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El Ejército le aplicó, por esta vez, una sanción verbal a Brinzoni

El general Mario Chretien a cargo de la fuerza –Bendini está de licencia- le comunicó al ex jefe del Ejército “un apercibimiento verbal” por criticar la política militar.

 Por Nora Veiras

El ex jefe del Ejército Ricardo Brinzoni fue citado ayer de urgencia al Edificio Libertador. El motivo: comunicarle una sanción verbal por haber criticado públicamente la política militar del presidente Néstor Kirchner. “No lo vamos a victimizar porque eso es lo que está buscando, pero tampoco se puede dejar pasar este desafío”, razonaban algunos altos oficiales. Quien supuestamente busca ser “victimizado” es el ex jefe del Ejército Ricardo Brinzoni “para transformarse en el vocero de los retirados que temen ser extraditados para ser juzgados”. Por eso la decisión del titular de la fuerza, Ricardo Bendini, quien conversó del tema en Washington con el Presidente, fue evitar, por esta vez, el arresto. La decisión fue transmitida al general Mario Chretien y él fue el encargado de hablar con Brinzoni.
“A pesar de que (Néstor) Kirchner haya declarado en sus discursos que hay que mirar al futuro, creo que hay una regresión al pasado en el tema militar y eso no es bueno”, declaró anteayer Brinzoni desde los micrófonos de Radio 10. “Combatir la impunidad es una manera de incrementar la calidad institucional”, había dicho Kirchner durante el discurso en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas y sentenció: “El reencuentro no puede venir desde el silencio o la complicidad”.
Apenas asumió, el Presidente barrió con las cúpulas del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea y marcó como eje de su política castrense “memoria y justicia”. La posibilidad de derogar los decretos de Menem y De la Rúa que rechazan “in limine” los pedidos de extradición de represores argentinos para ser juzgados en el exterior es lo que más preocupa a los uniformados. Ese temor empezó a corporizarse ayer con la llegada a la Argentina de los pedidos de detención enviados por el juez español Baltasar Garzón (ver aparte).
“Cuando se van a derogar esos decretos es una decisión de Estado que sólo el Presidente puede tomar. Es un tema complejo porque implica también a otros países. Sabemos que en su gira por Europa el Presidente habló en España sobre esto con (José María) Aznar”, explicaban ayer en la Casa Rosada. La alternativa que aparece como menos traumática –paradójicamente también para los propios militares– es que la Corte Suprema falle a favor de la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los militares exculpados sean juzgados en el país.
“Quienes cometieron excesos y delitos fueron erradicados hace tiempo del Ejército y no tengo con ellos ningún contacto. En cambio los que cumplieron órdenes y se comprometieron de acuerdo a lo que uno espera de un soldado están tranquilos con su conciencia”, dijo Brinzoni reivindicando, de hecho, el criterio de obediencia debida que su antecesor Martín Balza había cuestionado al realizar la autocrítica de la actuación de las Fuerzas Armadas durante la dictadura. En su momento, al asumir como jefe de la fuerza, Brinzoni reimplantó el criterio de que “el Ejército es uno”, es decir que los retirados volvieron a sentirse representados a diferencia de la ruptura que había marcado Balza con quienes seguían reivindicando la dictadura.
Anoche, un comunicado de prensa del Estado Mayor General del Ejército informó que “efectuadas las apreciaciones jurídicas y reglamentarias pertinentes el general Brinzoni fue apercibido por sus manifestaciones conforme a las normas vigentes en el Ejército” y también “le fue expresado que toda inquietud institucional deberá ser oportunamente canalizada a través de la estructura orgánica de la fuerza”. En buen romance, intimaron al jefe pasado a retiro el 30 de mayo a callarse la boca a menos que busque una sanción más severa.
Teniendo en cuenta que Brinzoni habló el día en que Kirchner estaba volando rumbo a Washington y cuando sabía que el jefe de la fuerza también estaba fuera del país, en el Edificio Libertador no dudan de laintencionalidad política de su aparición. “Ya la Armada ordenó el arresto de los marinos que firmaron una solicitada criticando la política militar del gobierno. El Ejército hizo lo propio con un oficial que mandó una carta de lectores en el mismo sentido. Es evidente que Brinzoni está buscando meter más presión”, analizaban en el Gobierno. El embate podría provocar el efecto boomerang: “Kirchner decidió ir a fondo con el tema militar y no va a retroceder”.
Anteayer también fue el día en que Brinzoni recibió una buena noticia: la Cámara Federal de Resistencia, Chaco, le sacó la causa por la investigación de la masacre de Margarita Belén al juez Skidelsky. En ese expediente el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) denunció al ex jefe del Ejército, quien fue secretario de la intervención de esa provincia cuando se produjo el fusilamiento de veintidós presos políticos.
“Es un hombre inteligente. Sus declaraciones no son un exabrupto detrás de esto hay una estrategia”, repetían en Gobierno y atribuían a Brinzoni la intención de convertirse en el vocero del “malestar” de los oficiales por la revisión de las responsabilidades individuales durante el terrorismo de Estado.

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El ex jefe del Ejército Ricardo Brinzoni fue citado ayer de urgencia al Edificio Libertador.
 
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