EL PAíS › TRES TESTIGOS CONTARON CóMO VIERON EL HOMICIDIO DE MARIANO FERREYRA

“Se agazapaba y tiraba”

Los testigos Eduardo Belliboni y Lisandro Martínez, compañeros del PO de Mariano Ferreyra, identificaron a Cristian Favale como el integrante de la patota ferroviaria que disparó. El abogado Gustavo Mendieta fue cuestionado.

 Por Irina Hauser

La audiencia de ayer del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra dejó satisfacciones y disgustos tanto para las querellas como para las defensas de José Pedraza y Juan Carlos “Gallego” Fernández, la patota de la Unión Ferroviaria y los policías acusados. El testigo Eduardo Belliboni, del Partido Obrero (PO), dijo en forma contundente que la persona a la que vio disparar un arma de fuego hacia los trabajadores tercerizados y otros manifestantes era el barrabrava Cristian Favale. “Buscaba el ángulo para tirar, apuntaba, se agazapaba y tiraba (...) Sabía lo que hacía”, recordó. Lisandro Martínez, también del PO, coincidió con la descripción en la forma de empuñar el arma, su aspecto “robusto” y su remera azul. Ambos narraron en forma similar el ataque de los ferroviarios y aludieron a la inacción de la Policía Federal. El último testimonio del día, el del abogado de los tercerizados Gustavo Mendieta, fue cuestionado por los defensores, que señalaron contradicciones con lo que había declarado durante la instrucción de la causa. Hubo planteos de falsedad de su relato y hasta de detención. El Tribunal Oral Criminal 21 (TOC21) decidió resolverlos cuando dicte sentencia.

“Se nos venían encima”, fue la imagen que dio Belliboni, apodado Chiquito, del momento en que la patota de la UF comenzó a acercarse a los manifestantes que habían ido a la estación Avellaneda a reclamar por la regularización de los tercerizados de la línea Roca y que ya estaban emprendiendo la retirada. A “10 o 15 metros empezaron a arrojar piedras, palos y botellas; devolvimos lo que nos tiraban para defender a nuestros compañeros”, explicó ante el TOC21. “Me llamó la atención que los patrulleros no estaban”, señaló. “¡Están tirando con plomo!”, contó que le avisó Nelson Aguirre, el primer testigo del juicio, quien recibió dos balazos. Luego “vi a una persona tirando de una manera particular”, “se tapaba con la mano”, “buscaba el ángulo” y “tiraba” inclinado. Belliboni, de mediana edad y barba candado, aclaró que al declarar ante la jueza de instrucción Wilma López no pudo identificar al tirador, pero que días después, cuando vio la imagen de Favale en televisión y en los diarios, advirtió que “era la persona que tiraba hacia donde yo estaba, y en esa dirección”. “Cien metros para atrás –agregó– estaba Elsa Rodríguez”, quien recibió un disparo en la cabeza.

Martínez, el primero en declarar ayer, canoso y delgado, había hecho un retrato muy similar de quien vio disparar: “Vi a un gordito”, “que tiraba poniendo las manos en el arma, como los tiradores profesionales”, “yo estaba a veinte metros”. “No estaba quieto, estaba en acción, vestía chomba azul oscura, creo que vaqueros, era robusto” y “estaba semiagachado”, precisó. “Tiraron a matar porque defendían un negocio enorme, porque si no, ¿qué es lo que obliga a tirar a matar?”, planteó. Martínez hizo un racconto de la convocatoria y la movilización del PO con otras fuerzas y la imposibilidad de concretar el corte de vías porque los ferroviarios –que señaló como “seleccionados y con permiso de la Ugofe”– les impedían subir por el terraplén. Concordó con Belliboni en que a los manifestantes que intentaron volver hacia los agresores les “cerró el paso” la Policía Federal. En cambio, ellos pidieron ayuda “sin éxito” a los policías, que se mostraban “indolentes”.

Belliboni dijo que vio a Mariano Ferreyra tirado en el suelo “como si le faltara el aire”. Luego entendió que lo habían baleado y contó cómo lograron parar una ambulancia particular. El último testigo, Gustavo Mendieta, también habló de Mariano: “Lo veo que se acerca a una esquina agarrándose el pecho. Pensé que estaba cansado. Se apoyó en una pared y quedó recostado. Unas mujeres le daban aire y me acerqué. Las mujeres me dijeron que tenía un ataque de nervios, yo le decía ‘tranquilo que ya nos vamos’. Me dijeron que era un ataque de epilepsia, pero le revisé la lengua y estaba sobre los dientes. Vi un agujerito en la remera, chiquito como el agujero que deja una birome Bic. Le levanté la remera y vi el agujero de bala que no sangraba”.

Hasta ahí, el testimonio de Mendieta no tuvo observaciones de los defensores, pero comenzaron a atosigarlo con preguntas y señalamientos cuando dijo que no había visto a nadie disparar. Uno de los letrados advirtió que al declarar en instrucción había dicho que vio gatillar a dos personas. Mendieta aclaró ante el TOC21 que eso es lo que había escuchado decir a otros. También sostuvo que los manifestantes no llevaban palos ni piedras y que el objetivo era presionar para lograr una reunión en el Ministerio de Trabajo, pero las defensas le marcaron que en 2010 había dicho que usaron esos elementos y que había una reunión pautada para ese día. Ante el intríngulis, el testigo sorprendió al decir que la realidad era que no había leído el acta de la declaración que prestó ante la fiscal Cristina Caamaño: “Sé que esto habla mal de mí como abogado, pero hacía ocho horas que estaba declarando y no leí lo que firmé”. Se tenía que ir, justificó, a una reunión a la cartera laboral y por eso había pedido declarar otro día, por lo que discutió con la fiscal.

Ahí los defensores empezaron a hacer planteos a coro. Uno planteó la falsedad ideológica del acta de instrucción; otro, el falso testimonio y otro pidió la detención de Mendieta. El defensor de Pedraza anticipó más nulidades. Las querellas plantearon que no eran cuestiones determinantes y la fiscal María Luz Jalbert coincidió. El TOC postergó su decisión para el final del juicio. Los defensores se jactaban de haber debilitado a un testigo. Las querellas le restaron trascendencia, habiendo cientos de testimonios directos, y pusieron el énfasis en la identificación de Favale, que no era ferroviario sino –dice su procesamiento– un barrabrava llevado especialmente al lugar.

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Cristian Favale fue señalado como el que disparó contra los trabajadores tercerizados.
Imagen: Rafael Yohai
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