EL MUNDO › COMO ES EL PENSAMIENTO DE UN ATACANTE SUICIDA

En la mente de un kamikaze

Por Donald Macintyre *
Desde Jerusalén

Abdul Rahman Makdad, el hombre que organizó las bombas en los dos ómnibus en Jerusalén que mataron a 19 personas, describió calmadamente cómo él y el terrorista de 23 años, Mohammed Za’ul, habían comido humus para el desayuno antes de que Za’ul partiera para su primera misión en enero del año pasado. En una entrevista con este diario de abril de 2004, dijo que habían tenido una “conversación normal” mientras Makdad preparaba los explosivos la noche anterior. Añadió con frialdad: “No había ninguna necesidad de convencer a este hombre que llevara a cabo la operación. El mismo eligió ser un mártir. Lo más fácil de estas operaciones es encontrar un mártir. En nuestra nación tenemos miles de personas que quieren serlo”.
Durante el conflicto israelo-palestino de los últimos cinco años, el fenómeno de los terroristas suicidas ha sido muy estudiado. Por un lado, la experiencia israelí brinda algunas de las respuestas –a través de los frecuentes arrestos e interrogatorios a fallidos terroristas suicidas– a la todavía perturbadora pregunta de por qué hombres jóvenes, o cada vez más, entre los militantes palestinos, jóvenes mujeres están dispuestos a sacrificar su vidas, aun por una causa nacional en la que creen apasionadamente. Por otro lado, esa investigación, aunque extensa, puede dar menos claves de lo que motivó a la muy distinta célula de West Yorkshire que ahora parece haber colocado las bombas de Londres.
Es verdad que las técnicas como los videos hechos por los palestinos, y en algunos casos, atacantes suicidas iraquíes antes de una misión, o la última cena disfrutada con un ídolo reverenciado del movimiento, pueden ser formas de encerrar al suicida, evitando que lo piense dos veces. Toda la evidencia demuestra que la mayoría de los atacantes se aproxima a sus misiones con un ánimo ligero y confiado en la absoluta corrección de lo que hacen, de la forma en que lo describe Makdad.
Eso no quiere decir que los terroristas suicidas en distintos países estén motivados de la misma manera. Sin embargo, Boaz Ganor, el jefe del Instituto de Investigación Política para el Contraterrorismo de Herzilya, cree que el atacante ha tomado una decisión “totalmente racional” basada en su adoctrinamiento en una versión del Islam que prohíbe el suicidio pero alienta el “martirio” y que explícitamente asegura que el mártir irá directamente al paraíso.
Y aunque hay poca tradición de martirio en la religión sunnita islámica, el concepto de un traslado de un mundo frecuentemente miserable a uno más celestial juega, por cierto, un rol importante en muchos casos. En un hecho totémico que una nota dejada en el estacionamiento de un aeropuerto por Mohammed Atta, el líder de los terroristas suicidas que en septiembre de 2001 hicieron el mayor cambio en el orden mundial, exhorta a sus camaradas a recordar las 72 vírgenes que encontrarán en el paraíso. Los beneficios de dinero para la familia del “mártir” de las facciones armadas palestinas deben ser parte de la explicación en ciertas ocasiones.
El doctor Ganor señala que casi todos los terroristas suicidas modernos están altamente organizados y no se deben tanto a la alternativa de lo que él llama “ataques de iniciativa personal”, y sugiere que es la organización la que por lo tanto debe ser combatida. Aunque esto sea verdad, está lejos de resultar claro cuán fácil va a resultar eso en el caso de la matanza en el primer atentado suicida de Londres.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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