EL MUNDO › EL LIDER SANDINISTA Y EX MANDATARIO ES EL VIRTUAL GANADOR DE LOS COMICIOS EN NICARAGUA

Ortega dio el batacazo en primera vuelta

Escrutado más del 60 por ciento de los votos, Daniel Ortega obtenía 38 por ciento frente al candidato liberal, Eduardo Montealegre (30 por ciento), y se evitaba el ballottage. El tercer candidato, José Rizo, y la Embajada de Estados Unidos cuestionaron la elección.

Nicaragua vuelve a ser sandinista. Todo indica que, después de 16 años, el ex comandante de la revolución Daniel Ortega gobernará otra vez el país. Así lo demostraban los resultados de ayer –con un 61,8 por ciento escrutado–, en los que el líder sandinista alcanzaba el 38,6 por ciento de los votos. El segundo, el liberal Eduardo Montealegre, no logró achicar la diferencia y se mantenía en un 30,9 por ciento. La jornada de ayer estuvo marcada por el lento escrutinio y el relativo silencio de los candidatos. Mientras Ortega prefirió recluirse en el comando del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) hasta conocer el resultado final, sus seguidores, en cambio, optaron por salir a las calles a festejar. Managua se vestía ayer de rojo y negro –los colores del sandinismo– y la alegría se respiraba en los barrios más pobres. En los hoteles más lujosos de la ciudad, en tanto, el clima era muy distinto. Los dos candidatos de la derecha, Montealegre y José Rizo, esperaban los cómputos finales. Sin embargo, a medida que pasaba el día las esperanzas iban muriendo.

“Sí se pudo”, se leía en pancartas y carteles en toda Managua. A pesar del silencio del Consejo Supremo Electoral (CSE), los militantes sandinistas comenzaron a festejar desde la madrugada de ayer. Para ellos la victoria ya era segura, como se los había confirmado más tarde el conteo rápido realizado por la asociación civil nicaragüense Etica y Transparencia, en el que Ortega ya llevaba una diferencia de ocho puntos porcentuales y casi alcanzaba el 40 por ciento. “Dieciséis años viviendo en el desempleo, mordiendo el leño, ahora espero trabajo, paz, empleo y bienestar para todo el pueblo”, aseguró casi afónico Nelson Vega, uno de los miles que celebraron en las calles el triunfo del sandinismo.

Los festejos que inundaron Managua desde temprano no se repitieron en el resto del país. La capital nicaragüense es el principal bastión del sandinismo y el centro de su militancia. El FSLN también logró imponerse en el norte y en parte del centro del país. La elección dejó algunas sorpresas, como el triunfo en el departamento de Rivas, en el sur del país, un bastión de los liberales. Sin embargo, no pudo conseguir una diferencia clara en la costa del Pacífico, en donde la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) de Montealegre se mantuvo muy cerca, cuando no lo llegaba a superar por un pequeño margen. Esta división del país se vio reflejada en los resultados en el Congreso. El FSLN consiguió el 38 por ciento, seguido por el 28,4 por ciento de la ALN, el 23, 2 por ciento del Partido Liberal Constitucional (PLC) de Rizo y el 9,8 de los disidentes sandinistas, el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS).

La cautela no sólo reinó entre los dirigentes sandinistas, sino también en el comando de Montealegre. El candidato de la Casa Blanca no quiso cuestionar los resultados parciales que tantas esperanzas habían levantado en las calles de Managua, pero tampoco admitió la derrota. “Vamos a esperar a que sea contado hasta el último voto. Nosotros nos estamos preparando para ir a una segunda vuelta”, aseguró convencido el ex banquero liberal. Fue una de las pocas declaraciones que hizo durante el día de ayer. Mientras avanzaba la tarde y decaían las posibilidades de un ballottage, el comando de la ALN se quedaba más y más en silencio. Los que sí seguían defendiendo la posibilidad de una segunda vuelta eran los empresarios. José Berríos, presidente de la Gran Coalición Nacional, que reúne a empresarios, comerciantes e inversionistas, rechazó los resultados parciales del CSE y dijo que contaba con conteos independientes que le permitían adelantar que habrá un ballottage.

El MRS, que postulaba al economista Edmundo Jarquín y quedaba en el cuarto lugar (7,25 por ciento), reconoció el triunfo de Ortega. Rizo, el candidato del tradicional partido gobernante, el PLC, fue el único que puso en duda el proceso electoral. Rechazó los datos del CSE que lo daban en un tercer lugar con el 22,9 por ciento y afirmó que los sondeos realizados por sus fiscales los ubicaban segundos. “El pueblo puede estar seguro de que vamos a defender cada voto de la democracia nicaragüense y que si hay dudas, vamos a pedir una revisión milimétrica de los resultados”, advirtió Rizo.

Sin embargo, hay pocas posibilidades de que se ponga en duda la elección. La votación del domingo fue la más controlada de la historia nicaragüense. Más de 17 mil observadores, entre locales y extranjeros, fiscalizaron el proceso. La conclusión fue unánime. La misión de la Unión Europea calificó la elección como un triunfo democrático. La OEA se pronunció en forma similar. “Estamos satisfechos con la forma en que se ha llevado la elección en Nicaragua; creemos que ha sido un proceso legítimo”, afirmó el secretario general José Miguel Insulza. El Centro Carter también se mostró satisfecho y avaló el proceso.

Como Rizo, la Embajada de Estados Unidos, desoyendo la voz de los organismos observadores, también cuestionó la elección. En un comunicado, la sede diplomática destacó algunas anomalías y afirmó que todavía era muy temprano para confirmar la imparcialidad y la transparencia de la votación. Estas advertencias no fueron secundadas más tarde por ningún organismo civil ni partidario, nicaragüense o extranjero.

Las conclusiones que animaban a adelantar ayer los analistas era que el gran perdedor de la elección había sido el PLC, al pasar de ser la primera fuerza del país a la tercera. El gran ganador, en cambio, no era tan fácil de identificar. Todos coincidían en que Ortega sólo logró ganar por su pacto con los liberales que le permitió bajar el umbral electoral del 50 al 35 por ciento, en una reforma en 1999. El sandinismo volvió al poder en Nicaragua, pero ya no tiene el apoyo de la gran mayoría como en 1979.

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Ortega se recluyó en su comando del Frente Sandinista para conocer el cómputo final.
 
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