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Correa y Noboa dividen el voto de los floricultores

A dos días de las elecciones en Ecuador, los representantes de uno de los sectores más pujantes de la economía dudan entre la transparencia del candidato de centroizquierda y el liberalismo de su rival de derecha.

 Por Fernando Gualdoni *

Desde Cayambe

Las rosas amarillas son las que huelen mejor. Lo afirman en Ecuador, el mayor exportador mundial de rosas. La floricultura arrancó con fuerza en el país andino hace apenas 20 años y ya representa más del 5 por ciento de las exportaciones. Es uno de los sectores de mayor crecimiento y da empleo a miles de personas en un Estado donde el desempleo ronda el 10 por ciento.

Es una industria de la sierra ecuatoriana que demuestra que el país puede vender algo más que petróleo y los típicos productos de la zona costeña: camarones, plátanos, cacao y café. Los exportadores de flores están más que inquietos por lo que pueda pasar tras las elecciones presidenciales del domingo con el proyecto de negociar un acuerdo de libre comercio con EE.UU. Mientras tanto, rezan para que se renueve, antes de que caduque a finales de año, el acuerdo preferente que ya tienen con el gigante del Norte y que permite que 577 productos ecuatorianos entren al mercado estadounidense sin pagar aranceles.

El candidato conservador, el magnate bananero Alvaro Noboa, se ha pronunciado a favor de firmar el acuerdo comercial con Washington, mientras que su rival, el izquierdista Rafael Correa, se opone al libre comercio con Washington. El voto de los exportadores parece cantado, pero no es así. “Si pienso fríamente en lo que nos conviene a nosotros, Noboa es mi candidato. Pero siento que no puedo pensar sólo en términos comerciales, por eso probablemente no decida mi voto hasta que esté delante de la urna”, explica Pablo Cevallos, gerente de Rosadex, una de las empresas pioneras del sector floricultor, que exporta 15 millones de rosas al año, el 60 por ciento a EE.UU. y el resto lo divide entre la UE y Rusia. Producen una veintena de variedades. “¿Sabe lo que ocurre? –añade Andrés Dávalos, otro de los ejecutivos de Rosadex–. Noboa no nos garantiza el porvenir. Cómo puedo saber que un hombre con fama de autoritario, que ya posee 110 compañías, no va a utilizar la presidencia para expandir su poder empresarial hasta acabar con la competencia en infinidad de sectores? ¿O quién me dice que Correa, si gana, no acabe negociando un acuerdo comercial con EE.UU.? Ojalá fuera blanco o negro, pero en Ecuador nada lo es”, añade.

Dávalos, como principal agente comercial de la compañía, tiene la vista puesta en San Valentín (14 de febrero, Día de los Enamorados), una celebración que le reporta el 25 por ciento de sus ventas anuales. La plantación de Rosadex está en Cayambe, a unos 50 kilómetros al norte de Quito. La finca, que da trabajo a 230 personas –el 70 por ciento mujeres–, está literalmente en la mitad del mundo. A unos pocos kilómetros hay un globo terráqueo de cemento que certifica la división de los hemisferios. “Como estamos en la línea del Ecuador, la luz del sol cae siempre en línea recta sobre las rosas, por eso este país y esta región en particular es la más adecuada para este cultivo”, cuenta con entusiasmo Francisco Vallejo, uno de los socios fundadores de la empresa. “De Cayambe y Tabacundo (comarca vecina) la gente casi no emigra. El sector floricultor es uno de los que más empleo crea. Mientras el banano ocupa un trabajador por hectárea cultivada, las flores necesitan 14. En todo el país hay 14.000 hectáreas dedicadas a las rosas”, añade.

En Cayambe el ingreso per cápita es unos 1000 dólares más alto que la media nacional, que ronda los 4000. El centro de la ciudad, de unos 30.000 habitantes, está lleno de flamantes sucursales bancarias y tiendas de ropa, calzado y electrodomésticos, junto a bares y restaurantes. “Si dejamos de tener un trato preferente por parte de EE.UU. perderemos competitividad frente a Colombia (el otro gran exportador de flores)”, dice Dávalos.

Francisco Rivadeneira, directivo de la Corporación de Exportaciones e Inversiones de Ecuador –Corpei–, sostiene que su país no ha perdido competitividad en sus exportaciones por la dolarización de la economía en enero de 2000. “La dolarización ha ayudado a estabilizar la economía y a impulsar el consumo. Por otra parte, el auge de las ventas de crudo, las remesas de los inmigrantes, el turismo y las exportaciones de bananas han mantenido la liquidez del sistema monetario”, explica. El dinero de los inmigrantes es la segunda fuente de ingreso de divisas de Ecuador, detrás del petróleo. Se calcula que envían entre 1200 a 1500 millones de dólares al año.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Alvaro Noboa, aquí en Quito, repartió sillas de ruedas durante toda la campaña electoral.
Imagen: EFE
 
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