EL PAíS › LEON ARSLANIAN, MINISTRO DE SEGURIDAD

“Es mejor cambiar a la policía que al Código Penal”

Acepta que asumió presionado, “pero por mis propias convicciones. Todos pueden ir a una marcha, pero yo ahora puedo hacer algo”. Cuenta lo que habló con Kirchner y Duhalde antes de asumir y adelanta las claves de su gestión. Cómo será la nueva policía y su relación con la Federal.

 Por Martín Granovsky

Volvió al viejo despacho del Ministerio de Seguridad en La Plata, donde llegó en 1998 para impulsar una reforma policial que terminara con la Bonaerense como banda y salió en 1999 porque Carlos Ruckauf quería restituir la vieja policía. Conoce los timbres y los teléfonos y no luce en absoluto como un hombre abatido o resignado. León Carlos Arslanian habló con Página/12 en una noche lluviosa y solo interrumpió tres veces la entrevista. Una, para hablar con el gobernador Felipe Solá (“Hola querido, sí señor jefe”, dijo de buen humor). Y dos para dar el último toque a dos designaciones que le trajo un colaborador (“¿Lo chequeaste? ¿Lleva un año en el freezer? Es buena señal, dale”).
–¿Cómo hay que llamar a esta vuelta suya al Ministerio de Seguridad de Buenos Aires? ¿Ballottage, revancha...?
–Compromiso. Básicamente compromiso.
–¿Con quién?
–Me siento presionado por mis propias convicciones. Y por otro lado sentí la insistencia por parte de quienes creen que puedo ser la persona indicada para resolver esta crisis.
–Pero usted dijo que ser ministro de Seguridad bonaerense era una carga pública. ¿Le molesta serlo?
–No. En el sentido en que yo lo dije, para mi carga pública es una obligación indeclinable. Algo que uno vive como una obligación difícil de declinar. Porque obviamente no hay obligación legal de estar aquí. En eso se diferencia de una carga pública.
–Y además, ser ministro de Seguridad no es lo mismo que ser presidente de mesa un día de votación.
–No, ciertamente.
–Usted hablaba de convicciones...
–Sí, pero bajémoslo a tierra. Hablo de circunstancias íntimas, personales, de creencias. Y de un contexto del cual es difícil sustraerse.
–¿Por qué no me explica su circunstancia personal?
–Todos podemos ir a una plaza, a marchar. Yo, además, tengo la oportunidad de hacer algo.
–¿Es una crítica disfrazada a Juan Carlos Blumberg?
–En absoluto. Con Blumberg en el Congreso hubo más de cien mil personas. Y eso es por algo. Pero insisto. Mire, en política creo en la necesidad de sumar de dar aportes y de contribuir a la superación de la crisis tan profunda en la que estamos sumidos. Con un agregado que resulta muy interesante: de la solución nos vamos a beneficiar todos.
–También el fracaso es una chance.
–Por supuesto. Pero en la vida vale la pena asumir incluso los riesgos del fracaso o lo que fuere.
–¿Qué es lo que fuere?
–Lo que fuere. En estas cuestiones no se puede ser conservador ni excesivamente burgués. A veces uno tiene que resignar su condición paceña.
–¿Paceña por la paz?
–Sí. No por La Paz. Bien, yo cambié mi condición paceña por la zozobra del vértigo. Siempre me parecieron seductores los desafíos importantes. Los desafíos, y las gestas.
–¿De cuáles habla?
–Del juicio a las juntas en 1985. De la reforma que empezamos en la seguridad de la provincia en 1998. Nunca busqué objetivos partidarios.
–Pero usted peronista, no apolítico.
–Digo que no busqué nunca una diputación...
–La Presidencia...
–...nunca busqué una senaduría, una proyección. No busqué nunca nada.
–¿Y ahora vuelve como el salvador?
–No, todo lo contrario. Ni salvador ni hombre providencial. (Hace una pausa, sonríe muy levemente.) Pero sé que puedo motivar, que puedo entusiasmar.
–¿Habla de policías o de no policías?
