EL PAíS › QUé MARGEN TIENE EL GOBIERNO PARA DEJAR LA CONVERTIBILIDAD Y SOBREVIVIR EN EL INTENTO

Aterrizaje de emergencia

Todo el mundo está expectante. La movida es de vida o muerte y supone una brutal transferencia de ingresos de un sector a otro de la sociedad, con más amortiguación o con salvajismo, la reconstrucción del Estado y la búsqueda de dinero en el mundo. El mismo mundo donde un programa de televisión sugiere a los argentinos una clave para la estabilidad: Recuerden que un presidente podría ser menos estúpido de lo que ustedes piensan de él cuando inicia su mandato.

 Por Martín Granovsky

En un país tan propenso a medir siempre su propio humor, su onda, cualquiera puede advertir hoy que la sensación es la misma que los sentimientos previos a un aterrizaje de emergencia. Quien lo haya experimentado puede contarlo. El avión trepida con vibraciones extrañas. Da vueltas lanzando combustible, para que tocar tierra no se convierta en el estallido final. La tripulación deja de sonreir, como si de golpe volar se convirtiera en un oficio severo. Hay más ruidos que el habitual golpe seco del tren de aterrizaje que se despliega. El aparato pierde altura y los pasajeros notan que el paisaje en tierra cambió. La pista está poblada de autobombas y ambulancias. Muchos se ajustan aún más los cinturones, para ganar, al menos, la ilusión de estar aferrados a algo firme. A falta de tierra, una butaca. Cuando el contacto está por producirse, cada uno lo vive como un instante donde las cosas se juegan a vida o muerte. En segundos, nomás, se sabrá si es vida o es muerte.

Dólar ¿Cuánto terminará costando un dólar en términos reales, es decir descontando la inflación? Valen dos antecedentes extranjeros. Desde 1998, el peso chileno se depreció un 32 por ciento. Desde que Brasil devaluó, el 6 de enero de 1999, hace exactamente tres años, la depreciación real de su moneda frente al dólar fue del 70 por ciento.

Ayuda El nuevo gobierno recibió del anterior la evaluación de que la Argentina podría disponer de 17 mil millones de dólares a cambio de lo que los técnicos del Fondo Monetario Internacional, el Departemento del Tesoro y la Casa Blanca llaman .programa consistente.. Nueve mil millones provendrían del compromiso del antiguo blindaje negociado por (¿recuerdan?) José Luis Machinea. Los ocho mil deberían reunirse por el aporte de gobiernos y organismos multilaterales de crédito. “Consistente”, para los técnicos, significa un compromiso de ajuste fiscal de las provincias refrendado por el Congreso. El pedido no es nuevo. Lo empezó a escuchar Carlos Menem en sus viajes a los Estados Unidos en 1995, después del Tequila y antes de soñar con desprenderse de Domingo Cavallo, aunque no de la convertibilidad. El problema es que, en el interior, el gasto fiscal representa, a la vez, una caja escandalosa de mantenimiento de aparatos políticos, y a menudo personales, y un subsidio de desempleo encubierto para los sectores más pobres de las provincias más destruidas.

Adjetivo Ante la perspectiva cierta de que no llegarán capitales, el dinero del exterior debería venir para sostener la paridad cambiaria, naturalmente a valores que en la Argentina y afuera los técnicos consideran “sensatos”. El 1,30 o 1,40 de la paridad que sería fijada oficialmente para debutar el miércoles, y el 1,70 con el que sueña, como tope para el mercado paralelo, el nuevo equipo económico. En Washington y Nueva York el adjetivo es “razonable”. Página/12 pudo establecer que el Tesoro, el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional que asesora a George W. Bush y los organismos financieros hablan de “tipo de cambio razonable”. Un importante consultor de la City con experiencia de Gobierno y contactos en el exterior interpretó: “Cuando se le ponen adjetivos al mercado o al tipo de cambio es que se está hablando de flotación sucia, es decir con un piso y un techo para la oscilación de la paridad entre el peso y el dólar”.

