EL PAíS › OPINION

Un mensaje a la sociedad

Por Lila Pastoriza *

El presidente Kirchner ha decidido que el Estado recuperará el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada para preservarlo y convertirlo en un sitio de memoria. Es un acto de justicia y reparación para las víctimas y un rotundo mensaje hacia la sociedad.
La ESMA es emblemática. Funcionó como uno de los principales centros clandestinos de detención, tortura y exterminio que consumaron el gran crimen de nuestra historia reciente. Allí nacieron los hijos robados a mujeres embarazadas y asesinadas. “No desaparecen personas sino subversivos”, decía el represor Ramón Camps. En la ESMA, como en los demás centros, los prisioneros resistieron desde el alma ese arrasamiento de su identidad y condición humana que precedía al exterminio desaparecedor.
La ESMA ha continuado en poder de la Armada. Sus instalaciones son infranqueables para los ciudadanos que sólo pueden atisbarlas desde el exterior. Como si nada hubiera ocurrido.
Hace ochenta años, cuando la Ciudad de Buenos Aires cedió el predio a la Marina para que instalara allí una de sus escuelas, estableció taxativamente que lo recuperaría de inmediato si se le daba otro destino.
Desde mediados de los años 70 hasta ya entrados los 80, la ESMA fue sede del Grupo de Tareas 3.3.2, que se dedicó a secuestrar, torturar y “desaparecer” a más de 5000 prisioneros. Hasta los propios estudiantes de la Escuela, en buena medida chicos provenientes de familias pobres del interior del país, fueron “iniciados” en la represión por sus superiores como guardias de los secuestrados. Ya en democracia, la Legislatura porteña revocó la cesión y planteó la devolución del predio para dedicarlo a la memoria. Pero la Marina lo atiborró de cursos y escuelas en quehaceres náuticos y, señal inconfundible hacia el presente, mantuvo inalterable su dominio.
La medida anunciada por el Presidente pone las cosas en su lugar y lanza un mensaje fuerte a la sociedad: que “no todo es posible”, que hay memoria, crímenes y víctimas. Y que se actuará en consonancia. No es poco para un país acechado por la impunidad del “todo vale” y la indiferencia del “no te metás”.
De aquí en más se abren opciones de notoria incidencia sobre el presente. La ESMA será preservada como parte de la memoria histórica y por su valor probatorio en las causas judiciales. Su pasaje de territorio del horror a sede del “museo de la memoria” parece ya instalado en el imaginario social, cuando nuevos sectores generan profusión de iniciativas relacionadas con nuestro pasada historia reciente. Quienes lo hemos vivido tenemos la responsabilidad de que la ESMA recuperada sea un testimonio de lo que allí ocurrió. No por afán luctuoso y vengativo. Como sostén imprescindible de la justicia y de responder a cómo esto pudo ser posible. Y los destinatarios son los jóvenes, los que –parafraseando a Jorge Semprún– serán “capaces de escuchar, de hacer preguntas, de ser impertinentes, curiosos”, a diferencia, sostiene el escritor, de quienes “vivieron aquellos hechos de manera directa, sea en la cólera de la resistencia o en la vergüenza de la pasividad”.

* Ex detenida en la ESMA, integrante de la Asociación Buena Memoria.

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