EL MUNDO › AUMENTA LA FEROCIDAD DE LOS COMBATES EN JENIN Y NABLUS

Hay más trabajo para el enterrador

Israel sufrió ayer la mayor cantidad de bajas desde el comienzo de esta Intifada:13 muertos en una emboscada en Jenín.

 Por Eduardo Febbro

Ariel Sharon no cambia de rumbo. Bajo fuerte presión internacional y políticamente “tocado” tras la muerte de 13 soldados israelíes que perdieron la vida durante los combates en la ciudad palestina de Jenín, ayer, el premier insistió una vez en que, a pesar de “esta jornada difícil con una batalla muy dura contra las organizaciones terroristas”, la ofensiva militar continuaría hasta el “desmantelamiento completo de las infraestructuras” de dichas organizaciones. Apenas dos días antes de la llegada del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, el jefe de gobierno persiste en mantener al rojo vivo la presión militar. Powell anunció que se reunirá con Arafat no bien llegue a la región.
Ayer fue un día negro para el país. El ejército sufrió las pérdidas más duras desde el inicio de la segunda Intifada, en setiembre del 2000. Los 13 soldados que murieron en Jenín cayeron en lo que se presenta como una emboscada tendida por los palestinos. Según el relato proveniente de los campos de refugiados palestinos de Jenín y de fuentes militares, un edificio repleto de explosivos se derrumbó en momentos en que las tropas ingresaron al recinto. El incidente de ayer eleva a 22 el número de pérdidas israelíes en los combates por el control de esta localidad de apenas un kilómetro cuadrado habitada por 15.000 personas.
Al igual que en Nablus, donde un paracaidista murió alcanzado por balas de las mismas tropas israelíes, Jenín ofrece una férrea resistencia. Los combatientes palestinos están al mando de dos temibles jefes locales, Mahmud Nusri Tawalben e Iyad Safori, ambos miembros de Jihad Islámica. La situación en esta ciudad palestina de Cisjordania es de una espantosa inhumanidad: los combates sangrientos, los métodos expeditivos empleados por las tropas israelíes suscitaron incluso la reacción de Shimon Peres. El jefe de la diplomacia israelí, perteneciente al Partido Laborista pero aliado en el gabinete de Sharon, habría manifestado su preocupación por los argumentos de la “propaganda” palestina ante lo que está ocurriendo en Jenín. Según afirma el diario Haaretz, Peres, en privado, dijo temer que los palestinos “distorsionen” la operación del ejército en esa ciudad cisjordana y terminen haciendo de la batalla “una masacre”. La misma fuente indica que Peres se mostró preocupado por las repercusiones que podría provocar en la comunidad internacional el descubrimiento de la magnitud del operativo en Jenín. Las denuncias sobre la brutalidad y la indiscriminación con que las tropas del Estado hebreo actuaron en Jenín no cesan de multiplicarse. La Autoridad Palestina, que evalúa en 100 la cifra de víctimas palestinas en Jenín, comparó la situación de esa localidad con las matanzas perpetradas por el ejército israelí en los campos libaneses de Sabra y Chatila, en 1982.
La paz no ganó un solo kilómetro en la jornada de ayer. El anunciado retiro israelí de dos de las seis ciudades palestinas ocupadas desde finales de marzo se limitó a un mero movimiento doméstico. Los tanques y los hombres se retiraron en la madrugada de Kalkilia y Tulkarem, dos zonas en las cuales, según el comunicado del ministerio, “las actividades han concluido”. No obstante, se trata de un retiro tímido y más que simbólico por cuanto, por un lado, los tanques continúan cercando ambas ciudades y, por el otro y casi en el mismo momento, Israel tomaba el control de una nueva localidad, Dura, situada al sur de Hebrón. Los palestinos seguían exigiendo ayer “un retiro en serio y no un simple desplazamiento destinado a la televisión”. Un paso adelante y otro atrás que no satisface las demandas norteamericanas. Ramalá, Belén, Nablus y Jenín siguen ocupadas apesar de las repetidas intervenciones de Washington para que Sharon aleje sus tanques.
En el plano político, Sharon marginalizó un poco más a los dirigentes de centroizquierda que integran su gabinete. El premier disolvió el Consejo de Seguridad Interior que reunía alrededor de él a Shimon Peres y al ministro de Defensa Benjamin Ben Eliezer, ambos laboristas. La disolución del Consejo aleja del núcleo decisional a las dos principales figuras del Partido Laborista confinándolos a un papel de espectadores. Con el ingreso, el lunes, de dos partidos de derecha, el Gesher y el Partido Nacional Religioso, un ferviente partidario de las colonias, el gabinete de Sharon quedó anclado a la derecha. El responsable israelí da pasos con cuentagotas. Luego del redespliegue en Kalkilia y Tulkarem y la ocupación de Dura, Sharon autorizó a cuatro responsables palestinos a que visitaran a Yasser Arafat, siempre cercado en Ramalá. Saeb Erekat, jefe de las negociaciones de la parte palestina, Mahmud Abbas, alias Abú Mazen, número dos de la OLP, el coronel Mohammad Dahlán, jefe de la Seguridad Preventiva en la franja de Gaza, y Ahmed Qrei, alias Abú Alá, presidente del Parlamento palestino. Los israelíes alegaron que se trató de “una autorización válida por una sola vez, el aislamiento en el que mantenemos a Arafat continúa”. Para ellos, al cabo de esta entrevista, “Arafat no tendrá más excusas para no luchar contra el terrorismo. Hasta ahora no hacía sino quejarse de que no podía hacer nada porque estaba imposibilitado de ver a sus consejeros y transmitir órdenes”.

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Soldados israelíes llevan el féretro de Samuel Weiss, de 19 años, en un cementerio de Jerusalén.
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