–Hablo de todos los que se sumen a la tarea. No digo para mentir que muchos buenos policías están contentos con mi llegada. Quieren que les paguen mejor, pero también quieren recuperar el prestigio y la buena relación con sus vecinos.
–Usted habló de un contexto que lo llevó a aceptar el ministerio. ¿Pensó que la crisis de la inseguridad podía convertirse en un peligro nacional?
–Razoné que podía transformarse en un peligro serio para la tranquilidad y la paz social. Y me dio temor cuando percibí otro riesgo más: la radicalización de las ideas.
–¿Las ideas sobre la seguridad o sobre la política?
–Si se profundiza la crisis de la inseguridad, empezará a regenerarse en la sociedad la apelación a las ideas mágicas y las alternativas facilistas y reduccionistas, que terminan siendo siempre ideas fascistas. Debemos cuidar todos –todos– de que este peligro no se produzca. Y nadie puede dejar de hacer el gran esfuerzo de impedir un corrimiento del pensamiento de la clase media, que es la más expuesta a este deslizamiento. Pero no se trata solamente de debatir ideas. Esto demanda acciones. Hay que exhibir que, en concreto, existen alternativas del Estado de Derecho suficientemente aptas para salir de una emergencia como la que padecemos.
–¿Cuál sería el corrimiento?
–Que para solucionar situaciones críticas o graves algunos, o muchos, piensen en dejar la ley de costado.
–Sin embargo, hasta ahora el pedido fue el endurecimiento de la ley, no el abandono de la ley.
–Sí, pero seamos muy cuidadosos. Son grados de la misma cuestión que yo le estoy planteando. No nos engañemos. Porque el endurecimiento de la ley, por ejemplo, de alguna manera reposa en un silogismo.
–¿Cuál?
–Diría así: “Si la ley es blanda, habrá mucho delito; si la ley es dura desaparecerán los delitos”. Es un silogismo falso. Yo estoy de acuerdo en subir las penas en algunos casos. Encabecé una comisión que recomendó subir las penas en caso de secuestro extorsivo. Y acabamos de ver casos de secuestros extorsivos que fueron salvajes, tremendos. No tengo un pensamiento dogmático. No soy un abolicionista.
–¿No quiere terminar con el sistema penal?
–No, de ninguna manera. Ni nada por el estilo.
–A ver. ¿Uno podría decir que usted no quiere abolir el sistema penal pero tampoco convertirlo en un fetiche?
–Sí, podría decir eso.
–¿Y qué lugar ocupa el sistema penal en su pensamiento?
–De la multitud de elementos que tenemos es el más subsidiario. Me parece mucho mejor recurso dar eficiencia y mejorar la agencia policial que meterme con el código penal.
–Usted todavía no hizo un mapeo del delito. ¿Tiene detectado un crecimiento del crimen organizado desde su gestión anterior?
–Espero las cifras y nuestras propias investigaciones. Quiero ser serio. Pero es obvio que el crimen organizado por lo general se monta alrededor de lo más redituable, y termina generando nuevas y verdaderas industrias.
–¿Qué industrias?
–El robo de autos con desarmaderos es una. Los ladrones del asfalto, otra. El secuestro extorsivo. El tráfico de drogas. Así se arma la gran delincuencia.
–¿Esas industrias son un holding o se trata de empresas y ramas separadas?
–Por el momento le diría que hay especializaciones, aunque ya es evidente que ciertas conexiones se repiten.
–Toman como base los desarmaderos.
–Sí. Ya está clara la conexión entre robo de autos, desarmadero y secuestro.
–¿Y el narcotráfico?
–Es un capítulo aparte, con un cierto grado de especialización. Tiene su propio circuito de comercialización. Cruces sí, pero...
–Pero no hay una Camorra como en Nápoles.
–No, creo que no. ¿Y sabe por qué hoy le digo creo? Por el gran déficit de las instituciones de seguridad de la provincia, que es una ausencia absoluta de inteligencia criminal. Es un gran tema pendiente.
–¿Por qué no hay inteligencia criminal?
–Porque no le han dado su importancia. Cuando estuve la primera vez, organicé una estructura interesantísima para la investigación del delito. Pero después vino el retroceso y volvió la tradición.
