EL PAíS › PREESTRENO DE LA PELICULA “18-J”, DIEZ HISTORIAS SOBRE EL ATENTADO

Un relato coral sobre el dolor

Fue ayer en el cine América. El film reúne diez historias sobre el atentado a la AMIA a través de la mirada de diez directores.

 Por Mariano Blejman

El hall del viejo cine América estaba ayer, pasadas las 20, totalmente colmado para el preestreno de la película 18-J. Pero el clima glamoroso habitual de las presentaciones de cine tenía un dejo distinto esta vez, por el arrastre de los recordatorios que habían empezado desde temprano. Daniel Burman, uno de los diez directores convocados para la película coral sobre el atentado a la AMIA, recordaba ayer que la carrera entre dos “operarios” de una galería del Once, tal vez una de sus escenas más gloriosas de su largo El abrazo partido, se había filmado –no casualmente– en José E. Uriburu y Tucumán, tal vez por el mismo lugar por el que supuestamente alguna vez pasó la famosa Trafic con destino final la AMIA. El mismo lugar donde ayer a la mañana no se podía pasar por la seguridad dispuesta para cuidar el acto matutino. El mismo lugar donde hay una escena de su corto en 18-J. Como era de esperarse, ayer estaban todos: además de Burman, estaba Lucía Cedrón, Adrián Caetano, Alejandro Doria, Alberto Lecchi, Marcelo Schapces, Carlos Sorín, Juan B. Stagnaro, Adrián Suar y Mauricio Wainrot con sus respectivos productores. También, el presidente del Incaa, Jorge Coscia, y familiares de las víctimas.
18-J se realizó con una celeridad más propia de la tele que del cine: tenía fecha de estreno antes de ser pensada. En abril se convocaron a los diez directores, en mayo y junio se rodó y ayer se preestrenó. Estará en las salas comercialmente para octubre. En estricto orden alfabético se presentaron las diez historias en una sala colmada.
El proyecto ofreció una estética tan despareja como los nombres de los convocados. Burman metió su cámara coral en la vida cotidiana en el Once y la historia de un niño que nació el día del atentado. Caetano (Un oso rojo) mostró el momento previo a la explosión: donde el espanto quedó reflejado en 10 minutos, que parecen detenerse en el viento, el fuego, la tierra y los escombros. Son objetos pequeños, artículos personales de uso cotidiano. Relata el horror a partir de los detalles.
Lucía Cedrón contaba ayer en el hall sobre la primera vez que había entrado en la AMIA con el objetivo preciso de buscar una buena parte de la preproducción de su corto. Había ingresado unos minutos a Pasteur, pero pudo salir recién cuatro horas después, después de tanta charla. Cedrón, aquella niña que alguna vez se colgó del pantalón de Julio Cortázar cuando su padre Jorge Cedrón todavía vivía en París y era visitado por el escritor. Ahora, Lucía se colgó de la historia. El film empieza con un plano de un minuto de silencio, en bosques con una niebla muy densa. Finalmente, las cortinas de humo no producen ruido. Lucía contó la historia de la pareja de judíos que huyó de la Europa antisemita y envía a su hija a Israel en 1976. El 18 de julio era, para la pareja, un momento de definiciones.
Alejandro Doria adoptó una arista legal sobre el atentado al rodar su corto Vergüenza. El director de Esperando la carroza se planta en el presente: la protagonista plantea su testimonio frente a un juez imaginario con un final incierto. Se explaya sobre la impunidad de los autores del atentado. Lecchi se alejó de Buenos Aires para mostrar cómo se vivía el atentado en la Quebrada de Humahuaca. Allí, una mujer se entera de la bomba donde habita su hijo mayor, quien viajó a Buenos Aires en busca de trabajo. Una tensa espera que enfrenta el pueblo de Humahuaca.
También Schapces –con su productora Kaos– se metió en el Once durante la mañana del atentado y contó la historia de una familia que discute sobre la decisión de Ezequiel de no hacer su bar mitzvah.
En tanto, Carlos Sorín (director de Historias mínimas, a punto de estrenar Les chiens) con producción de El Puente usó su cámara inquieta para mostrar a las víctimas desde sus fotos familiares, al borde del sentimentalismo. Stagnaro, de Aleph Media, puso la mirada sobre el Mundial de Fútbol que unos días antes había ganado Brasil en Estados Unidos, enaquel campeonato donde a Diego Maradona le cortaron las piernas. Aunque la historia es otra: un estudiante que debía rendir un examen de literatura.
Suar, gerente de Canal 13, se había definido en la presentación del proyecto como “un chico judío”. Pero en el debut de Suar como director parecía más preocupado por quedar bien con la comunidad judía toda que por hacer un producto acorde al proyecto. Es la ceremonia de una circuncisión a la que el padrino –que trabaja en la AMIA– no llegará nunca. Por último, Wainrot tuvo a su personaje central desgarrado por el dolor de las pérdidas. En el fondo, como todos.

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Una escena del corto de Mauricio Wainrot, con su personaje central desgarrado por las pérdidas.
El film 18-J reunió a diez directores que contaron diez historias sobre el atentado a la AMIA.
 
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