EL MUNDO › ONCE MUERTOS EN LA EMBAJADA JORDANA Y DOS EN EL CENTRO DE BAGDAD

Un jueves negro para los invasores

La embajada de Jordania, un país aliado de EE.UU., fue blanco de un ataque en Bagdad que dejó 11 muertos y 65 heridos. Previamente, dos soldados norteamericanos fueron muertos en pleno centro.

Por Ramón Lobo *
Desde Bagdad

Bagdad vivió ayer una pesadilla: un coche-bomba estalló a las 11 de la mañana frente a la embajada jordana situada en Karda, en el linde del barrio Al Mansur. Al menos 11 personas resultaron muertas y 65 heridas, 13 de ellas de extrema gravedad. El jefe del ejército de EE.UU. en Irak, general Ricardo Sánchez, dijo que se trata del “peor ataque contra objetivos no militares desde la caída de Bagdad”, el 9 de abril.
Una densa humareda negra envolvía la fachada de dos pisos de la legación de Jordania en la capital iraquí. Las 11 de la mañana es una hora de tráfico denso y caótico en Bagdad. La avenida de dos carriles en cada dirección separados por una cincuentena de metros de arena era, en la parte más próxima al atentado, un amasijo de hierros y restos de vehículos. Al menos siete quedaron destrozados en la detonación. Parte del coche-bomba quedó varado en un tejado; su motor yacía a una decena de metros en medio de la calzada.
Según el jefe de la policía del oeste de Bagdad, Amir Naeef, los muertos eran miembros de la seguridad de la embajada y civiles iraquíes. Al menos cuatro de ellos viajaban en un vehículo que se incendió. Nadie pudo hacer nada por rescatarlos. Horas después, sofocado el fuego, el modelo resultaba irreconocible, igual que los cadáveres. La pared de piedra gris de la legación, que da a una playa de estacionamiento o un jardín descuidado, se derrumbó. Los cascotes se mezclaban con polvo, fragmentos de metal y chatarra retorcida. Un testigo aseguró haber visto una cabeza seccionada y otros restos humanos en el interior del edificio. Las viviendas situadas en un radio de 500 metros sufrieron la rotura de sus cristales.
Los militares estadounidenses, que acordonaron de inmediato la zona, expulsaron a los curiosos creando un cordón de seguridad. Hubo gritos y nerviosismo. Minutos antes, esos viandantes habían intentado socorrer a los heridos en medio del desconcierto, pero otros iraquíes enfurecidos entraron y pisotearon con regocijo retratos del rey Abdalá y de su padre Hussein. Un hombre explicó que esa reacción se debió a que los guardias jordanos dispararon al aire para repeler a la multitud que pretendía ayudar.
Sánchez admitió la gravedad del atentado y fue el único en mencionar la posibilidad de dos coches-bomba y no de uno. El militar estadounidense declinó especular sobre los motivos de esta acción terrorista. Algunos iraquíes relacionaban el ataque con la concesión de asilo político a las hijas de Saddam Hussein en Jordania; otros, al apoyo subterráneo de Amman a los planes de EE.UU. en la zona. Lo más probable es que una tercera razón se sume a cualesquiera de las anteriores: se trataba de un objetivo fácil. El policía Naeef no descarta que fuera obra de suicidas. Pero preparar uno o dos vehículos cargados de explosivos (los artificieros estadounidenses estiman que la carga era de 230 kilogramos) y moverlos por la ciudad exige una sofisticación que la resistencia no había mostrado hasta ahora. Podría tratarse de la prueba de que los fedayín disponen de apoyo exterior o que la resistencia cuenta con militares experimentados. Se trata del segundo ataque en 10 días contra una embajada. El anterior sucedió en la madrugada del 5 de agosto cuando unos desconocidos lanzaron una granada contra la residencia del embajador italiano sin causar heridos.
Doce horas antes, dos soldados norteamericanos de la 1ª División Mecanizada resultaron muertos y otro herido en un intercambio de disparos en el céntrico barrio de Al Rasheed de Bagdad. Otras tropas acordonaron la zona y realizaron registros masivos de las viviendas de alrededor. Son 55 los militares de EE.UU. fallecidos desde el cese oficial de las hostilidades. No hay mucha información sobre este incidente. La proliferación de ataques contra patrullas en el interior de la ciudad y en las áreas más habitadas complica la seguridad de las tropas ocupantes.
Dos horas y media después del atentado contra la legación jordana, unos desconocidos lanzaron una granada contra un vehículo de EE.UU. en la calle Karrada, la más comercial de la capital. Al menos dos soldados resultaron heridos. Los otros vehículos de apoyo se retiraron un centenar de metros en espera de refuerzos. Los soldados, fuera de sí, abrieron fuego contra unos escaparates. Un joven de 18 años llamado Adil, que vendía tabaco y golosinas, resultó muerto de un disparo. Amin Toawq, dueño de uno de los negocios, mostraba enojado los agujeros de las balas en los cierres echados. “Han tirado contra todo.” Llegados esos refuerzos, una docena de blindados Bradley tomó la calle, cerrando en sus extremos tres manzanas. Varios vehículos humwees descargaron decenas de soldados que se apostaron en las esquinas. Dos Bradley abrieron fuego contra una casa, que comenzó a arder. Una veintena de civiles salieron de ella aterrorizados con las manos en alto.
Zemit, un periodista local que compraba a esa hora, dijo: “Los soldados habían parado para adquirir algo y cuando regresaban al jeep alguien les disparó un lanzagranadas anticarro”. Dos vehículos ardían en medio de la calle Karrada, uno militar; otro civil, de color blanco. Ahmed Quds, de la tienda Ariz, que vende electrodomésticos, decía que dos soldados habían resultado heridos. Un vetusto coche de bomberos llegó un par de horas después, cuando el humo empezaba a salir del techo del segundo piso. Cuando se fueron, el fuego aún no había sido apagado.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Un tanque norteamericano pasa junto a un automóvil incendiado al lado de la embajada.
 
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