EL PAíS › EN BRASILIA LULA LE DIO UN ESPALDARAZO A LA CANDIDATURA DE KIRCHNER

Una foto con el Mercosur de marco

El trato dispensado por el presidente brasileño al santacruceño fue formal, pero muy amigable. Todo el tiempo lo llamó “presidente” y le dedicó una larga entrevista. No ocultó su rechazo a Menem. Definiciones de Kirchner sobre cuál sería su política exterior, mucho más orientada al Mercosur que al ALCA.

 Por Martín Granovsky

“¿Van a ganar, no? Ganen, porque si triunfa Menem yo me enyeso para no ir a la asunción en Buenos Aires”, dijo el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en un momento de la reunión con el candidato Néstor Kirchner. Fue uno de los dos mayores espaldarazos privados que recibió Kirchner de Lula antes del ballottage. El otro fue el trato formal de Lula, que se mostró cariñoso, pero le dijo en todo momento “presidente” a Kirchner. El apoyo público es más evidente: recibirlo en Brasilia y fotografiarse con él sabiendo que en la Argentina la figura de Lula tiene una popularidad extraordinaria.
La referencia del brasileño tuvo, incluso, la ayuda del ministro de Hacienda, el poderoso Antonio Paloci. El ministro está enyesado por una fractura y mirándolo fue que Lula imaginó la excusa. “Me enyeso hasta acá”, dijo, señalando la altura del cuello. Antes de la campaña Lula había incluido a Carlos Menem entre la juventud dorada de América latina, junto a Carlos Salinas de Gortari y Fernando Collor de Mello. El color dorado apuntaba a una medalla por la corrupción.
Ni los funcionarios brasileños ni Kirchner repitieron en público el tono de la conversación privada, que fue corroborada por Página/12 entre tres de los participantes. Sin embargo al propio candidato se le escapó una frase:
–¿Lula le dijo algo sobre el ballottage del 18 de mayo? –preguntó un periodista brasileño.
–No, sólo me deseó suerte –respondió un Kirchner al que no le cabía la sonrisa.
Por si hicieran falta gestos de lectura pública, de ésos de cronómetro en mano, Lula se encargó de estirar hasta la hora y cuarto una reunión que estaba programada para 40 minutos. A favor de Kirchner hay que decir que evitó lo obvio: mencionar que jamás Lula alargó tanto un encuentro, cosa por supuesto imposible de probar.
En la reunión Lula habló en portugués y Kirchner en español. Ninguno usó el portuñol. De los presentes, hablan castellano el vicecanciller Samuel Pinheiro Guimaraes y el jefe de la Casa Civil, José Dirceu, un puesto equivalente a la suma de la Jefatura de Gabinete y el Ministerio del Interior. Dirceu aprendió el castellano en Cuba, donde llegó en la década del ‘70 luego de salir de la cárcel tras el secuestro del embajador norteamericano en Brasil por parte de la guerrilla y su intercambio por un grupo de presos. Del portugués se encargaban el embajador Juan José Uranga y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, los dos argentinos que acompañaron a Kirchner junto al jefe de campaña Alberto Fernández y al vocero Miguel Núñez. Detrás de Kirchner, por cualquier cosa, había un traductor para emergencias.
De todos modos, hizo falta traducir una sola palabra de Lula, para que quedara nítida a los argentinos: “parcería”. Es “sociedad”, “asociación”. Así definió el presidente brasileño su proyecto de una fuerte asociación política con la Argentina, que fue contestado por Kirchner con su idea simétrica de la “integración política de América latina”.
En una conferencia de prensa posterior a la entrevista, el gobernador de Santa Cruz explicó por primera vez con cierto detalle qué entiende él por “integración política”:
- “Imaginamos un avance permanente sobre la base de una asociación madura y responsable, con acciones comunes, propuesta comunes y respuestas comunes que consoliden fuertemente el Mercosur”. - “Hay que afirmar el Mercosur, extender nuestras acciones a América del Sur y luego iremos determinando necesidades y tiempos”. (Lo cual fue una referencia a la discusión del Area de Libre Comercio de las Américas.)
- “Una integración política sólida es estratégica para la Argentina”.
- “Es frívolo discutir el liderazgo de uno u otro país. Sería un nuevo retroceso, justo cuando la región espera un comportamiento maduro, sin competencias de cuarto nivel”.
- “Nuestra política será de no alineamiento automático”. (Respuesta a una pregunta sobre las relaciones carnales con los Estados Unidos.)
–¿Cuando usted habla de mayor integración política piensa en la Unión Europea?
–Obviamente –fue la contestación de Kirchner.
Clovis Rossi, el gran columnista de Folha de Sao Paulo, le hizo dos preguntas. Una más técnica, sobre la integración. Otra más política: “¿Se puede asumir que usted no está muy entusiasmado por apurar el ALCA?”. Kirchner contestó la primera.
–¿Y el ALCA? –gritó Rossi desde su altura de jugador de básquet.
–Usted lo dijo –sonrió Kirchner.
Antes, en la reunión en el Palacio del Planalto, Lula le había sacado el tema de la integración inmediatamente después de la bienvenida. Habló de la coordinación con la Argentina como primer paso para la integración del continente, recordó el acuerdo firmado con Eduardo Duhalde para constituir un parlamento común, que Lula imagina por voto directo, a lo cual Kirchner pidió enfocar los temas desde lo político y no simplemente a partir de la discusión de aranceles.
Pero eso fue después de la bienvenida. El recibimiento, después de las fotos, un momento en que Kirchner, todavía no acostumbrado al ejercicio, en un instante dejó a Lula tendiendo una mano en el vacío, tuvo mucho fútbol. Lula es hincha del Corinthians, que la semana pasada perdió dos a uno con River.
–Los de River se quedan aquí –bromeó Lula, haciendo el gesto imaginario de dejarlos afuera.
–Yo soy de Racing –se sintió a salvo Kirchner.
De Racing es también Núñez. Lavagna es de Independiente y Fernández, de Argentinos Juniors.
El candidato aprovechó para comentar que la camiseta de Racing es la que tiene el auspicio de Petrobras. El diferendo sobre Transener quedó así instalado suavemente, con el compromiso de una discusión más afinada a nivel técnico.
Lula estuvo toda la reunión con una libretita y una lapicera. Anotó respuestas de Kirchner y usó el papel para explicar didácticamente el detalle de sus dos reformas actuales: la tributaria y la de las jubilaciones. En el segundo caso, el gobierno brasileño apunta a fijar un piso y un techo, y limitar las jubilaciones de privilegio de los funcionarios públicos mejor pagos cobrándoles incluso un porcentaje fijo a los que ganan por encima de cinco salarios básicos.
Sobre el final el presidente brasileño contó que tenía un lago en la residencia y que había sembrado algunos peces para poder pescar sin esfuerzo.
–No soy como Duhalde, que hace kilómetros para pescar –ironizó, y cambiando de tema preguntó cuándo podría comer cordero patagónico.
–Pero si yo envié cordero de regalo con Duhalde... –se extrañó Kirchner.
–Se lo debe haber comido Duhalde en el camino, porque a mí nunca me llegó –dijo Lula, que el 25 de mayo prometió estar en Buenos Aires. Siempre, claro, que no tenga que enyesarse.

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Lula y Kirchner compartieron una reunión amigable. Cada uno habló en su idioma y casi no hizo falta traductor.
 
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