ESPECTáCULOS

Todas las variantes de un formato que no quiere parar de crecer

El grupo La Nave de los Sueños presenta desde hoy una nueva edición de “Sueños cortos”, la muestra dedicada a difundir cortometrajes.

 Por Eugenia García

El cortometraje es un género particular. Un género de iniciación, de lugar de partida, que muchas veces se pierde en el trajín de festivales plagados de sus “hermanos mayores”, los largos. Con el objetivo de darle el espacio que se merece, el grupo La Nave de los Sueños organiza por quinto año consecutivo la muestra Sueños cortos, dedicada exclusivamente a la promoción del cortometraje, en sus variantes documental, animación, ficción y experimental. Con la sección competitiva que se realiza todos los años, una muestra de cortos canadienses, el preestreno del documental-experimental Tina in México, de Brenda Longfellow, y la retrospectiva de animación de Pablo Rodríguez Jáuregui, el festival itinerante dará comienzo hoy en la sede de La Nave de loa Sueños (Suipacha 842), para continuar a partir del jueves en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Figueroa Alcorta 3415).
Este año, por primera vez, habrá un país invitado, que tendrá su muestra correspondiente. “Invitamos a Canadá porque creemos que, en lo que es el cortometraje, tiene una problemática parecida. Hay mucha producción pero tiene pocos lugares de exhibición, los sitios por donde pueden circular son todavía escasos”, explica Gabriel Patrono, uno de los miembros de La Nave de los Sueños. El festival itinerante continúa después por ciudades del interior, y junto a los cortos ganadores se extiende a algunas muestras en el exterior. Patrono cuenta que decidieron abrir este espacio como una forma de legitimar el género: “Salir a mostrar es la misión principal de este festival viajero. Es insólita e inesperada la cantidad de cortos que se producen en el país, en parte gracias a las nuevas tecnologías. Y lo que está pasando es que los espacios están tratando de acostumbrarse a ese caudal”, cuenta. Ocurre también que los cines no tienen proyectores adaptados al video, esa venerada nueva tecnología que permite que casi cualquiera que tenga ganas se largue a filmar. “Sólo nos falta una pata para completar el círculo: recuperar la inversión. Pero creemos que con Internet existe la posibilidad de agilizar la distribución, fundamentalmente porque el nivel local es muy bueno.”
La animación tendrá un lugar privilegiado en Sueños cortos, con la presentación de trece cortometrajes del realizador rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui. El animador, que es además docente en Rosario, es colaborador desde 1992 del programa de Canal 7 “Caloi en su tinta”. Historias de arañas y cisnes que bailan, melancólicos guardavidas, gatos que persiguen a ratones, superhéroes y personajes varios enmarcados en los más surrealistas colores se sucederán en un racconto que abarcará algunos de los trabajos de Rodríguez Jáuregui, de 1991 a la fecha. “Yo los dividiría en tres grupos: videoclips, 4 capítulos de Captain Cardozo y breves historias sobre ambientes musicales de Kabusacki”, explica el realizador. Los videoclips son The Whip, Voices y Fat Cat, para los Gauchos Alemanes; Zamba corta, para Juana Molina, y Despacio, sobre una canción de María Gabriela Epumer. Captain Cardozo es en rigor una serie de 12 capítulos pensados para televisión, de los cuales se exhibirán cuatro. Cardozo no es un superhéroe sino dos, hermanos siameses que fueron separados después de un accidente, pero que vuelven a juntarse cuando de combatir el crimen se trata. Los trabajos fueron realizados en colaboración con Gabriel Yuvone.
Discípulo del animador rosarino Luis Bras (“autor de una obra animada maravillosa y atemporal”, dice), Rodríguez Jáuregui construye algunos de sus relatos junto a Fernando Kabusacki. El trabajo en colaboración con el músico, también rosarino, se remonta al año 1991. “Desde que trabajo con Kabusacki y sus amigos estoy intentando trabajar ‘a la par’. Soy admirador de su música y me siento muy afín con su forma de producir. El desafío es alcanzar las cuotas de intensidad e inspiración de un show en vivo en el estático y laxo trabajo del dibujante”, explica Rodríguez Jáuregui. “El trabajo en colaboración tanto con los músicos como con otros dibujantes es muy enriquecedor, y nos vamos influenciando y contagiando cosas mutuamente”, señala. Pero si de contagios se trata, nada parece expandir el virus tan rápido como la web. “El formato de cortometraje y el corto animado son más difíciles de exhibir que de realizar. Pero los festivales son un circuito posible, e Internet es una ruta de distribución incomparable, junto con la televisión.”
El realizador rosarino produjo el primer corto “electrónico” junto a Kabusacki en 1990, en una computadora “Amiga 500”, con 1 mb de ram, 32 colores y sin disco rígido. Desde entonces, el panorama se ha modificado radicalmente, pero Rodríguez Jáuregui fue adaptando las técnicas según iban cambiando las herramientas. “Mayormente trabajo en dibujos lineales trazados con el mouse, pintados en algún programa y combinados con fondos hechos en papel, pero también hay trabajos en ‘collage’, que incluyen imagen real tomada de distintas fuentes, reprocesadas y combinadas”, explica Jáuregui. Ahora el terreno de los dibujos animados independientes está dominado por el Flash, un programa para la Web que multiplicó el número de animadores autodidactas en todo el mundo. “Esa forma de producción y distribución pone a novatos y veteranos, a estudios e independientes, en el mismo plano, en el que las ideas gráficas tienen que valerse por sí solas. Es un panorama absolutamente distinto al que encontramos los animadores a mediados de los ‘80. Y ponen en la mano (derecha) del animador un gran poder, pero, como dijo el tío de Peter Parker, ...’con grandes poderes vienen grandes responsabilidades’”, comenta entre risas Rodríguez Jáuregui, mientras se prepara para elegir al ganador entre los 31 cortos de la categoría animación que se presentaron para esta edición del festival. Su puesto de jurado, otro lugar de grandes responsabilidades, es un atril que comparte con Mariano Llinás, Rodrigo Alonso, Paula Hernández y David McIntosh.

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“El rayo rubio”, del realizador Pablo Rodríguez Jáuregui.
El trabajo del rosarino se verá el viernes en el Malba.
 
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