EL PAíS › OPINION

¿Quién mató a mi abuelo?

Por María Eva Fuentes Walsh

Han pasado varios años desde que usted y yo nos cruzamos en una audiencia judicial. Se amparó usted entonces en las infames leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Hoy ya no puede hacerlo. Se lo dije entonces y se lo reitero ahora: sepa Massera que aunque pasen muchos años más, no dejaremos de buscar justicia. Sepa que no descansaremos hasta que esté definitivamente preso por todos y cada uno de sus crímenes. No crea jamás que el paso del tiempo irá en su favor. No olvide nunca las caras de sus víctimas porque son las nuestras. Mi abuelo, Rodolfo Walsh, decía que el verdadero cementerio es la memoria. Y es cierto. No tendrá tumba, pero tiene memoria. Y somos nosotros. En cada familiar y en cada amigo de un desaparecido sobrevive su historia y usted no pudo ni podrá nunca contra eso. Nosotros tenemos la memoria, usted sólo tiene el cementerio.
Ha llegado a decir que estas muertes fueron sus mayores logros. Sepa entonces que usted será para el mundo exactamente eso. Un asesino. Un gigantesco asesino. Un genocida. Quédese con esos tristes méritos porque otra cosa no habrá para usted en la historia argentina.
Y por último, tenga la certeza absoluta de que falló. Que no lo logró. Que no sirvió. Pues los muertos que usted mató están hoy más vivos que nunca en cada lucha cotidiana del pueblo por sobrevivir en esta Argentina cruel e injusta que usted también nos legó. La miseria planificada ha rendido sus frutos y la riqueza se ha distribuido entre sus patrones. Sé perfectamente que ha sido usted sólo un empleado jerárquico del dinero. Pero ocurre que el poder económico siempre ha hecho eso, los usa como sicarios en la represión y luego los desconoce y los descarta. Sería hora de que se dieran cuenta de esto y lo pensaran dos veces antes de transformarse en mano de obra tan barata y desgraciada.
¿Quién mató a mi abuelo? ¿Dónde está su tumba? ¿Qué hizo con él? ¿Dónde esconde la obra inédita que le robó de su casa en San Vicente? Emilio Eduardo Massera: aún le quedan muchas preguntas por responder y muchas condenas por cumplir.
Fui la primera nieta en ser aceptada como parte en una causa judicial. Acaso estarán mis hijos, los bisnietos, pidiendo justicia. Desde que tengo uso de razón sé que hay impunidad en la Argentina. La verdad, la justicia y la memoria llegarán algún día. Pero es en ese orden en el que deben estar. No quiero un museo en la ESMA sin antes saber si no están ahí los huesos de mi abuelo. No quiero otra placa recordatoria si antes no tenemos condenas. No queremos memoria solamente, primero queremos justicia.
Hoy hace 27 años que esperamos. ¿Cuánto tiempo más falta?

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