–¿O sea?
–Esa brutal tendencia a la compartimentación de las actividades y a fraccionar muy grandemente la investigación. Entre la Nación y la provincia de Buenos Aires hay un tabicamiento de la información. No se traspasan datos y desconfían entre las distintas fuerzas. Bueno, el mismo sentido de tabicamiento existe entre las distintas fracciones de la policía.
–¿Cómo proyecta arreglarlo?
–Un subsecretario de Planeamiento va a recuperar toda la información y va a trabajar sobre eso. Cuando yo asumí en 1998, se promulgaron leyes votadas por unanimidad disolviendo de hecho la Bonaerense. Cuando se produjo el retroceso, después, la conducción que vino cometió el desacierto de hacer una réplica de la vieja Bonaerense.
–En lugar de jefatura puso una superintendencia, pero era de hecho lo mismo. ¿Habla de eso?
–Sí. La ley de seguridad pública y la ley orgánica nunca perdieron su vigencia. Pero para burlar su aplicación se generaron resoluciones ministeriales a espaldas de la ley. Eso fue a partir de la contrarreforma.
–En términos políticos, ¿qué lo decidió a aceptar el cargo que le ofreció el gobernador Felipe Solá?
–Es muy importante el apoyo de Kirchner. Acá, por más deseos, voluntad y arrojo que pueda tener, si uno no tiene una ayuda políticamente importante se torna imposible la tarea.
–¿Kirchner lo terminó de convencer?
–Sí. Me reuní con él, y en un momento también estaban Gustavo Beliz y Alberto Fernández.
–¿Cuál fue el mejor argumento de Kirchner?
–Que ésta era mi asignatura pendiente. Y recordó las bondades de mi propuesta de reforma. Kirchner la había conocido en su momento. Recuerdo que en Mendoza, en una reunión del grupo Calafate, cuando me fui del ministerio en 1999 me rindió un homenaje. Habló él y habló Esteban Righi. Allí había simpatía y adhesión, y una solidaridad fuerte por el modo en que me fui.
–También habló con Eduardo Duhalde. ¿Qué le dijo Duhalde a usted?
–Que estaba convencido de que el plan era muy bueno, y que si había alguien para ejecutarlo, era yo, porque se había truncado la experiencia.
–¿A Solá, a Kirchner y a Duhalde les pidió alguna garantía?
–Sí. Apoyo. Dentro de ley, manos libres para actuar.
–¿Y políticamente?
–Ningún condicionamiento político.
–¿Le dieron esas garantías?
–Sí.
–¿Todas?
–Todas.
–¿Los tres?
–Los tres.
–¿Y no teme que la estructura duhaldista se oponga a las reformas?
–Confío en la capacidad de liderazgo de Eduardo Duhalde.
–Usted dijo en los últimos años que uno de los problemas era la recaudación ilegal de muchos dirigentes políticos de la provincia que usaban a la policía o se asociaban con ella. ¿Sigue existiendo esa estructura?
–Le voy a ser claro: si existe, la voy a combatir. No hay duda.
–¿Con el control policial?
–Más que el control policial, será el control social a través de los foros. Yo insisto mucho con esto: el eje central de la reforma esta son los foros. Son el recurso más valioso.
–¿Por qué, después de tantas ideas y vueltas, los vecinos deberían creer que esta vez tienen una oportunidad y participar de esos foros de control?
–Porque lo necesitan. Porque es bueno para ellos. Porque quieren mejorar su vida de todos los días. No quiero hablar de manera grandilocuente de política de Estado. Lo traduzco así: vamos a fracasar si no somos capaces de que las medidas que tomamos no integran una política consensuada. Por eso en su momento nos preocupamos de votar leyes, y que recibieran apoyo. Le repito: las votaron por unanimidad. Si esta gestión mía es solo una medida posible, opinable, y no una política, los que están molestos con la participación popular van a sabotear los foros. Cuando el foro crezca, ya no podrá ser combatido. No van a poder alterar la participación.
–¿Cómo funcionarán los foros en concreto?
