EL PAíS › AUMENTó LA TASA DE MORTALIDAD INFANTIL EN LA CAPITAL, SOBRE TODO EN LA ZONA SUR

Una brecha medida en días de vida

Cuando Macri asumió, la mortalidad de bebés de hasta un año era del 7,3 por mil y ahora llega al 8,9. Pero en el sur de la Capital la tasa trepa al 10,7 por mil, más del doble que en la zona norte. Además, la expectativa de vida entre una y otra área varía hasta siete años.

 Por Werner Pertot

Hay una grieta en la ciudad de Buenos Aires. No se trata de diferencias políticas sino de los fuertes contrastes de calidad de vida que siguen teniendo el norte y el sur porteños. La esperanza de vida según donde se vive varía hasta siete años. La mortalidad infantil aumentó en 2013 en toda la ciudad, pero sobre todo se profundizó la brecha entre la mortalidad en la zona sur y la zona norte. Según un informe del equipo de auditores kirchneristas y La Fábrica porteña, esa diferencia se incrementó un 20 por ciento durante el gobierno de Mauricio Macri.

El informe se basa en datos de la Dirección de Estadísticas y Censos porteña: indican que el año pasado –último período del que hay información disponible–, la mortalidad infantil pasó del 8,1 al 8,9 por mil nacidos vivos. En 2008, primer año de gobierno de Macri, la mortalidad infantil era del 7,3 por mil. Las muertes de bebés o niños hasta de un año de edad impactan, sobre todo, en la zona sur de la Capital, cuyos índices duplican a los de la zona norte. Según un informe de la Auditoría porteña, el 55 por ciento de estas muertes sería evitable con un sistema de salud más presente. “Las cifras oficiales vienen demostrando que no hay una política de gobierno para el combate de la mortalidad infantil”, advirtió el auditor Eduardo Epszteyn.

Entre 2003 y 2007, la mortalidad infantil bajó del 10,1 al 7,9 por mil. La tendencia llegó a 7,3 en el primer año de Gobierno de Macri y luego comenzó a revertirse: en 2009, por primera vez volvió a crecer hasta el 8,3. En 2010 cayó a su mínimo histórico desde 1980: 6,7. Ese año, Macri anunció con toda la pompa el descenso: “Estamos orgullosos de la salud pública en la ciudad de Buenos Aires. Este es el mayor descenso en la mortalidad infantil que se haya registrado en la historia”, dijo el todavía procesado jefe de Gobierno en 2010. En 2011, no obstante, volvió a trepar a los valores de 2009 (8,5), en 2012 fue de 8,1 y 2013 alcanzó niveles similares al 2000. La cifra de 8,9 por mil es la más alta desde 2003, cuando fue del 10,1. La tasa viene ascendiendo un 32 por ciento desde 2010. En el Ministerio de Salud porteño sostienen que la fluctuación está dentro de las cifras normales de variación.

No señala lo mismo un informe que elaboró el equipo de auditores kirchneristas, que conduce la titular de la Auditoría General de la Ciudad, Cecilia Segura, y de La Fábrica porteña, el think tank del kirchnerismo porteño. Allí hacen hincapié en que se profundizó la desigualdad norte-sur y esto “expresa su peor consecuencia en los índices de mortalidad infantil, que aumentó en todo el distrito, pero en mayor medida en el sur”. “Entre 2008 y 2013, la mortalidad infantil (muertes al nacer o en el primer año de vida) aumentó de 7,3 a 8,9 cada mil nacidos vivos”, sostiene el informe comparativo. Los Objetivos del Milenio elaborados por la ONU plantean que en 2015 la mortalidad infantil debería estar por debajo de 5,6 cada mil nacidos vivos. “A un año de cumplirse el plazo, cada vez estamos más lejos de ese objetivo”, advierte el informe.

Pero el equipo de los auditores kirchneristas sobre todo advierte que la mortalidad infantil impacta con más fuerza en la zona sur que en la zona norte: “Durante 2013, en las comunas 4, 8 y 9 (La Boca, Barracas, Villa Lugano, Pompeya, entre otros) murieron en promedio 10,7 bebés por cada mil, más del doble que en la zona norte (5,2 por cada mil nacidos)”, indica el informe, que señala que la brecha entre el sur y norte se viene ampliando: “En 2011, por cada muerte infantil en el norte, había 2,43 en el sur; en 2012, la relación creció a 2,51, y en 2013 volvió a ascender a 3,31”, releva. “En toda la gestión macrista, la brecha entre norte y sur de la mortalidad infantil aumentó de un 64 a un 84 por ciento. O sea que ahora es un 20 por ciento mayor respecto de la realidad con la que se encontró Macri al asumir la Ciudad.”

