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Saín prepara el cuerpo de seguridad presidencial

Está trabajando en la conformación de una fuerza nueva que vele por la vida del Presidente, al estilo del Secret Service de los Estados Unidos.

 Por Martín Piqué

Su nombre clave podría ser “Caín”. Así lo llamaba Eduardo Duhalde en algunas reuniones del PJ bonaerense. El apodo podría servirle para su nueva labor, donde los alias –lo prueban la literatura, el cine y cierta leyenda de servicios vernácula– son toda una costumbre. Marcelo Saín, el “Caín” en cuestión, dejó la dirección de la Unidad de Información Financiera (UIF) del Ministerio de Justicia. En el mayor de los secretos, pasó a la Jefatura de Gabinete para encargarse de uno de los temas más sensibles para el Gobierno: la seguridad de Néstor Kirchner. Ex viceministro de Seguridad bonaerense –desplazado del cargo por denunciar la complicidad entre política y delito en el conurbano–, Saín ya está trabajando en la “unificación de la custodia presidencial”. En otras palabras, eso significa crear un nuevo cuerpo de seguridad inspirado en el servicio secreto de los Estados Unidos. Su función será, al igual que los hombres de negro, proteger al Presidente en el lugar en que se encuentre.
Saín es un hombre de confianza del matrimonio Kirchner. Su apellido siempre sonó para integrar un puesto expectante en alguna cartera del Ejecutivo, como el viceministerio de Defensa. También fue uno de los candidatos cantados al Ministerio de Seguridad bonaerense luego de la renuncia del hoy diputado Juan José Alvarez. Sin embargo, su insistente cruzada contra la connivencia entre la política, la corrupción policial y el delito le impidió aterrizar en un cargo más alto: su figura era demasiado irritante para el duhaldismo, donde lo bautizaron con el sobrenombre que rima con su apellido.
El pase de Saín del Ministerio de Justicia a la Jefatura de Gabinete se decidió en el mayor sigilo. Coincidió con la saga de extraños contratiempos aéreos y con el incidente del intruso en Olivos. En su nuevo destino le encomendaron varias tareas: la primera fue la creación de un programa de “modernización de las estrategias del Estado federal” en materia de seguridad. Sin embargo, el objetivo más importante era otro, más reservado: la creación de un nuevo cuerpo de seguridad que se dedique en forma exclusiva a la protección del Presidente.
A pesar de la reserva, la información se filtró. Hace quince días llegó al Congreso. En ese momento, la sucesión de desperfectos en los aviones que debían transportar al Presidente era comentario obligado entre los legisladores. Además, todavía estaba muy fresco el episodio del extraño que saltó la pared de la quinta de Olivos y se paseó por el jardín.


Service argento


En la actualidad, la seguridad presidencial está bajo la órbita del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. De él dependen los efectivos de la Casa Militar, como el edecán, y los Granaderos del Ejército que cuidan a Kirchner en la Rosada. En Olivos, la custodia está a cargo de la Policía Bonaerense (por el perímetro exterior) y de los Granaderos (dentro del predio). Cuando el Presidente está en movimiento —en viaje o en dirección a un acto–, la seguridad queda a cargo de los custodios de la Policía Federal. La idea del Gobierno es unificar a todas esas fuerzas, con lo que suponen que lograrán evitar recelos y superposición de funciones.
Para lograr ese objetivo, el Gobierno decidió crear una nueva fuerza dedicada a la seguridad presidencial. Aunque todavía no se firmó su nombramiento, Saín ya empezó a avanzar en ese rumbo. Como siempre que se crea algo nuevo, lo que surja tomará como modelo otros cuerpos de seguridad que cumplan con el mismo rol en otros países. En este punto, las preferencias de la Rosada apuntan hacia el norte, hacia Washington. “Son los mejores”, aseguran acerca del servicio secreto estadounidense que vela por la seguridad del mandamás del imperio (ver nota aparte). Sin escrúpulos ideológicos, en Balcarce 50 resaltan las cualidades técnicas de los famosos hombres de negro que rodean a George W. Bush en todas las fotos.
En los últimos tiempos, Saín estuvo trabajando en varios proyectos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Gracias a los contactos de Cristina Fernández en Estados Unidos, la semana pasada viajó a Nueva York para exponer sus ideas en materia de seguridad. En un seminario organizado por el cónsul Héctor Timerman, explicó su propuesta de crear una “estructura preventiva del delito” que permita hacer inteligencia criminal. Saín habló ante representantes de la Fundación Ford, Human Rights Watch, el Manhattan Institute –think tank conservador que volvió famoso Juan Carlos Blumberg–, el Woodrow Wilson Center y la Universidad de Nueva York, entre otras instituciones.
Especializado en materia de seguridad, Saín cobró fama cuando denunció que algunos intendentes del conurbano facilitaban la corrupción policial en un entramado de negocios mutuos. Mientras se adapta a sus nuevas funciones, Saín mantiene su interés por ese tema: otro de los programas del PNUD consiste en capacitar en la “gestión de la seguridad” a los funcionarios de los municipios. El plan se está desarrollando en San Isidro, Florencio Varela y Morón, cuyos intendentes son bien vistos por la Rosada, para preparar la descentralización de la policía.

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