–En varios niveles. Habrá foros alrededor de cada una de las cuarenta y pico de comisarías. Los vecinos se reúnen, deliberan, discuten y tienen un órgano de representación.
–¿Cómo será?
–Agil y pequeño.
–¿Votado por los vecinos?
–Por supuesto.
–¿Voto voluntario u obligatorio?
–Voluntario.
–¿Qué le garantiza a un vecino, digamos de Moreno, que su participación en el foro no será castigada después, cuando usted no esté a mano y esté lejos, en La Plata, por la policía brava?
–El foro no está suelto. Es un brazo. Está bajo el control y la supervisación de una subsecretaría del Ministerio. Más aún: tiene control, supervisión y apoyo, mucho apoyo.
–¿Incluso contra un intendente?
–Apoyo contra cualquiera que burle la voluntad popular.
–¿Promete que si un intendente o un funcionario sabotea un foro, lo hará público?
–Sí, es un compromiso. Le confieso que cometí un error la vez pasada. Fui demasiado concesivo y demasiado negociador en la cuestión de los foros. No hice la presión para que cada foro funcionara. Quería que hubiera consenso en todos, hasta que se convencieran los intendentes. Y en algunos casos eso no bastaba.
–Usted es un político. ¿Qué argumentos le dará a un intendente para que no se resista a un foro?
–El primer interesado en la seguridad debe ser el intendente. Es la primera cara frente a la comunidad para recibir la cachetada y la protesta social. Si hay un foro organizado, con capacidad de control y con capacidad de propuesta, la presión del intendente se atenúa notablemente.Y la gente gana en comprensión. Entiende. Sabe sobre efectivos, sobre recursos, se involucra. Gana racionalidad.
–Suena utópico.
–Es que ya lo viví. En el verano del ’98-’99 en el municipio de la Costa me pedían una cantidad extraordinaria de recursos. Monté el foro. Los primeros foros fueron en la costa. En la discusión, el foro mismo entendió que era más que suficiente la mitad de lo que estaban pidiendo para dar seguridad. Y fue un verano muy seguro.
–Antes había sido descabezada la policía de la costa por el asesinato de José Luis Cabezas en 1997.
–Sí, yo quiero los foros para completar mi trabajo de depuración cuidadosa de la policía.
–¿Para limpiarla de la corrupción?
–¿Sabe qué pasa? La corrupción se mete en la piel. Es una corrupción subcutánea que resulta muy difícil de combatir. Son fenómenos a veces de difícil detección, de difícil acreditación. La corrupción policial o política, como ocurre con las drogas en el caso de Colombia, y le aclaro que estamos muy lejos de vivir la situación colombiana, son fenómenos de tanta complejidad que parecen una mancha de aceite que se extiende e el agua.
–¿Por qué crece la corrupción?
–Entre otras cosas hay problemas en el funcionamiento del Estado que en realidad posibilitan el crecimiento de los fenómenos delincuenciales. Redundo: ese funcionamiento deficitario es funcional al crecimiento del delito.
–¿Un ejemplo?
–La zona liberada. ¿Cómo sabe usted que la ausencia de policía o el fracaso en la detección de un fenómeno permanente en una zona determinada es el fruto de la connivencia dolosa, de la impericia, de la desidia o de la ausencia de recursos?
–Ministro, lo que importa es cómo lo sepa usted, no yo.
–Tenemos que establecer presunciones. Para mí la presunción es que donde el mapa del delito me indique una modalidad delictiva asentada, hay connivencia. Y si crece, más todavía.
–Moreno parece la zona de moda.
–Precisamente para Moreno estoy definiendo ya la creación de una subdepartamental, a resolver en días. El tema de Moreno es patético. Y la falta de preocupación por el tema es más patética todavía. Cruzan Moreno cinco rutas: 23, 24, 7, 5 y 25. Por el camino del Buen Ayre y por Gaona también hay vías de escape. Gaona no tiene, entre el Camino del Buen Ayre y ruta 24, donde además hay cuatro puentes, protección suficiente. O protección. Esto hay que resolverlo con recursos del gobierno federal.
