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Tras un escrache, la Legislatura iba a aprobar el pliego de Cruz

La actriz que elogió a Videla fue escrachada en un bar. Luego, en una larga sesión, se discutió su pliego. Al cierre de esta edición, la aprobación del ingreso de Elena Cruz parecía un hecho.

Mientras tomaba un café a dos cuadras de la Legislatura esperando la sesión, decenas de militantes la esperaban afuera para escracharla. Minutos después y custodiada por un policía, Elena Cruz salió del bar en medio de huevazos y carteles volando sobre su cabeza y la de su marido, quien terminó lastimado. Así comenzó la jornada en la que los legisladores porteños debían debatir la incorporación de la actriz a la banca que dejó vacante Alberto Fernández cuando asumió como jefe del Gabinete presidencial. Al término de esta edición la discusión continuaba dentro del recinto pero todo parecía indicar que la entrada de Cruz era un hecho.
La mayoría de los argumentos cuestionaron su postura ideológica a favor de la dictadura, aunque aceptando que fue votada por la gente y que no existe impedimento legal para negarle la banca. “Los desaparecidos fueron doscientos cuarenta y cuatro”, “Videla es un mártir”, “El Juicio a las Juntas fue un mamarracho” son sólo algunas de las frases que no deja de repetir cada vez que le acercan un micrófono. Pese a la polémica que generó y va a seguir generando, Elena Cruz ocuparía a partir de hoy y hasta el 10 de diciembre una banca en la Legislatura porteña.
“¿Ustedes van a dejar que una persona que dijo poner las manos en el fuego por Jorge Rafael Videla ponga su mano sobre la Constitución Nacional?”, preguntó al resto de los legisladores Vilma Ripoll. Ante los aplausos de la mayoría y el silencio de unos pocos, la integrante del bloque de Izquierda Unida explicó la razón de su pedido de impugnación para que Cruz no ocupe un lugar en la Legislatura. Después de leer dos testimonios de sobrevivientes de la Esma y llorando de bronca, Ripoll dijo que lo que buscaba “no es recortarle su opinión sino evitar que siga haciendo propaganda política a favor del genocidio desde una banca. Si cambian las condiciones objetivas va a impulsar desde aquí una nueva dictadura”.
Otra legisladora que expresó su repudio al ingreso de la actriz fue Beatriz Baltroc (ARI). “Estoy segura de que no nos anima una intención de exclusión política. Pero si tenemos memoria, respetamos nuestra Constitución y creemos en la libertad, nuestra decisión debe impedir que Elena Cruz oscurezca una banca de este cuerpo”, advirtió.
Si bien el resto de los legisladores coincidieron en que los dichos de Elena Cruz son repudiables y hasta se la calificó de “personaje cómplice del terrorismo”, la discusión giró en torno a cuestiones legales. “No quiero estar sentado al lado de ella, pero no encuentro requisitos constitucionales para impedir que entre a la Legislatura”, expresó Julio Crespo Campos, de la UCeDé. “Esto se va a terminar transformando en delito de opinión”, coincidió el justicialista Julián Licastro. “La discusión es en términos jurídicos sobre lo que puede (o no) hacer la Legislatura”, aseguró el radical Cristian Caram desde su banca de vicepresidente primero. A su vez, el diputado demócrata progresista, Oscar Moscariello, integrante de la Comisión de Asuntos Constitucionales, aseguró que “en un Estado de derecho no es válido quebrar, fracturar o limitar la legitimidad emergente del voto popular porque es anticonstitucional” por lo cual, advirtió, “aunque Elena Cruz no nos guste, fue elegida por la gente”.
Mientras seguía el debate, en algún despacho del edificio Elena Cruz esperaba la decisión. Desde temprano confiaba a los medios: “Hoy juro. Seré la nueva legisladora”. Los huevos y los carteles que volaron cuando salió del bar y su marido sangrando en la cabeza, no disminuyeron su optimismo. “Están todos pagados. Estos son los demócratas de mi patria”, gritaba entre los manifestantes y los periodistas.
La discusión alrededor de la incorporación de quien defiende a viva voz a represores, asesinos y torturadores comenzó meses atrás cuando Alberto Fernández fue elegido por Néstor Kirchner como su jefe de Gabinete. La decisión del Presidente tuvo efecto rebote: el espacio que ocupaba Fernández en representación del partido liderado por Domingo Cavallo en los comicios de 2001 quedó libre y la actriz, número 22 en esa lista, se transformó en la sucesora de su sillón. Sin embargo, las cosas no fueron tan fáciles para Cruz. Entre consultas legales, los legisladores repudiaron su ingreso y presionado, Cavallo le pidió la renuncia aunque sin éxito. Intentó quitarla de su lista pero la Justicia consideró que ya era tarde. Después vino el pedido de impugnación impulsado por Ripoll, que llevó la cuestión a la Comisión de Asuntos Constitucionales y a la Junta de Interpretación y Reglamento. Ambas trataron el pliego pero no se pusieron de acuerdo, lo que llevó el tema nuevamente al recinto.
Ayer, tras el parate que impuso el calendario electoral, llegó la (tardía) hora de resolver el entuerto. Al cierre de esta edición, los oradores seguían hablando y la lista amenazaba con prolongar el debate hasta la madrugada. Izquierda Unida y el sector radical cercano a Caram votaría por el rechazo del pliego. La UCeDé, buena parte del PJ y el macrismo mocionaban su aprobación. La mayoría del bloque ibarrista, encabezado por Marcelo Vensentini, estaba dispuesto a abstenerse. Jorge Altamira (PO) también. Así las cosas, si se lograba mantener el quórum, la apologista de Videla parecía encaminarse a ocupar, en medio del repudio de sus pares, una banca en la Legislatura. Una buena noticia, será por menos de tres meses.

Informe: Martina Noailles.

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Elena Cruz y su esposo Fernando Siro fueron escrachados en un bar ubicado en Belgrano y Perú.
 
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