EL PAíS › EL EX EMBAJADOR Y LA SALIDA CON SUAREZ MASON

“Cometí un grave error”

Prácticamente expulsado del país por haber ayudado al represor Carlos Suárez Mason a violar la prisión domiciliaria, el ex embajador ecuatoriano ensayó una justificación. El represor está tras las rejas.

“Cometí un grave error que perjudicó a nuestro país a nivel internacional.” Así se disculpó públicamente el ex embajador de Ecuador Germánico Molina, que tuvo que volverse a su tierra el martes después de que se supo que había sacado al represor Carlos Guillermo Suárez Mason de su casa, donde cumplía arresto domiciliario, para llevarlo a festejar su cumpleaños en un predio del club Argentinos Juniors. También pidió perdón a la Argentina y adjudicó todo lo que hizo a una “situación involuntaria”. El ex militar, a quien tres jueces le revocaron el beneficio de cumplir la detención en su domicilio, sigue preso en una cárcel común de Marcos Paz.
El increíble episodio del embajador y el genocida fue tapa de los diarios ecuatorianos de ayer. “La diplomacia en el banquillo”, tituló El Comercio y en la misma línea informaba El Universo. Aludían, en buena medida, a la decisión del juez federal Jorge Urso de ordenar la apertura de otra causa para determinar si Molina cometió algún delito al ayudar a Suárez Mason a violar el arresto domiciliario el viernes 23 de enero a la noche. Ese día lo llevó junto con el empresario Emilio Asad, a celebrar sus ochenta años al club de La Paternal, y lo devolvió a su casa a la 1.30 de la mañana, ya del día 24.
Esa descripción de lo sucedido surgió, en parte, de un anónimo que llegó a la Cancillería argentina y que llevó a su titular, Rafael Bielsa, a interpelar al embajador Molina, quien admitió lo ocurrido y completó la historia. Le dijo, de todos modos, que “lo engañaron en su buena fe” y que no sabía que lo que hacía estaba mal. Los medios fueron durísimos. El Comercio dijo que el gobierno ecuatoriano apuesta a designar reemplazante rápidamente para cerrar “el bochornoso escándalo”. El ex diplomático, decía el artículo, “violó leyes argentinas y festejó el cumpleaños de uno de los mayores símbolos de la represión militar argentina”.
En una conferencia de prensa que dio en Quito, Molina dijo: “Especialmente quiero pedir mil disculpas al noble pueblo argentino que me recibió con los brazos abiertos, siempre me ha dado su respaldo y no quería yo fallarles, pero una situación involuntaria, circunstancial, que no debía haberse producido me ha traído esta situación que yo lamento”, dijo Molina. “Cualquier aclaración la haré posteriormente para poder desvirtuar o para poder manifestar la verdad de este lamentable suceso en el cual estoy involucrado”, continuó.
Suárez Mason sigue en Marcos Paz, donde llegó por disposición del juez Jorge Ballestero, el primero que le revocó el beneficio de arresto domiciliario y al que se sumaron después Urso y el juez Sergio Torres. En un expediente que instruye Ballestero, el ex jerarca del Primer Cuerpo de Ejército cumple detención por la desaparición de militantes montoneros en los ochenta. En una causa que conduce Urso, está detenido por apropiación de menores hijos de desaparecidos y en otra, a cargo de Torres, tiene arresto preventivo por un pedido de extradición de Alemania, por la desaparición de dos ciudadanos de ese país durante la dictadura.
La defensa del represor apeló su traslado a una cárcel común, un planteo que ahora tendrá que analizar la Cámara Federal. Las posibilidades de que por ahora cambien sus condiciones de detención son escasas, aunque los jueces analizan los reportes médicos que dicen que el ex militar padece una patología cardíaca.

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El represor Carlos Guillermo Suárez Mason pretende que la Cámara lo deje volver a su casa.
 
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