EL PAíS › EL CORDOBES NO QUISO FIRMAR UNA SOLICITADA POR LA SEGURIDAD

De la Sota se quedó solo, con Sobisch

Los gobernadores sacan hoy una solicitada en los diarios nacionales en apoyo al Plan de Seguridad. Los únicos que no quisieron firmar fueron De la Sota y el neuquino Jorge Sobisch. Con este gesto, la pelea entre Kirchner y el cordobés alcanza su pico de tensión.

 Por Diego Schurman

Aunque sin hacer mucho ruido, la pelea entre Néstor Kirchner y José Manuel de la Sota alcanzó ayer su máximo pico de tensión. Fue cuando el gobernador cordobés se negó a adherir a una solicitada de apoyo al Plan de Seguridad impulsado por el Gobierno, una actitud que no tuvo ningún mandatario del país, con excepción del representante de la derecha vernácula, el gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch.
La solicitada, que hoy aparece en los principales diarios nacionales, se titula “Terminar con la inseguridad. Un compromiso de todos”. Allí los gobernadores de todo el país aprueban el Plan Estratégico de Justicia y Seguridad, dado a conocer la semana pasada en la Casa Rosada, como el “inicio de una acción federal que afronta el conflicto desde sus causas y garantiza la participación ciudadana y el financiamiento adecuado”.
La ronda de llamados para juntar las adhesiones estuvo a cargo del ministro del Interior, Aníbal Fernández, y del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Fue un trabajo de orfebrería, ya que luego de conocerse el plan no fueron pocos los gobernadores que mostraron sus diferencias.
Sin embargo, mandatarios peronistas, radicales y provinciales terminaron aceptando estampar su firma de respaldo al plan oficial. Incluso díscolos como el puntano Alberto Rodríguez Saá, quien no ahorra diatribas contra Kirchner y su socio político Eduardo Duhalde.
En ese marco, la soledad de De la Sota se hizo ostensiblemente evidente, consolidando así las diferencias que existen con el Gobierno. Si bien el momento culminante de la pelea fue aquella solicitada con la que el cordobés justificó su ausencia en la presentación del Museo en la ESMA, la tensión viene desde la campaña presidencial.
El año pasado, De la Sota y Kirchner disputaron el padrinazgo de Eduardo Duhalde. El ex mandatario, al comprobar que el amperímetro no favorecía al cordobés, terminó inclinándose por el santacruceño. El acto inconsulto apuró al gobernador mediterráneo a levantar su candidatura y retirarse a la provincia. Un dato no menor: por esos días se especuló con que De la Sota terminaría trabajando para Carlos Menem. Nunca se comprobó, aunque en esa provincia el ex presidente ganó cómodo.
El mes pasado, Cristina Kirchner se enfrentó cara a cara con Olga Riutort en el fallido congreso justicialista de Parque Norte. La primera dama se quejaba de la “portación de apellido” y la mujer de De la Sota, haciéndose cargo del ataque, defendió su independencia, más allá del lazo con el gobernador cordobés.
Todo indicaba que la tensión cedería con el paso del tiempo. Y en especial con el gesto de De la Sota, quien el lunes de la semana pasada voló hacia la Capital para participar del lanzamiento del Plan de Seguridad oficial. Pero fue una ilusión óptica. No paró desde entonces de criticar ese proyecto, de prenunciar conflictos si el Gobierno no cambiaba su propuesta de coparticipación federal, y de pelearse por estos y otros tantos temas con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

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De la Sota se mantuvo indiferente a las gestiones de Aníbal Fernández para que los gobernadores la firmen.
 
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