ESPECTáCULOS › LOS TANGUEROS QUE TESTIMONIAN LA CRISIS

Arrabal del siglo XXI

Buenos Aires Negro, Juan Vattuone, Patricia Barone-Javier González, Buono-Ceretti, entre otros, proponen temáticas que se alejan de la postal, cada vez que retratan con crudeza la realidad social del país.

 Por Fernando D´addario

El tango oficial argentino, tan propenso al arquetipo, parece resignarse a sus chispazos de sobrevida, que brillan en Japón o en Francia, y se apagan en la vida cotidiana de Buenos Aires. Pero hay otro tango debajo de la postal: fuera de las tanguerías for export, un puñado de tangueros recogen el guante de la vieja poesía social y la proyectan al siglo XXI. Buenos Aires Negro, Juan Vattuone, Patricia Barone y Javier González Quinteto, Carlos Buono-Carlos Ceretti, entre otros, describen la realidad con un enfoque distintivo, casi siempre valiéndose de una suerte de lunfardo hiperrealista.
“Hay que darle una nueva jeta al tango –pide Peche, cantante y letrista de Buenos Aires Negro, en diálogo con Página/12–. Lo que tuvo el rock en su momento, con Moris, Manal, y que hoy no se lo ves a la mayoría de las orquestas, donde se toca el fueye como si fuera una máquina de escribir. Hay una cosa utilitaria, engominarse para conseguir laburo y nada más. Queremos que el tango refleje lo que nos está pasando”. Buenos Aires Negro tiene un disco en la calle. Se llama Turra vida y desborda realismo sucio suburbano. La banda, post piazzolleana en su concepción musical y bien de barrio bajo en su temática, inaugura hoy con Culebrón Timbal un ciclo de música ciudadana en IMPA, La Fábrica Ciudad Cultural. La idea de Peche, con otros artistas, es armar un circuito alternativo, tocar en fábricas recuperadas, concretar giras temáticas. También Vattuone participará del ciclo, en una fecha próxima. Todo un personaje. Ex militante de la JP en los ‘70, infancia murguera, familia de tango, espíritu rolling stone, se planta en el escenario con su guitarra y canta sus propios temas, que navegan entre un humor ácido y la denuncia implacable, aunque no panfletaria. “Lo mío es tango con cojones”, define el cantautor. “A mí no me pegó lo de la melancolía. Y yo me comí la dictadura, estuve detenido, no me la contaron. Pero el ambiente del tango fue bastante facho e hipócrita. Hoy esas fronteras entre lo que se podía decir y lo que no, se han disipado. Así como creo que Charly García es el Cátulo Castillo de hoy, me resulta lógico y natural poder escribir tangos sobre los desaparecidos, la merca, la corrupción”. Tiene una canción, “Misántropo”, muy festejada por su público. Vattuone dice que está dedicada a la clase política en general, pero la gente la asocia a un ex presidente, que quiere volver, y que el cantor no quiere nombrar (ver recuadro).
Patricia Barone y Javier González militan en el Polo Obrero, pero, aclaran, lo suyo no es “tango piquetero”. Aunque, se enorgullecen, “somos los piqueteros del tango”. González, fundador de “LuchArte” y de “Autoconvocados por el Tango”, apuesta a “un tango vivo, que no sea una pieza de museo. Manzi, Discépolo, eran luchadores políticos. Con el correr de los años, el discurso que predominó fue el del champán, la viejita, la mina, lo menos combativo. Nosotros somos los Pugliese de ahora. Estamos en las luchas populares”. Mañana actúan en La Casa del Poeta (Buen Viaje 1171, Morón). Allí el público podrá escuchar, por ejemplo, “Pompeya no olvida”, el primer tango que habló sobre chicos desaparecidos. Por último, como síntoma del aquí y ahora del tango, Carlos Ceretti escribió “Carritos cartoneros”, parábola trágica del arrabal versión siglo XXI.

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Vattuone y Patricia Barone-Javier González esquivan la complacencia.
 
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