ésta aplazó la votación de tres medidas provisionales que bloquean la agenda de la Cámara y el Senado. El gobierno de Lula está en una encrucijada: es minoría en el Congreso y si no logra una coalición mayoritaria, en cada votación tendrá que acordar con la oposición con pocas chances de victoria. Según una encuesta, la imagen de Lula cayó 11 puntos desde febrero. De todos modos, el presidente, que ya entró en su tercer mes de mandato, sigue teniendo mejor imagen que su gobierno. Según el sondeo, la principal preocupación de los brasileños es la vuelta de la inflación.
El miércoles, el gobierno de Lula esperaba que el Senado aprobara un decreto presidencial sobre créditos rurales y financiación de deudas de pequeños agricultores. Había conseguido un acuerdo con los partidos de la oposición pero, inesperadamente, el Partido del Frente Liberal (PFL) pidió aplazar la votación. El Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB) y el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) se sumaron al boicot. La maniobra del PMDB sorprendió más porque está negociando su integración al gobierno, que no se decide a incluirlo en sus bases. Hasta que no se voten estas medidas, no se podrá analizar la agenda del Congreso. Para aprobar enmiendas constitucionales, el gobierno necesita un mínimo de 308 votos en la cámara de Diputados y 54 en el Senado. Actualmente tiene 250 en la primera y 32 en el Senado.
El boicot del miércoles puede ser un pronóstico de cómo será la relación del Parlamento con el gobierno de Lula si éste no construye una coalición mayoritaria en ambas cámaras. Pero con el boicot del PMDB, las esperanzas del gobierno de construir una mayoría se han diluido. “Sin esa mayoría, el gobierno tendrá que lograr acuerdos para cada votación con pocas posibilidades de ganar”, indicó el politólogo brasileño Sergio Abranches. Para Walder de Goes, director del Instituto Brasileño de Estudios Políticos, la oposición no ha hecho más que ocupar el espacio que está dejando el gobierno. “Es reflejo de un gobierno minoritario y sin una agenda clara, lo que abre espacio a la oposición”, explicó.
Las medidas que iban a votarse el miércoles se arrastran del presidente anterior, Fernando Henrique Cardoso, cuyo partido, el PSDB, mantiene el control del Congreso. El miércoles también se aplazó la votación de otra medida provisional que crea mecanismos para el control fiscal de los clubes de fútbol, a pesar de que el gobierno también había acordado con la oposición su votación. Ante las dudas del gobierno, Marco Maciel, ex vicepresidente del gobierno de Cardoso, anunció su propio proyecto de reforma tributaria, que podría ser aprobado por el Congreso con los únicos votos de la oposición. Además de la reforma tributaria y la de pensiones, vitales para sanear las finanzas del país, los analistas también dudan del rumbo que tomarán el proyecto de independencia del Banco Central y la creación de un fondo de pensiones complementario, incluidos en la agenda del gobierno.
Algunos analistas sostienen que el gobierno se muestra inexperto en la puesta en marcha de su megaproyecto, Hambre Cero, y que éste no hace más que contribuir al pesimismo general y al fortalecimiento de la oposición. Según un sondeo del instituto brasileño Sensus, la imagen positiva de Lula cayó 11 puntos. En febrero, el presidente gozaba del apoyo del 83,6 por ciento de los brasileños, mientras que en marzo, esta cifra bajó a 78,9. “Las perspectivas económicas hacen que el pueblo caiga en la realidad”, opina Clésio Andrade, titular de la Confederación Nacional del Transporte, que patrocina al Instituto Sensus. Según esta encuesta, la principal preocupación de los brasileños es el regreso de la inflación. El porcentaje de brasileños que piensan que el gobierno tiene un desempeño “regular” creció del 17,7 al 37,7 por ciento. De todas formas, la imagen positiva de Lula, que entró en su tercer mes de mandato, sigue siendo alta. E incluso éste sigue siendo más popular que su gobierno.

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Lula alza los dedos en señal de advertencia: el rechazo de las tres medidas es una luz roja.
 
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