–¿Con efectivos o con tecnología?
–Con las dos cosas. Como no hay peajes, y los peajes tienen la ventaja de que filman, hay que remediar las cosas de alguna manera. Ahí es donde me interesa la presencia de Gendarmería, que sería maravillosa. La resolución de Moreno pasa por la presencia policial. El concepto fundamental de mi gestión será acercar el comando al territorio. Si lo acerco, lo resuelvo. Moreno tiene una central departamental en Mercedes. Y todos los organismos judiciales están en Mercedes. Hay una hora de auto.
–Para Moreno, Dios atiende en Mercedes.
–Sí. En Moreno, solo en el 2003 hubo 42 homicidios. Es uno de los peores índices de la provincia de Buenos Aires.
–Usted anunció que creará una nueva policía del conurbano y que serán dos mil. ¿Por qué esa cifra?
–Es la que por el momento nos permite el presupuesto. Después iremos dando mayor cantidad y más número.
–¿Dónde empiezan? ¿En todo el conurbano?
–En el primer cordón. Es policía de seguridad, no de investigaciones en función judicial.
–¿Es policía en la calle?
–Sí. Pensada para que tenga una gran agilidad de acción, desburocratizadamente. Una fuerza táctica.
–No entiendo qué significa.
–El comando operativo se desplaza de acuerdo a objetivos. Y esos objetivos se definen en función de una central de inteligencia para el conurbanho. La simiente está en un decreto que nunca llegó a firmar el Presidente. La idea, según las conversaciones previas, es articularla con fuerzas federales, poner esa fuerza táctica con un comando conjunto con esas federales.
–¿La Policía Federal?
–También puede ser la Prefectura. O la Gendarmería. Hablo de fuerzas federales que operen en el área metropolitana.
–Capital y Gran Buenos Aires.
–Sí. Pero no significa que las fuerzas tácticas nuevas van a ir a la Capital Federal. Pero trabajan en conjunto con fuerzas que están en el territorio de la ciudad autónoma. Para que tenga utilidad tiene que haber una inteligencia que aporte la información y que permita ir definiendo objetivos tácticos.
–¿Cuándo funcionará?
–Antes de fin de año.
–¿Con capacitación de seis meses?
–No, con tres o cuatro meses es suficiente y puede estar en la calle. Después, por supuesto, seguirá con su formación académica. Mientras vamos definiendo un diagrama de interacción entre las distintas jurisdicciones.
–¿La nueva policía convivirá con la actual?
–Sí.
–Pero puede completarla o puede reemplazarla.
–Así es.
–¿Es una fuerza de patrullaje?
–Cuando usted piensa en una comisaría, ¿qué imagina? Un edificio con policías adentro, sentados, que eventualmente salen a la calle. Una fuerza táctica opera permanentemente en el terreno. A la división de Asuntos Internos hay que darle inteligencia. Debe interceptar comunicaciones, debe investigar, debe buscar permanentemente el delito. Pero debe ser de Asuntos Internos, no de asuntos de interna policial. Todo debe llevar a que la policía deje de ser una parte más del problema y se convierta en una alternativa para salir del problema.
–¿Definitivamente no usará ni pedirá Fuerzas Armadas?
–Voy a resumir así mi trato con el Ministerio de Defensa de la Nación. ¿Te sobra un galón para sacar presos de comisaría? Respuesta de José Pampuro: sí. ¿Te sobra algún helicóptero para dar en comodato? Sí. ¿Te sobra algún sistema de comunicación que el Ejército no use? Sí. No pedí 500 militares. Ni los voy a pedir.
–¿Qué es “cuidada depuración”?
–La primera vez tenía que descabezar cupularmente y permitir que las napas de abajo fueran subiendo. Era la condición para poder generar un nuevo mando que no tuviese un grado de compromiso grande en la corrupción vertical organizativa. A eso respondía lo que se hizo. Con todo, se trató de rescatar a los policías muy buenos. Hoy tengo que ver el quién es quién en cada lado. En cada mando.
–¿Y tiene con quién hacerlo?
–No tenga dudas.

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