EL MUNDO › EL VATICANO LIDERO LAS CRITICAS MUNDIALES CONTRA LOS PLANES DE BUSH

Que Dios y el mundo se lo demanden

A horas de que se inicie la guerra en Irak, el Papa y otros líderes mundiales fustigaron a la Casa Blanca, que a su vez presentó una lista de 30 países aliados como prueba de que no será un ataque unilateral. Saddam Hussein prometió una derrota de Estados Unidos.

“Bush tendrá que asumir una grave responsabilidad ante Dios”, declaró ayer el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, en referencia a la anunciada guerra en Irak. “Comprendemos las inquietudes del Papa, pero es el régimen iraquí que impone esto al mundo, no Estados Unidos”, le respondió el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell. En medio de esta disputa entre lo terrenal y lo divino (o entre el Dios católico del Vaticano y el protestante de Bush), Estados Unidos publicó ayer la lista de los 30 países (que ni siquiera son tales, ya que Nicaragua rechazó su inclusión) que lo apoyan para demostrar al mundo que no se trata de una guerra unilateral, mientras otros tantos países criticaban la decisión ya tomada de invadir Irak hoy por la noche. Todos los inspectores de la ONU ya dejaron Bagdad. “Les prometo que vamos a derrotar nuevamente a Estados Unidos”, declaró ayer Saddam Hussein, mientras su hijo Udai calificó a George Bush de “subnormal”. La operación anglonorteamericana se llamaría “Libertad Iraquí”.
“Quien decida que todos los medios pacíficos de los que dispone el derecho internacional se han agotado tendrá que asumir una grave responsabilidad ante Dios, ante su propia conciencia y ante la historia.” La condena del Papa en boca de su vocero hacia las intenciones de Bush no pudieron ser más explícitas. “A veces se nos presentan problemas que no se pueden evitar porque seamos amantes de la paz y quisiéramos que desaparecieran. Creemos firmemente que éste es uno de esos problemas”, retrucó en respuesta Powell. Y aclaró que Estados Unidos “tiene base legal para atacar a Irak”. Luego del portazo declarado a la ONU oficializado anteayer y anticipado hace ya mucho tiempo, el secretario de Estado norteamericano dio su versión de lo que es el apoyo internacional a la administración Bush. Cierto es que ya no se trata de la exigua “coalición de los voluntarios” encabezada por Gran Bretaña y España, sino que se amplió y cambió de nombre. Ahora se llama “coalición para el desarme inmediato de Irak” y se trata de una mezcla de la “nueva Europa” bautizada por el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, estados árabes con intereses comunes a los de Estados Unidos, estados satélites de Washington y otros aliados incondicionales de la Casa Blanca para lo que sea.
Los países son Afganistán, Albania, Australia, Azerbaiján, Bulgaria, Colombia, República Checa, Dinamarca, El Salvador, Eritrea, Eslovaquia, España, Estonia, Etiopía, Filipinas, Georgia, Gran Bretaña, Hungría, Italia, Japón, Corea del Sur, Letonia, Lituania, Macedonia, Holanda, Nicaragua, Polonia, Rumania, Turquía y Uzbekistán. “Hay otros 15 países que, por una razón u otra, todavía no desean ser nombrados públicamente, pero que apoyarán la coalición”, aseguró Powell. Está claro que los países del Golfo Pérsico que prestan bases, territorio y hasta tropas a la ofensiva contra Irak (Qatar, Bahrein, Kuwait, Omán, Djibouti) figuran en esta lista. En la lista contraria, además de Francia, Alemania, Rusia, China (ver notas aparte), los países de la Liga Arabe y casi todos los países sudamericanos criticaron la decisión unilateral de Bush.
En la cuenta regresiva hacia la guerra, Dinamarca se sumó ayer a Australia y Polonia en el envío a último momento de tropas. El gobierno de Copenhague logró hacer aprobar en el Parlamento, a pesar de las críticas de la oposición socialdemócrata y de izquierda, el envío de dos buques de guerra al Golfo. La gran duda es Turquía. Luego de tantas idas y venidas y un aparente congelamiento de la cuestión del paso de las tropas norteamericanas por su territorio para lanzar el frente norte contra Irak, hoy el Parlamento turco votará una nueva moción del gobierno para autorizar este paso. Sorpresivamente, ayer se reunieron en Washington Rumsfeld y el ministro de Defensa turco, Vecdi Gonul. Aunque el paso por Turquía ya está fuera de la planificación de guerra del Pentágono, esta reunión quizá sugiera una novedad de último momento.
El jefe del gobierno español, José María Aznar, ratificó ante el Parlamento que a pesar de ser uno de los más fervientes aliados de Washington no enviará ningún tipo de tropas o equipo militar. Eso sí: España aportará el buque de asalto anfibio “Galicia”, dotado con capacidadmédica, y que podrá actuar como centro de coordinación de emergencia, acompañado por una fragata y un petrolero de abastecimiento; tres equipos de reconocimiento químico y radiológico, y unidades con capacidad para tareas de desminado y desactivación de explosivos.
Aznar enfrentó una feroz crítica de los parlamentarios socialistas y de izquierda, que interpretan que el gobierno va a enviar ayuda militar. “La verdad es que es un sarcasmo presentar el envío de ayuda humanitaria”, declaró el líder de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero. “Llámelo como quiera, pero España no va a Irak como la Cruz Roja, sino que va un operativo militar bajo supervisión militar al margen del Congreso de los Diputados”, bramó el coordinador de la coalición Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, quien pidió además la renuncia de Aznar, “porque está haciendo, a sabiendas, lo contrario de lo que quieren los españoles y la mayoría de votantes de su propio partido”. Y no sólo los votantes del Partido Popular (PP). Como ocurre también en Gran Bretaña (ver nota aparte), el gobierno está sufriendo dimisiones, aunque no tan sonoras como las de Londres: seis concejales del PP de distintas ciudades españolas presentaron su renuncia en rechazo a la política gubernamental.
El secretario de Seguridad Interior norteamericano, Tom Ridge, puso ayer en marcha la operación “Escudo de Libertad” para proteger a la población e infraestructuras de Estados Unidos. A partir de las 22 de hoy, el peso de la “libertad” se va a medir con cadáveres.

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El Papa habló a través de su portavoz, Joaquín Navarro Valls.
 
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