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En medio de la debacle, Alfonsín juega con Kirchner y hasta Solá

Alfonsín está casi recluido en su casa, donde recibe a los dirigentes de la UCR que aún buscan su consejo. Los impulsa a trabajar en respaldo del santacruceño y, de acuerdo con su antigua estrategia bipartidista, hasta sugirió que algunos intendentes cierren un acuerdo con Solá.

 Por José Natanson

Recluido en su departamento de la avenida Santa Fe, donde lo visitan los pocos dirigentes que aún buscan su consejo, Raúl Alfonsín hace esfuerzos para mantener juntos los restos de su partido. Y, mientras los radicales huyen en estampida hacia destinos más prometedores, intenta profundizar su estrategia de pactar con el peronismo. No sólo dio instrucciones para que los dirigentes que todavía le responden trabajen activamente por la candidatura de Néstor Kirchner, sino que también se animó a algo que hasta hace poco parecía impensable: sugirió a algunos intendentes de la provincia de Buenos Aires –como Ricardo Jano– que cierren cuanto antes un acuerdo para llevar la boleta a gobernador de Felipe Solá.
“No está deprimido, pero sí preocupado”, define un radical que dialoga habitualmente con Alfonsín. “Cree que la anarquía interna puede ser terminal, pero no sabe bien cómo frenarla”, añade.
Es difícil imaginar una situación peor para el radicalismo, que luego de la bochornosa elección del 27 ha comenzado a sufrir la diáspora de sus dirigentes. Algunos líderes provinciales, como el gobernador mendocino Roberto Iglesias, están cada vez más cerca de formalizar un pacto con Ricardo López Murphy. Otros, como el catamarqueño Oscar Castillo, apuntan al peronismo. Y algunos candidatos, como el cordobés Oscar Aguad, se mantienen dentro de los márgenes partidarios, aunque suman el apoyo de Recrear y otras fuerzas provinciales.
Golpeado y sin el liderazgo de siempre, Alfonsín lucha por organizar el desastre. Su estrategia no es novedosa, y consiste básicamente en mantener el apoyo otorgado a Eduardo Duhalde luego del colapso de la gestión de la Alianza.
En sus conversaciones semanales con el Presidente, Alfonsín comprometió el apoyo del sector partidario que aún le responde a Kir-
chner. No pudo lograr el respaldo explícito del Comité Nacional, que decretó libertad de acción. Pero Leopoldo Moreau, el fallido candidato auspiciado por Alfonsín, se apresuró a anunciar que utilizaría esa libertad para votar al santacruceño.
No es la única movida que alienta el ex presidente. En una apuesta casi tan difícil como la nacional, la UCR bonaerense decidió candidatear a Margarita Stolbizer, una diputada storanista apenas conocida, que figura muy lejos de los postulantes del peronismo. En este contexto, un puñado de los 63 intendentes radicales bonaerenses, muchos de los cuales cuentan con prestigio local y posibilidades de ser reelectos, comenzó a explorar acuerdos con otras fuerzas para evitar que la deslucida fórmula a la gobernación aplaste su performance. Algunos, como Helios Eseverri, de Olavarría, podrían acercarse a López Murphy, que lleva como candidato a gobernador a Hernán Lombardi.
Pero la estrategia de Alfonsín es otra. Quiere aprovechar aquellas localidades donde la UCR está fuerte para cerrar acuerdos puntuales con Solá. El gobernador peronista conseguiría así más votos, sobre todo en el interior provincial, gracias al apoyo de algunos radicales, que llevarían dos boletas para la gobernación: la suya y la de Stolbizer. Uno de los intendentes radicales que podría aceptar el acuerdo sería el de Lobería, Ricardo Jano, que supo alinearse con Moreau.
Alfonsín sostiene que de esta forma el radicalismo preservaría su poder territorial sin que sus dirigentes más valiosos emigren hacia otras fuerzas. Y cree que sería, también, un modo de profundizar el acuerdo con el peronismo bonaerense. “Nosotros apoyamos el gobierno de transición desde un principio, aun en los momentos difíciles, como cuando había que votar la derogación de la Subversión Económica. En ese momento se oponían todos, incluso Kirchner, pero nosotros aguantamos. Pagamos todos los costos, pero no obtenemos ningún beneficio”, se queja el ex presidente ante sus íntimos.
Aunque suene extraña, la estrategia de profundizar acuerdos PJ-UCR forma parte del pensamiento más profundo de Alfonsín, que siempre concibió la política argentina como un equilibrio precario entre las dos fuerzas mayoritarias. Este enfoque pactista y cupular de la política –inspirado en los grandes acuerdos europeos como el Pacto de la Moncloa o las coaliciones de la posguerra italiana– fue impulsado por el ex presidente en más de una oportunidad: primero fue el tercer movimiento histórico. Y después, ya derrotado y en versiones que parecen caricaturas de la original, el Pacto de Olivos con Menem y el acuerdo bonaerense con Duhalde.

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“No está deprimido, pero sí preocupado”, dicen de Raúl Alfonsín los que lo ven más seguido.
 
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