Fantasma Carlos Ruckauf parece haber encarado su trabajo como canciller en un doble sentido. Por un lado, buscará proyectarse políticamente en el puesto menos desgastante del gabinete. Sus triunfos en el exterior podrán ser propios. Sus fracasos bien podrán ser atribuidos al lastre del resto del gabinete, o del presidente. En este caso, el arte de la conservaciónde poder consistirá en saltar a tiempo del auto que se desbarranca, al estilo de su escape de la provincia de Buenos Aires. Por otro lado, el ex gobernador bonaerense realizó una designación que suena a fogueo, la de Martín Redrado como virtual vicecanciller económico. Redrado no es un hombre de Ignacio de Mendiguren o de la UIA, y tampoco es representativo de los intereses de los industriales de la provincia de Buenos Aires. Pero tiene fluidos contactos con el mundo financiero, donde funciona como uno de los consultores habituales desde su Fundación Capital, aquí y en el exterior. Y fue el inventor de la tesis de la tercera moneda que tanto fascinaba a Adolfo Rodríguez Saá como un modo de salir en sordina de la convertibilidad uno a uno entre el peso y el dólar. La designación de Redrado se parece mucho al armado de un gabinete fantasma.

Vicanciller En cuanto al otro vicecanciller, Jorge Faurie, un diplomático de carrera, Ruckauf apostó sobre seguro. Faurie venía trabajando con él en la provincia. Siempre en el área de América latina de la Chancillería, el diplomático pasó en el gobierno de Carlos Menem por la Dirección de Ceremonial, un puesto que puede ser aprovechado de distintas maneras. O para aprender de cócteles, o para absorber hasta el último detalle de la política, las relaciones humanas, los personajes y los matices de la diplomacia. Ruckauf viajará mucho. Es parte de su armado a futuro. Faurie deberá garantizarle el funcionamiento diario de la Cancillería.

Lobbies En la Argentina, la posición de las entidades màs fuertes del sector financiero es conocida. En la disputa con los grandes grupos industriales sobre quién paga la fiesta –además de los asalariados, claro, cuyo papel como principales, y forzados, aportantes, no está puesto en discusión ni siquiera por la CGT– el argumento es que el Gobierno no podrá cumplir simultáneamente con las promesas de pesificar parte de las deudas y devolver en dólares los plazos fijos en dólares. .Los bancos quebrarán., sostienen los representantes de la banca extranjera. En su caso, ahora son remisos a citar palabras de Domingo Cavallo o Pedro Pou después del Tequila, cuando ambos ensalzaban la salud del sistema financiero argentino porque la selección natural de las especies y la ley del más fuerte habían dejado una banca concentrada con predominio del capital externo. Pese a las viejas declaraciones, en el escenario de los bancos extranjeros no aparece la chance de aguantar la crisis reponiendo parte del dinero remesado antes al exterior. Y tampoco en los análisis internacionales. El profesor de Harvard Ricardo Hausmann escribió en la última entrega del semanario inglés The Economist que las prioridades de Eduardo Duhalde deberían ser “una tasa de cambio competitiva, una economía más abierta y bancos saludables”. Al revés de, por ejemplo, Paul Krugman, Hausmann no cree que la Argentina esté sufriendo una crisis que deba solucionarse a lo John Maynard Keynes, mediante el estímulo del consumo interno. Al revés: “Son esenciales el estímulo de la demanda externa por una tasa de cambio competitiva y el restablecimiento de la estabilidad financiera”. Sigue: “La Argentina no necesita una inyección de dinero fresco. Tiene que ir rápido hacia la restauración de la liquidez de los depósitos existentes y congelados”. Hausmann dice que Duhalde no debió haber prometido devolver los depósitos en su moneda original, condena toda impresión de “billetes Mickey Mouse”, reclama achicar el gasto fiscal y un Banco Central independiente y asegura que la depreciación del peso traerá la oportunidad de crear empleo en agricultura, industria y turismo. Tiene el aspecto de un programa. ¿Es, ya, el programa post-Remes del establishment?

Política Carlos Ruckauf escuchó de Adalberto Rodríguez Giavarini la idea de no descuidar, hacia fuera del país, la utilidad política de laArgentina como argumento de presentación internacional. El ex canciller habló muchas veces con su colega bajo Bill Clinton, Madeleine Albright, de “calidad institucional”. En ese esquema, si se la comparaba por ejemplo con el Perú autoritario de Alberto Fujimori la Argentina tenía un funcionamiento institucional más parecido a los cánones de la democracia liberal que los Estados Unidos comprenden como un valor propio. Si, por el contrario, la Argentina profundizase el camino de la inestabilidad bananesca simbolizado en cinco presidentes en 12 días o el descrédito popular hacia los políticos profesionales, podría volverse al viejo efecto dominó por el cual los problemas de un país de Sudamérica siempre terminan extendiéndose al resto, sin que ningún corralito garantice una cuarentena. Si eso ocurriera, peligraría la estabilidad de Chile, Brasil y Uruguay y nunca podría construirse una democracia de cierta calidad en Paraguay. Washington se manifestó preocupado por la falta de reacción de Chile, Brasil y México ante la crisis argentina. “¿Por qué no actúan?” preguntó un importante diplomático norteamericano, azorado por lo que entendía como una falta de preocupación por los efectos de la crisis argentina. En simetría con esa pregunta, si antes el arma secreta de la Argentina era su capacidad de daño financiero, después del default y la devaluación que viene la capacidad de daño, y por lo tanto de negociación, se trasladaría a la política.

