EL PAíS › TIRONEOS ENTRE RICO Y ADOLFO EN LA PROVINCIA

Interna con la cara pintada

Rico cree tener más peso electoral que Rodríguez Saá y se lo hace sentir. Por eso, en Buenos Aires habrá dos listas del adolfismo compitiendo por ciertas candidaturas. Otras tensiones.

 Por Martín Piqué

A dos meses de la elección presidencial, Adolfo Rodríguez Saá y Aldo Rico mantienen una relación contradictoria, con roces y desconfianzas mutuas, en la que por ahora prevalece la conveniencia recíproca. Convertidos en socios de una estructura electoral con chances de triunfar –el puntano compite por la Presidencia, el ex carapintada por la gobernación bonaerense–, su relación se ha enturbiado en los últimos meses, a medida que se acercaba el tiempo de armar las listas que competirán en la provincia de Buenos Aires. Aunque en el “adolfismo” apoyan en forma unánime las candidaturas de ambos, en la provincia de Buenos Aires se inscribieron dos listas diferentes. Una responde irrestrictamente a Rodríguez Saá y la otra se puede definir como una versión remozada del riquismo.
La negociación y las tensiones entre Rico y el “adolfismo” más puro aparecieron luego de que el gobernador Felipe Solá convocara a elecciones internas, abiertas y simultáneas para todos los partidos. Esa decisión, que los miembros del Movimiento Nacional y Popular (MNyP) atribuyeron a la urgencia de Solá por encolumnar al PJ, aceleró los tiempos y tensó las relaciones entre los representantes de Rodríguez Saá en la provincia de Buenos Aires. Rico, al que todos aceptaron como candidato a gobernador, comenzó a ponerse duro e hizo valer la intención de voto que mostraba en las encuestas. Se valió, para ello, de un nuevo tipo de “vandorismo”, aquella costumbre de presionar y negociar. Que consistía en ostentar ese supuesto peso electoral para quedarse con la mayor cantidad de espacios del distrito.
Al final, los “adolfistas” acordaron en no competir en internas abiertas –una competencia interna anterior a las presidenciales es incómoda y puede desencadenar rupturas– y decidieron presentar dos listas diferentes en la mayoría de los distritos. Las dos boletas, que representan al riquismo y a los demás sectores del movimiento, compiten por los “cargos provinciales”, esto es: las intendencias, los concejales y los legisladores provinciales. Para mantener esa segmentación, se crearon dos sellos políticos. El Frente por el Movimiento Popular, que incluye al Morena (Movimiento de Renovación Nacional) del radical Melchor Posse, al PUL (Partido Unión y Libertad) que a nivel nacional fue inscripto por el hermano Alberto Rodríguez Saá, a lo que quedó del bordonista PAIS, y a otras agrupaciones menores. El otro espacio, cuyo indiscutido referente es Rico, compite bajo el nombre de Frente Bonaerense.
Como se prevé, en los distritos más populosos –y por eso más importantes a la hora de contar votos– la discusión fue todavía más sustancial. “Es muy difícil ponerse de acuerdo en distritos, como en La Matanza, donde hay 94 agrupaciones que responden a Rodríguez Saá”, aseguró ayer a Página/12 uno de los principales candidatos que en dos meses aparecerán en las boletas del “adolfismo”. En la negociación más importante, que el martes tuvo como escenario al Hotel Sheraton que Rodríguez Saá eligió para vivir en Buenos Aires, intervienen el radical Ricardo Jorge –operador del “Cholo” Posse–, el propio Rico y varios allegados íntimos del ex presidente, como Enrique Rodríguez y Luis “Bobby” Lusquiños.
Esas negociaciones –prolongadas, tratadas con cuidado para no provocar rupturas– se notaron cada vez que el “Adolfo” quiso presidir un acto en la provincia de Buenos Aires. En sus apariciones de campaña, el candidato quería presentarse acompañado por Rico, quien tiene buena imagen en el distrito. Pero el intendente primero se mostró remiso y trató de negarse unas cuantas veces, con el argumento de que mostrarse por los municipios implicaba “jugarse” con una determinada corriente interna o espacio dentro del PJ y que eso le restaba posibilidades para su competencia por la gobernación. Las resistencias, sin embargo, no pudieron con la obstinacióndel propio Rodríguez Saá, que terminó imponiendo sus deseos. Por caso, Rico se mostró junto al “Adolfo” en un reciente acto en La Matanza.
Los vaivenes en la relación con Rico implican varias cosas. Principalmente, demuestran que el ex militar desea posicionarse como candidato con la mayor autonomía posible y que quiere que su candidatura no sea necesariamente la expresión provincial del “adolfismo”. Hace unos meses, el menemismo intentó acercarse a Rico y lo tentó con una alianza táctica. No hubo resultados, y finalmente Menem eligió a Luis Patti, aunque también impulsó a Alberto Kohan y a Alberto Pierri, que hoy lanza su candidatura. Pero para los comicios de gobernador faltan siete meses, y Rico sabe que el resultado de la presidencial condicionará cualquier candidatura. En todo caso, es previsor.

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Adolfo Rodríguez Saá y Aldo Rico compartiendo palco en provincia, una escena que cuesta repetir.
 
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