EL MUNDO › PAGINA/12 RECONSTRUYE LA ULTIMA NOCHE DEL REGIMEN IRAQUI

Cómo huyó Saddam de los invasores

Los norteamericanos afirman que Saddam Hussein está muerto. Pero el enviado de Página/12 a Bagdad, en una investigación realizada en el último lugar de la capital donde lo vieron vivo, pudo reconstruir, de testimonios convergentes de pro y antisaddamistas, su escape del lugar donde minutos después caía un misilazo.

 Por Eduardo Febbro

¿Dónde está Saddam Hussein? “Muerto”, dicen los norteamericanos. No, de ninguna manera, Saddam está vivo, afirman en Bagdad los testigos -numerosos– de su huida de un barrio de la capital iraquí, Al-Mansur, de donde Saddam se escapó minutos antes de que un misil norteamericano seguido de un bombardeo destruyera el lugar. Hafez Sarmad o Muhammad Safhir repiten la historia a quien quiera oírla: “Vimos a Saddam Hussein en este mismo sitio, era él, es inconfundible”. Su testimonio coincide con el de otros vecinos de la calle Ramadán y de otras dos adyacentes. Todos asistieron a la llegada y la partida de la comitiva de Saddam.
El misil lanzado por los norteamericanos contra un sector preciso del barrio Al-Mansur tenía como objetivo la cabeza de Saddam Hussein. Hoy, en lugar de las cuatro casas que estaban cerca del “objetivo” hay un cráter de varios metros. El lugar se ha vuelto tan famoso que, desde hace una semana, una suerte de procesión solemne lo recorre constantemente. Numerosos habitantes de Bagdad se reúnen en esa calle situada al sur de la capital para observar pasmados el cráter de 15 metros de profundidad y ocho de largo que dejó el impacto del misil. A la redonda, nada indica que un presidente tenga motivos para venir a una zona sin grandes encantos. Pero los vecinos son formales y abundan en precisiones. Uno de ellos cuenta que vio al mismísimo Saddam en persona: “Unas horas antes del bombardeo, Saddam Hussein llegó hasta una de las casas ahora destruidas acompañado por su asistente personal, Abed Hamud. Hacia las 10 de la mañana llegaron en varios autos. Saddam se había puesto una suerte de venda sobre el bigote para que no lo reconocieran pero era él, no tengo la más mínima duda”. Su testimonio se ve reforzado por el de un dentista de la calle de al lado. “La comitiva llegó dividida en dos partes, con una hora de diferencia. Saddam vino en la segunda. Pero, misteriosamente y de una manera veloz, los autos se fueron a toda velocidad. Exactamente 10 minutos después de su partida cayó el misil que pulverizó todo.”
Los marines norteamericanos insisten en asegurar lo contrario. Según detallan en privado, existían dos ubicaciones posibles: o uno de los palacios de Saddam, que fue profusamente bombardeado, o los alrededores de la casa de uno de los allegados de su hijo sai, un tal Falih al-Azawi. El itinerario descrito por los habitantes de Al-Mansur parece indicar que Saddam Hussein fue prevenido con escasa antelación sobre la inminencia del ataque contra el sector donde se encontraba. Antisar al-Mahdi, que reside en una casa vecina a la destruida por los aviones estadounidenses, es uno de los testigos más claves de la situación. Antissar al-Mahdi, un capitán de la marina mercante, precisa que el “pasado mes de febrero le alquilé la casa a Falih al-Azawi, el secretario privado del hijo de Saddam. Al-Azawi la usaba como oficina”. El capitán asegura que los norteamericanos apuntaron mal cuando atacaron, porque las bombas cayeron al lado de ese domicilio que, según él, era el “objetivo buscado”. Antisar al-Mahdi afirma que vio a Falih y a sus guardaespaldas salir corriendo por la puerta de atrás, pero no a Saddam. No obstante, el hombre está convencido de que “nuestro presidente se encuentra con vida, escondido en algún lugar de Bagdad. Los norteamericanos nos cuentan mentiras y las personas que llegan en peregrinación hasta Al-Mansur porque piensan que acá murió Saddam Hussein, se equivocan”. Las declaraciones de Antisar al-Mahdi contienen algunas contradicciones pero la información en “bruto” es clara. El capitán saddamista jura que “Saddam Hussein nunca vino hasta esta casa”. Un detalle sobresaliente viene a reforzar el contenido de los testimonios vecinales. La última imagen de Saddam difundida por la televisión iraquí lo muestra vestido con uniforme militar presidiendo unareunión. Saddam Hussein está sentado frente a un escritorio en una oficina bañada por luz natural. En una de las habitaciones de la casa de Falih al-Azawi hay un escritorio igual al que se ve en la televisión. Puede que se trate de una casualidad, o que las imágenes hayan sido filmadas antes en esa casa. “No sabría decirle a qué casa entró, pero Saddam vino hasta esta calle, se detuvo un momento y salió como si lo persiguiera el demonio. Después nos cayó el fuego del cielo”, dice un vecino que vive enfrente. “Fue cuestión de minutos... lamentablemente”, afirma otro. No se anima a decirlo abiertamente, pero detesta al ex presidente y el hecho de que tenga la “certeza de que está con vida” agrega un factor de miedo y angustia. “De esta calle se fue vivo, lo que quiere decir que en cualquier momento puede regresar y vengarse de quienes hoy se alegran por su caída”, dice el hombre al cabo de un largo momento de reflexión.
El peregrinaje hasta la zona de Al-Mansur donde los norteamericanos dicen que se encontraba Saddam ocurre al mismo tiempo que los vecinos revuelven los escombros de las casas derruidas en busca de cuerpos. Hace ocho días que la gente busca los cuerpos de una mujer, Salma, muerta junto a sus tres hijos a causa de las bombas que buscaban a Saddam pero mataron a inocentes. “Saddam volverá y estas cosas no ocurrirán nunca más”, dice un hombre. “Vivo o muerto, Saddam es una leyenda”, se consuela otro.
Nadie tiene dudas acerca de la salvación de Saddam, al menos mientras estuvo en el barrio. Los habitantes se preguntan “quién pudo prevenirlo de que le iban a tirar un bombazo precisamente en ese lugar. Porque la forma en que partió la comitiva fue precipitada, lo que significa que entre el momento de la llegada y el de la partida alguien con mucha información le avisó”. La población dice que si los norteamericanos eligieron el momento y el lugar del ataque en Al-Mansur es porque disponían de informaciones muy elaboradas. Y si Saddam Hussein se escapó antes es porque él también tenía las suyas. ¿Tres minutos, 10? ¿Por cuánto tiempo Saddam salvó su vida? ¿Pudo acaso sobrevivir a los demás ataques? Sólo su cadáver o su relato revelarán la verdad de la historia. Un rumor imposible de verificar por ahora dice que, luego de haber salido de Al-Mansur a toda velocidad, Saddam y sus acompañantes se metieron en una caravana de autos que salía de la ciudad pero que, en determinado momento, el ex presidente y su hijo sai cambiaron de auto, se subieron a un Peugeot y desaparecieron.
Lo cierto es que, al recordar los días y las horas que precedieron a la caída del régimen, los habitantes de Bagdad describen el mismo clima de fuga. “El éxodo de los dirigentes empezó dos días antes de que llegaran las tropas. Pero en las primeras horas de la tarde en que se supo que los norteamericanos entraban a Bagdad, el régimen abandonó el barco en el momento del naufragio final.”

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Una estatua de bronce de Saddam Hussein, parcialmente destruida por los bombardeos norteamericanos sobre la capital de Irak.
 
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