EL MUNDO › ANTE LA POSIBILIDAD REAL DE QUE SEA LA PRIMERA DAMA DE EE.UU

Teresa Heinz, en el paquete de campaña

Por Rupert Cornwell *
Desde Boston

La lista incluía a Howard Dean, que una vez fuera el rival más fuerte de Kerry para la nominación y el hombre que electrificaba al público durante la campaña el año pasado. Estaba la estrella del enemigo, Ron Reagan hijo, el hijo del icono más brillante del republicanismo moderno. Estaba el viejo león liberal Ted Kennedy y Barack Obama, el león neoliberal del futuro de los demócratas. Pero esta segunda noche de la convención demócrata le pertenecía a Teresa Heinz Kerry. La mujer del candidato aparecía en un gran evento en la campaña, 48 horas antes del discurso de aceptación de su marido que puede forjar o romper la apuesta de John Kerry por la Casa Blanca.
Después de semanas de ser apaleado en Irak y luego del anuncio de John Edwards como el compañero de fórmula de Kerry, Bush aventajaba a su rival por 48 a 46 por ciento en una nueva encuesta del Washington Post/ABC News, revirtiendo una tendencia de varias semanas. Por sobre todo, Tereza Kerry representaba un toque de lo impredecible y un hálito de controversia. En realidad, la controversia ya había comenzado. Horas después de decirle a un reportero de Pittsburgh Tribune-Review, de tendencia conservadora, “no joda más”, el igualmente conservador Boston Herald desenterró un libro de 1975 sobre los matrimonios políticos de ayer. Según el libro, Teresa, que estaba entonces casada con el senador republicano John Heinz, declaró una vez que Edward Kennedy, ahora un cercano aliado político de su marido, era “un perfecto bastardo” si mantenía su matrimonio con su ex mujer Joan meramente para evitar perder el voto católico. El Herald también desenterró algunas de las observaciones que ella hizo en 1975 respecto de que la maquinaria del partido demócrata era “pútrida”. Ayer, el campo de Kennedy descartó este comentario con risas.
Las elecciones no se ganan y se pierden por las primeras damas. Sin embargo, son parte de todo el paquete presidencial. Si los votantes pueden ser inducidos discretamente a sentirse incómodos con Teresa Kerry, eso puede ser mala noticia para su marido en una campaña electoral tan peleada como ésta. Por accidente o por diseño, cada esposa presidencial parece una reacción a la última. La casera Barbara Bush, con sus conjuntos de suéteres y perlas, era la antítesis de la que tenía un ligero toque de Hollywood, y ferozmente protectora Nancy Reagan. Luego vino la decidida, inteligente mujer de carrera Hillary Clinton. Luego le tocó el turno a Laura Bush, lo opuesto de Hillary. Esta Bush es una ex bibliotecaria y maestra de escuela, una ama de casa discreta cuyas contribuciones políticas se extendían no más allá de una mirada radiante a su marido y discursos no controversiales sobre su tema preferido, la educación.
Ahora existe la posibilidad real de que la nueva primera dama de Estados Unidos sea la hija de un colonizador portugués de Africa, propietaria de cinco casas y fluida en el manejo de varios idiomas. Teresa Heinz Kerry dice lo que piensa violando todas las normas del hablar de una esposa política. Su fortuna de más de 500 millones de dólares le permiten no estar obligada hacia nadie. En realidad, ya dejó en claro que si su marido llega a la Casa Blanca, ella continuará con su trabajo filantrópico y proambiental.

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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