EL PAíS › OPINION

Las voces del silencio

Por Jorge Rivas *

Monseñor Eduardo Mirás, presidente del Episcopado católico, pidió públicamente el miércoles “no caer en el extremo de la impunidad ni en el extremo de la venganza”. Se refería, claro está, a la situación planteada luego de que el juez español Baltasar Garzón solicitara la extradición de 46 militares y civiles señalados como responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestro país, y después de que en estas latitudes tomara fuerza la idea de derogar las leyes y decretos que consagraron la impunidad.
Mirás integra una institución que durante los años ‘70 toleró el terrorismo de Estado con el que la dictadura militar victimizó a buena parte de los argentinos. También debe decirse que aún se aguarda de esa institución una autocrítica pública por esa actitud que en el pasado la llevó a ganarse el despectivo mote de la Iglesia del Silencio.
Mirás debería asumir que su alerta contiene, al menos, un error semántico. En efecto, una sociedad no puede “caer en el extremo de la impunidad” cuando, desde hace tiempo, está inmersa en ella conviviendo no sólo con los militares genocidas de los ‘70, sino también con los genocidas económicos, sociales y culturales que siguieron devastando a nuestro pueblo en las décadas siguientes. De lo que se trata, entonces, es de emerger de la impunidad demostrando nuestra capacidad para vivir en un estado de derecho, del cual la Justicia es un elemento vital e imprescindible.
Por su parte, el segundo riesgo advertido por Mirás parecería, cuando menos, extemporáneo. En efecto, una sociedad que durante más de cinco lustros ha reclamado con madurez verdad y justicia es una sociedad insospechada de ceder a la tentación de venganza que preocupa a monseñor.
En consecuencia, si los argentinos pretendemos salir de la impunidad mediante la aplicación de los debidos procederes judiciales, la advertencia de Mirás es tan innecesaria como significativa.
Y decimos significativa, porque al introducir la idea de “venganza”, monseñor estaría impregnado de un tufillo revanchista y, por tanto, deslegitimando de antemano a cualquier proceder legislativo y/o judicial encaminado a sancionar los delitos cometidos por los terroristas de Estado. Si cuando su voz se necesitaba para parar la barbarie militar la jerarquía eclesial optó por el mutismo, sería oportuno que cuando los argentinos estamos dispuestos a resolver cuestiones pendientes, los hombres como Mirás optasen por un modesto y recatado silencio.
* Presidente del bloque Socialista de la Cámara de Diputados y candidato a gobernador de Buenos Aires.

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