La presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió ayer en la residencia de Olivos al ministro de Defensa, Arturo Puricelli. El hundimiento del buque Santísima Trinidad en Punta Alta, Bahía Blanca, fue uno de los temas de agenda aunque no se informó sobre el contenido del encuentro. Puricelli ordenó la sustanciación de un sumario para deslindar responsabilidades sobre la avería de la nave que desde el 2004 estaba fuera de operaciones y destinada al desguace. En declaraciones periodísticas, el ministro no descartó ninguna hipótesis, incluido “un sabotaje”. “He hablado con la Presidenta sobre esta cuestión, pero lo que hablo con la Presidenta no lo comento en los medios”, dijo el ministro antes de la charla cara a cara.

En la Armada informaron a este diario que “en los próximos días, cuando los buzos puedan empezar a trabajar, se tendrá un informe preliminar sobre las razones del hundimiento”.

Puricelli había dicho que se le caería la cara de vergüenza cuando tuviera que explicarle a la Presidenta los motivos del hundimiento del buque. Ayer, antes de entrevistarse en Olivos con la mandataria, el ministro explicó que “cuando hablo de sabotaje no necesariamente hablo de un explosivo. Sabotaje es, por ejemplo, dejar adrede las puertas abiertas en los compartimentos del buque”. En este sentido, Puricelli sostuvo que “no es un tema presupuestario” el que determinó el hundimiento del buque, sino “un gesto de atención y vigilancia mínima que debía tener la guardia asignada, que se ve que no ha cumplido con su rol”.

Además, sostuvo que, en el marco del sumario interno iniciado para investigar las causas del hundimiento del Santísima Trinidad, pidió que se le dé un minucioso detalle del personal y las funciones que cumplían en relación con el buque Santísima Trinidad. El sumario está a cargo de un almirante en la base de Puerto Belgrano.

En la Armada explicaron que los buzos están esperando que el buque se termine de asentar en el lecho para que no se mueva y poder realizar los peritajes. En principio, explican que el agua entró por tuberías que se rompieron y el agua provocó más daño al entrar al casco, que no tenía mantenimiento desde hace años.

En el Edificio Libertad, los marinos esperan el resultado de la investigación encargada en forma urgente por Puricelli y desmienten cualquier sanción –pase a retiro– de oficiales “porque todavía no hay ningún resultado, el trabajo recién se inicia”.

En 2004, el buque –gemelo del Hércules– había pasado al estado de “radiado”, es decir destinado al desguace. El barco, de origen inglés, fue ensamblado en los astilleros Río Santiago y en los albores de los ’70 sufrió un atentado de Montoneros. La avería producida por ese episodio lo dejó siempre herido. Durante la guerra de Malvinas trasladó tropa pero no entró en batalla. Un oficial recordó que los ingleses se habían reservado los códigos del funcionamiento misilístico de la embarcación y, obviamente, no los habilitaron.

“Como buque, es un casco vacío”, repiten oficiales de la Marina y aseguran que todo el sistema electrónico y mecánico ya había sido utilizado para reparar otras embarcaciones. De hecho, el Hércules fue modificado utilizando el material del Santísima Trinidad. La Armada asegura que el barco “no estaba en reparación” porque ya había sido declarado en desuso. “Aunque a la Armada le duplicaran el presupuesto, no se destinaría dinero a repararlo, no es operativo, no entraría en la planificación anual para reparar”, especuló un oficial.

Puricelli criticó a “aquellos que vendieron y desguazaron la industria para la producción de la defensa” y hoy hablan de “políticas de defensa”. “No tenemos la flota militar de la década del ’70 o del ’78 en particular, cuando estuvimos a punto de declarar la guerra a Chile, que teníamos mucho poder de fuego pero no teníamos política de defensa. Hoy tenemos un país absolutamente seguro, con una política internacional que le garantiza la defensa”, afirmó.