EL MUNDO › DEL MISIL A PAUL WOLFOWITZ, AL MISIL DEL CHINOOK

El mapa de una semana dura

 Por Mercedes López San Miguel

El acto de combate de ayer contra un helicóptero militar estadounidense en Bagdad fue el corolario de la llamada tough week (semana dura) como describió el administrador civil en Irak, Paul Bremer: el domingo pasado salió ileso de un ataque al hotel al Rashid en Bagdad el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz. Al día siguiente, y en tiempo cronométrico, una ola de ataques suicidas dejó 43 muertos y decenas de heridos, y forzó la salida de parte del personal de la Cruz Roja, uno de los blancos de los ataques. El diseñador de la invasión de Irak, Donald Rumsfeld, admitió ayer que “vamos a tener días trágicos como éste. Pero son necesarios, son parte de una guerra difícil y complicada”. Este es el escenario de la guerra después de la guerra.
Desde la caída de Saddam (9 de abril), solamente dos helicópteros habían sido atacados, apenas con un soldado norteamericano herido en esos incidentes. El accionar de ayer superó a aquel del 23 de marzo, aún durante la campaña militar: la emboscada a la 507 Compañía de Mantenimiento, en la cual 11 soldados fueron muertos, nueve heridos y siete capturados, incluyendo a la soldado Jessica Lynch. Un total de 28 norteamericanos murió ese día en todo el país. El jefe del Pentágono indicó que el helicóptero Chinook fue abatido por un misil tierra-aire y que “hay cientos de ellos en Irak”. El último balance del Pentágono dio cuenta de 120 bajas militares desde finalizada la campaña militar, el 1º de mayo. Con las muertes durante este fin de semana (ayer murieron 16 soldados y el sábado, dos) la cifra ya asciende a 138.
Rumsfeld afirmó que hay tres tipos de personas que orquestan esta sofisticada y organizada resistencia. “Unos 100 mil prisioneros que Saddam liberó de las cárceles; combatientes que se filtraron desde Siria y Líbano –se refiere al grupo Hezbolá– y los leales al depuesto líder. Al mismo tiempo, apuntó a una coordinación entre combatientes extranjeros y locales.
Edward Luttwak, experto en estrategia militar de los Estudios Estratégicos de Washington, habló con Página/12 y se refirió también a la presencia combinada de esos tres elementos, agregando a “los sunnitas rurales del norte de Irak, que no quieren volver a trabajar la tierra. En total forman un conglomerado de 10 mil hombres activos”.
En Washington, ayer el debate oficial se centraba en establecer qué papel podría estar jugando Saddam en el espiral de violencia en Irak, tras la semana más sangrienta de los seis meses de ocupación estadounidense en ese país. El administrador civil estadounidense en Irak, Paul Bremer, dijo en Bagdad que los investigadores de Estados Unidos buscan señales de un vínculo directo de Saddam en los últimos ataques antinorteamericanos. “No tenemos pruebas de que el propio Hussein esté detrás de esto”, declaró Bremer a la cadena CNN. “Lo que tenemos es una prueba de una coordinación local y regional” entre los atacantes, añadió.
El 26 de octubre, 29 cohetes fueron lanzados contra el hotel Bagdad, donde residía el número dos del Pentágono, Wolfowitz, y al día siguiente cinco atentados suicida provocaron la muerte de más de 40 iraquíes. Para el experto Luttwak, “las fuerzas ocupantes deberían salir de las ciudades y reforzar las fronteras de Bagdad, abandonando el escenario a una guerra civil”. De modo realista, admitió: “No creo que suceda. Van a quedarse por lo menos el resto de esta administración”.

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