El informe del equipo de auditores destaca que “el 55 por ciento de las muertes se podría haber evitado”, como cuando se trata de problemas vinculados con una corta gestación y con el bajo peso al nacer, o bien de dificultades respiratorias del recién nacido. En ambos casos, una mayor presencia del sistema de salud porteño podría evitar esas muertes, según detalla el informe de la Auditoría porteña que releva los centros de salud de la zona sur. En esa auditoría indican que la falta de personal es uno de los principales problemas para atender adecuadamente a la población que utiliza los centros de salud de la zona sur, que está compuesta principalmente por mujeres y niños menores a cinco años.

Sur sin esperanza

La mortalidad infantil no es el único indicador que muestra la grieta entre el norte y el sur de la Ciudad. La esperanza de vida es otro de los indicadores que marcan esa diferencia. “Los hombres que habitan la zona sur de la Ciudad tienden a vivir 7 años y cinco meses menos que los de la zona norte. Algo parecido ocurre con las mujeres: la esperanza de vida se reduce un poco más de seis años, si la comparamos con quienes viven en zona norte”, indica el informe de los auditores kirchneristas. “La esperanza de vida para los hombres (68,7 años) y las mujeres (76,4 años) que viven en el sur de la Ciudad se encuentran por debajo del indicador a nivel nacional: 72,1 para los hombres y 78,8 para las mujeres).” Eso es a pesar de que la Ciudad de Buenos Aires “cuenta con el tercer presupuesto más importante de la Argentina, después del nacional y el de la provincia de Buenos Aires”.

Los auditores remarcan las falencias del sistema de salud en la zona sur, donde un tercio de los vecinos depende del sistema público, lo que supera ampliamente el promedio porteño (17,6 por ciento). El informe destaca que quien depende del sistema de salud público en la Ciudad “tiende a realizar menos consultas al médico, menos estudios de diagnóstico y toma menos medicamentos”. De acuerdo con las estadísticas de la Ciudad, el 73 por ciento de los que se atienden en el sistema privado de salud realizaron una consulta a un médico en los últimos seis meses contra un 54 por ciento en el sistema público. El 25 por ciento debió hacerse algún estudio o diagnóstico en el privado; en el público, ese porcentaje se reduce al 13 por ciento. Uno de los puntos que señala Defensoría del Pueblo porteña en sus informes sobre el sistema de salud porteño es la falta de coordinación entre el médico que pide un estudio en un hospital público y los pasos a seguir para realizarlo y volver, que tienden a desalentar a la población.

Esto no ocurre por casualidad: “De acuerdo con las auditorías de los años 2011 y 2012 a los hospitales públicos de la Ciudad, 9 de cada 10 informes señalan problemas de infraestructura (espacios físicos inadecuados, falta de seguridad y limpieza, falta de equipamiento) y de recursos humanos (falta de médicos, de enfermeros, dilaciones en nombramientos)”, indica el relevamiento de los auditores kirchneristas.

Como informó este diario, con el voto de los auditores del PRO y Unen, este año se ocultó a la población otro informe que revelaba graves falencias en los hospitales, que incluían “problemas de bioseguridad en laboratorios, quirófanos o salas de rayos; el vertimiento de líquidos peligrosos en desagües pluviales”, entre una numerosa lista de falencias. El informe incluía detalles que nunca salieron a la luz, como que los auditores habían encontrado un quirófano en el Hospital Rivadavia en el que se operaba con luz natural, o que en el Cesac 5 de Lugano la sala de rayos era altamente contaminante.

Otra auditoría que se hizo sobre la población de la cuenca Matanza-Riachuelo indicó que “no se realiza la prevención de la contaminación ambiental, ni tampoco el seguimiento de los pacientes con alto riesgo de contener plomo, mercurio, cromo o arsénico en sangre”.

A esto se suma que el presupuesto en salud viene perdiendo participación sobre el total de los recursos del distrito. Para el año próximo, el macrismo prevé destinar el 19,5 por ciento del total a salud. Este año se preveía usar el 20,5 por ciento, aunque la subejecución podría hacer descender ese porcentaje. En 2012 se destinaba el 23 por ciento. “El resultado de todos estos años de gestión de Macri, más allá de los discursos, es un crecimiento de la mortalidad infantil. Y lo que es más grave: un incremento de la desigualdad”, sostiene Epszteyn.

“Lo que se está haciendo es concentrar la mortalidad infantil en el sur, donde llega a niveles escandalosos –explica Epszteyn–. En Lugano no hay hospital, las ambulancias del SAME no entran a las villas, y en los centros de salud en el sur son muy poquitos los que tienen guardias. Cuando tenés situaciones riesgosas con los más chiquitos, no tenés donde atenderlos.” El centro de salud que hizo la gestión de Macri donde había prometido el Hospital de Lugano “no tiene guardia médica y tiene un horario de atención limitado (de 8 a 18). No cuenta con laboratorio, con camas de internación, ni con ambulancias del SAME”, según indica el informe.

Epszteyn remarca que “la mortalidad disminuye con mucho trabajo social. No hay un trabajo integrado entre las áreas de Salud y de Desarrollo Social”.

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En los centros de salud que funcionan en el sur porteño faltan servicios de guardia y laboratorio.
Imagen: Bernardino Avila
 
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