EL MUNDO

Ultimo día de cabezas gachas en París ante una decisión cantada

París lamentó el fin de la diplomacia, defendió las inspecciones y respondió a las críticas británicas por su postura.

 Por Eduardo Febbro

La clase política francesa está de luto. Aunque previsible, la decisión de Estados Unidos, España y Gran Bretaña de retirar el proyecto de resolución de la ONU y activar la fase armada contra Irak dejó al país golpeado. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Dominique de Villepin, lamentó la “determinación” de los tres países del eje de la guerra. Villepin señaló que “a pesar de la voluntad expresada por la comunidad internacional, Estados Unidos, Gran Bretaña y España ponen de relieve su determinación a recurrir a la fuerza. Francia lamenta una decisión que nada justifica y que corre el riesgo de acarrear graves consecuencias para la región y el mundo”.
Antes de hacer esta declaración por la tarde, el jefe de la diplomacia francesa había anunciado que París rechazaba todo proyecto de nueva resolución que contenga un ultimátum contra Irak o que abriera automáticamente el camino al recurso a la fuerza. Para la diplomacia francesa, acusada por Washington y Londres de haber “bloqueado” el proceso diplomático en la ONU, las inspecciones de la ONU no sólo produjeron resultados sino que, además, “abrían la vía de un verdadero desarme iraquí”.
De manera más solemne, al cabo de una conversación telefónica entre el presidente francés Jacques Chirac y el ruso Vladimir Putin, ambos jefes de Estado volvieron a insistir en que “pese a la gravedad de la situación” era preciso “seguir con los esfuerzos diplomáticos en el marco de las Naciones Unidas”. El fracaso rotundo de la administración Bush en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no atenúa la sensación de que, de alguna manera, la Casa Blanca ya tenía decidido su plan desde hace mucho y que éste sería aplicado con o sin el apoyo de la comunidad internacional. El hecho de que cuatro miembros del Consejo de Seguridad tomen una decisión unilateral en contra de la posición de los otros 11 integrantes aparece como una de las más grandes violaciones de la historia al sistema internacional instaurado en 1945. Más aún, De Villepin puso en tela de juicio la facilidad con que la administración Bush y el primer ministro británico Tony Blair quisieron hacer de Francia el chivo expiatorio de la crisis cuando, en realidad, el problema no es el país sino “la mayoría” de la comunidad internacional.
La actitud de países como Gran Bretaña parece haber herido profundamente a las autoridades francesas. Ayer, para justificar el recurso a la fuerza, Londres llegó incluso hasta acusar a París de estar “reescribiendo” la resolución 1441 con el único objetivo de frenar los proyectos de resolución en las Naciones Unidas. Para Francia, estas “denuncias” son falacias que no pueden esconder la realidad. Según destacó De Villepin, no hay que ir muy lejos para buscar las pruebas de las verdaderas intenciones de los tres países del “eje de la guerra”. El canciller francés afirmó: “Tomo nota de que los inspectores de las Naciones Unidas fueron los grandes ausentes de la cumbre de las Azores”. En resumidas cuentas, la guerra de guerrillas llevada a cabo por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU no condujo a nada: Washington perdió frente a París su pugna por convencer a los seis países “pequeños” de votar a favor de su resolución.
Entre el lunes pasado y ayer, París puso sobre la mesa una serie de propuestas destinadas a frenar el avance de la guerra e incluso llegó a aceptar un plazo de 30 días para las inspecciones de la ONU. “No hubo capital a la que no llamáramos por teléfono para asegurarnos de su apoyo a nuestra posición”, cuenta uno de los consejeros del presidente francés. El sistema funcionó, París sumó apoyo tras apoyo sin que eso bastara paraalejar el espectro de la guerra. Las tentaciones denunciadas por Chirac hace un año son hoy una realidad. París mira con ojos temerosos un futuro donde Saddam Hussein es apenas uno de los fantasmas conocidos de una región donde pululan las amenazas más inciertas.

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Jacques Chirac hablando con la televisión norteamericana.
 
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