EL MUNDO › AL NO TENER MAYORIA EN EL CONGRESO, EL APRA DEBE EXPLICITAR O NO SUS SOCIOS

Con quien se alíe Alan, ése es el reto

La distancia se acortó para el ganador del domingo, Alan García, frente a Humala. Según analistas, si el electo presidente pacta con el establishment, se expone a un brote de protesta popular; si lo hace con Humala, la derecha le hará difícil gobernar.

 Por Carlos Noriega
Desde Lima

El domingo en la noche, Ollanta Humala había admitido su derrota, pero ayer comenzó el día asegurando que todavía no había resultados definitivos. “¿Cuáles resultados, si todavía la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales) no los ha dado al cien por ciento?”, preguntó un enigmático Humala, dirigiéndose a la prensa cuando salía de su domicilio. El comentario dejó flotando en el ambiente la sensación de que el líder nacionalista podría dar marcha atrás en el reconocimiento de su derrota. Página/12 se contactó con el vocero de Humala, Carlos Tapia, quien negó esa posibilidad. “Las diferencias en las cifras oficiales se están acortando significativamente, lo que revela un manejo sospechoso de los resultados por parte de la ONPE para dar el domingo la sensación falsa de una ventaja amplia de García, pero este tema es para nosotros una página ya volteada”, señaló Tapia.

Efectivamente, la distancia en el conteo oficial entre García y Humala se fue reduciendo paulatinamente durante la jornada de ayer, pero no lo suficiente como para cambiar la historia. Al cierre de esta edición, la ONPE había entregado resultados al 92,5 por ciento, que le daban a García el 53,2 por ciento contra el 47,8 por ciento, reduciendo la distancia inicial de diez puntos a poco más de seis. Alan García pasó el día lejos de la prensa, reunido con la plana mayor de su partido, dando los primeros pasos en la planificación de lo que será su gobierno. Una gestión que, según los analistas consultados por este diario, se le presenta con no pocos riesgos de inestabilidad.

En opinión del politólogo Carlos Reyna, si García decide aliarse con la derecha, a la que se acercó durante la campaña para la segunda vuelta y cuyos votos le dieron la victoria, su gobierno podría caer antes de los cinco años para los que ha sido elegido. “García estaría pactando con la minoría que perdió en la primera vuelta y podría terminar como Gonzalo Sánchez de Lozada”, es el lapidario pronóstico de Reyna. Alberto Adrianzén, analista político, coincide en que el destino de García podría ser sombrío si decide gobernar con la derecha: “Si quiere hacer gobernable su régimen debería establecer alianzas con Humala”. Ambos analistas coinciden en que García se enfrenta a un difícil dilema. No tiene mayoría en el Congreso –cuenta con solamente 36 representantes en el Congreso de 120 bancas– y tiene que hacer alianzas para gobernar. El dilema para el próximo presidente es con quién aliarse. Si pacta con la derecha y establece un régimen cercano a las propuestas económicas de ese sector enfrenta el alto riesgo de desatar las protestas sociales de los sectores populares que votaron por Humala, pero también las protestas de la propia base popular del aprismo, que es significativa. Y si pacta con el humalismo, seguramente la derecha política y económica que lo apoyó en la segunda vuelta le declarará la guerra.

“García tendrá que escoger entre uno de esos dos riesgos”, señala Reyna. “Va a estar entre la espada y la pared –agrega–, porque la derecha que votó por García lo hizo con la esperanza de que no haga ningún cambio y lo van a presionar muy duro para que así sea. Por eso, si se alía con el humalismo para gobernar, la derecha y los medios van a hacer una campaña feroz contra él y seguramente lo van a chantajear con una campaña de medios que cree la imagen de una inestabilidad virtual. Pero lo que puede perder a García es la inestabilidad real, social, que podría estallar si deja de lado a los sectores populares, los de Humala y los suyos propios, que fueron mayoría en estas elecciones. Al momento de decidir con quién gobernar, García debe tener en cuenta que son las protestas en las calles y no los medios de comunicación lo que puede tumbar su gobierno”, precisa Carlos Reyna. Adrianzén y Reyna coinciden en que existe una importante base de coincidencias entre el aprismo y el humalismo para un pacto político, como, por ejemplo, la renegociación de contratos con las transnacionales que explotan los recursos naturales para que paguen más impuestos, la defensa de los derechos laborales, las propuestas de implementar proyectos de apoyo al campesinado y a la pequeña empresa. “Sobre esa base deben pactar ambos grupos, porque ellos son la mayoría del país y deben gobernar”, señala Adrianzén.

Martín Tanaka, analista político del Instituto de Estudios Peruanos, ve las cosas desde otra óptica. “No creo que García haga pactos explícitos para gobernar con ningún sector. Seguramente en unos temas se entenderá con la derecha y en otros con el humalismo”, señala. “Si bien tiene solamente 36 congresistas de 120, tiene la ventaja de contar con la bancada más sólida y disciplinada y eso le permitirá manejarse muy bien en el Congreso. El humalismo, en cambio, es la mayor bancada, con 45 curules, pero es muy heterogénea y se puede comenzar a fragmentar rápidamente.” En opinión de Tanaka, el futuro del gobierno de García se jugará en las elecciones regionales y municipales de noviembre próximo, cuando se elijan 25 presidentes regionales (gobernadores). En las elecciones del domingo, Humala ganó en 15 regiones y si repite esa victoria en noviembre obtendría una gran capacidad de presión política. “Si Humala gana la mayoría de regiones, el gobierno de García podría tener serios problemas. Pero el voto por Humala es frágil, circunstancial, porque su movimiento es improvisado y poco organizado. Así como ese electorado lo ha inventado en estas elecciones, igual se pueden olvidar de él.”

Sobre el futuro político de Humala, Adrianzén estima que tiene la oportunidad de convertirse en líder de “un nuevo gran partido de izquierda, que no existe en el Perú desde que se disolvió Izquierda Unida, en los años ’80”. Sobre la negativa de los actuales partidos izquierdistas de apoyar el proyecto humalista, Adrianzén estima que “si no se suman a ese proyecto perderán el tren de la historia”.

En lo que coinciden los tres analistas es que el masivo respaldo obtenido por Humala en las zonas andinas más pobres revela una expresión de protesta de los sectores más excluidos que debe ser atendida de inmediato por el próximo gobierno. “La agenda política, que estaba dominada por el apoyo a las políticas del Consenso de Washington, ha cambiado y ahora están en el centro de esa agenda la redefinición de los contratos de explotación de los recursos naturales, la atención a la pobreza y a la exclusión, pero no con políticas de asistencia social, sino con programas de inclusión social y económica, que es lo que esa población está exigiendo. Moverse con esa agenda y atender esas demandas de los sectores pobres y excluidos debe ser la prioridad del próximo gobierno si quiere asegurar su estabilidad”, asegura Adrianzén. Los tres analistas también coinciden en que si estas demandas no son atendidas por el gobierno de García, que se inicia el 28 de julio, corre el riesgo de ver desbordarse en acciones violentas esa protesta que esta vez se ha expresado en las urnas.

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El masivo respaldo obtenido por Humala en las zonas andinas más pobres revela un voto protesta.
 
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