El independiente Rumen Radev, quien se impuso en las elecciones presidenciales en Bulgaria con el 58 por ciento de los votos, se convirtió ayer en el primer candidato con simpatías hacia Moscú en asumir como jefe de Estado dentro de la Unión Europea (UE). Su rival Tsetska Tsacheva, respaldada por el gobernante Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), obtuvo un 35 por ciento de los sufragios y abrió así una crisis en el Ejecutivo búlgaro, ya que el primer ministro, Boyko Borisov, había prometido alejarse de su cargo si no ganaba su candidata. Al conocerse la victoria del candidato independiente, apoyado por el Partido Socialista Búlgaro (BSP), Borisov cumplió: anunció su dimisión y felicitó a Radev. “Por los resultados, está claro que la coalición gobernante no tiene la mayoría y no puede ni siquiera aprobar el presupuesto”, señaló el funcionario renunciante.
Radev es un ex comandante de las Fuerzas Aéreas búlgaras sin experiencia en política y un manifiesto prorruso que había pedido a la UE que se levantaran las sanciones a Moscú. Según las encuestas, la participación ciudadana fue de entre el 47 y el 48 por ciento del padrón electoral, cifra un tanto menor a la cosechada en la primera vuelta, que se celebró el domingo pasado. En esa jornada, Radev se impuso entre los 21 candidatos con el 25,7 por ciento de los votos y dejó en el segundo lugar a la oficialista Tsacheva, que se quedó en el 22 por ciento. 
Durante su campaña, Radev se enfocó principalmente en las relaciones con Rusia y llamó a que se levantaran las sanciones que las potencias occidentales impusieron a Moscú por haber anexado a Crimea y por la intervención en el este de Ucrania, pero aceptó por completo su membresía en la UE y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Dentro de sus prioridades, también planteó la lucha contra la pobreza y la necesidad de garantizar la seguridad nacional.
Aunque estudió en Estados Unidos, Radev es considerado más cercano a los postulados de Moscú que a los de Washington. “La realidad muestra que sobre la península de Crimea ondea la bandera rusa y debemos aceptar esta realidad”, dijo en varias ocasiones el dirigente, en contra de la opinión mayoritaria de los líderes que gobiernan los países de la UE.