EL PAíS › LOS ALE, SOSPECHADOS POR NEGOCIOS DE PROSTITUCIóN, ARMAS Y JUEGO

Una familia asociada con actividades turbias

Durante el juicio por la desaparición de su hija, que finalizó en diciembre del año pasado y en el que terminaron absueltos todos los imputados, Susana Trimarco los había señalado como “los responsables del secuestro de Marita”. Ante el mismo tribunal y por el mismo caso, Daniela Milhein, una de las 13 personas absueltas, acusó, a su vez, a uno de ellos como la persona que la había obligado a ejercer la prostitución: “Nunca he cobrado plata. El la cobraba (...) El me hacia trabajar”. Ambas declaraciones tuvieron el mismo destinatario. La madre de Marita Verón, por un lado, y Milhein, una de las imputadas por el otro, apuntaron aquella vez a la misma familia: “los Ale”. Conocidos en la provincia de Tucumán por sus vinculaciones con la política y el fútbol, la historia de la familia Ale está plagada de acusaciones y sospechas que incluyen casos de prostitución, drogas, armas de procedencia ilegal, usurpación de tierras y muertes no esclarecidas. A esta larga lista se le suma ahora el presunto lavado de dinero realizado en empresas de la familia y por el cual ayer la Unidad de Información Financiera allanó unas quince propiedades.

La denominada “banda de los Ale”, liderada por los hermanos Rubén “La Chancha” Ale y Angel “El Mono” Ale, comienza su acumulación de poder cuando en los ’80 se impone frente a otro grupo en la interna por la conducción de la barra brava del club San Martín de Tucumán. Por ese entonces, tanto Angel como Rubén ya tenían antecedentes con la Justicia. Habían logrado salir absueltos en varios casos por amenazas, asociación ilícita y homicidio. El crecimiento del poderío de la familia en la provincia se traduciría en la adquisición de campos, casas de juego, el boliche bailable Five Stars, la remisería Cinco Estrellas y otras empresas de transporte.

El caso Marita Verón daría a “los Ale” trascendencia nacional. Las acusaciones y sospechas que caían sobre esta familia empezaban a cruzar la frontera provincial. Al menos dos de las imputadas y luego absueltas por el tribunal tucumano en el caso Verón tuvieron relación con Rubén “La Chancha” Ale. María Jesús Rivero era, junto a él, la dueña de la remisería Cinco Estrellas en uno de cuyos autos habrían secuestrado a María de los Angeles Verón. Por ese entonces Rivero y Ale eran pareja, y de esa relación tuvieron un hijo. Fue también un auto de la misma agencia de remises que ambos administraban el que intentó en el año 2002 atropellar a Susana Trimarco. Poco antes, Rubén Ale había citado a su empresa al esposo de Trimarco para cuestionarlo por las insistentes denuncias públicas que realizaba su mujer y recomendarle que le pegara una cachetada en la boca para que se detuviera.

La otra mujer vinculada con Ale, Daniela Milhein, acusada de haber mantenido cautiva en su casa a la hija de Trimarco, y luego absuelta, al igual que el resto de los procesados, fue también señalada como una de sus ex parejas. Sin embargo, durante el juicio, Milhein negó haber sido su pareja y lo denunció por haberla obligado a ejercer la prostitución. Al igual que con Jesús Rivero, La Chancha tuvo un hijo con Milhein.

El ex presidente del club San Martín de Tucumán fue señalado en reiteradas ocasiones por Susana Trimarco como la persona que maneja la prostitución en la provincia.

Algunas horas antes de la lectura del fallo que absolvería a los trece acusados por la desaparición de Verón, Trimarco recibió una carta anónima en la que una persona que decía ser funcionario del Poder Judicial de Tucumán le advertía que La Chancha Ale estaba intentando sobornar a la Justicia. Finalmente, los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lescano sostuvieron que en contra de los trece acusados sólo había testimonios, pero no pruebas contundentes. A su vez, indicaron que Rubén Ale nunca fue citado a declarar en la causa “ni como testigo ni como imputado” y remarcaron que tampoco la querella lo pidió en el juicio como testigo.

Los abogados de Susana Trimarco apelaron el fallo a la Cámara de Casación Penal. La querellante también presentó un pedido de juicio político contra los integrantes del tribunal oral. Ambas demandas están pendientes. El caso, después de tantos años, aún no está cerrado. Y el poder invisible que hizo desaparecer a Marita Verón se mantiene, al menos, hasta ahora.

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