Teatro Como en tiempos de Carlos Menem, el riesgo para la administración Duhalde es la sobreactuación diplomática. Ruckauf se preguntó, medio en broma y medio en serio, por qué después de las relaciones carnales no podìa seguirse con la poligamia, como esquema de relaciones con los Estados Unidos y Europa al mismo tiempo. El inconveniente para la Argentina es que no es el jeque del harén, y ni siquiera la esposa flamante. Carece de poder, prestigio y ubicación estratégica. Por eso, el peligro es que, más allá del discurso, Duhalde se tiente con la idea de seducir a las empresas norteamericanas como reemplazo para las europeas, a las que así amenazaría en medio de la negociación sobre el veto a la indexación de tarifas. En junio del 2000, hace una eternidad, Fernando de la Rúa y los Estados Unidos anunciaron que llegarían a la Argentina cuatro mil millones de dólares de inversión en comunicaciones. Hoy ya se sabe que la cifra era disparatada y que no queda ni el reflejo imaginario de aquel exitismo absurdo. El único argumento para sentirse fuertes ante la negociación externa será, entonces, la seguridad de que, o se negocia como lo hicieron los españoles frente a las empresas alemanas de telefonía, a las que suspendieron el desarrollo de las comunicaciones de última generación porque sería gravoso para los españoles, o no habrá país. Para decirlo en términos del Financial Times, ni siquiera hay que pensar en la vida normal sino en algo más acuciante. “Sólo el instinto de supervivencia podrá salvar a la economía argentina”, puede lerse en una columna del viernes.

Vacante Los cinco presidentes en doce días despertaron la creatividad en todo el mundo. Un programa de televisión en los Estados Unidos, el de Jay Leno, empezó con un monólogo. Mostraba un papel parecido a las propagandas de lotería que los norteamericanos suelen recibir por correo. Se leía un anuncio: “Usted puede ser presidente de la Argentina”. El texto informaba que se sorteaba el puesto en los Estados Unidos y que hablar castellano era un requisito. Se había presentado Al Gore, el ex vice de Bill Clinton, pero había sido rechazado. Ante la falta de candidatos, Ieno pedía paciencia a los argentinos. Les reclamaba que no tumbaran tan rápido a sus jefes de Estado. “Recuerden que un presidente podría ser menos estúpido de lo que ustedes piensan cuando inicia su mandato”, consolaba.
Alumno Un interesante artículo publicado ayer en el Financial Times por Thomas Catán y Mark Mulligan influirá sin dudas en la mirada internacional sobre la Argentina. “Fin de una era para el mejor alumno del FMI”, es el título de la nota, que da por cerrada, de parte del nuevo gobierno argentino, “una década de economía de libre mercado”. Sin embargo, en lugar de fijar esta definición como un anatema los autores escribieron un resumen de por qué se llegó a lo que se llegó. El crecimiento, según ellos, se debió a la convertibilidad, la apertura de la economía y el auge de los mercados emergentes. Pero “cuando los capitales globalizados se escurrieron de los mercados emergentes, después de crisis sucesivas y una desaceleración mundial de la economía” llegó la recesión. La Argentina no logró salir de ella recurriendo a la herramienta habitual de los países desarrollados –bajar las tasas de interés–, y la falta de crédito externo le impidió recurrir al estímulo fiscal. “La Argentina quedó encerrada en un círculo vicioso, forzada a recortar gastos en medio de la recesión y a deprimir la economía”, opina el FT. El resultado es que “los inversores no tenían que ser clarividentes para adivinar hacia dónde iba todo: al default soberano más grande de la historia y a una eventual devaluación del peso”. El padre de la convertibilidad, Domingo Cavallo, no sólo fue incapaz de rescatar su propia criatura: “En el camino, casi destruyó el sistema financiero argentino”.

Hechizo En el siglo XX, ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires había logrado llegar a la Presidencia de la Nación. En el siglo XXI Duhalde acaba de romper la brujería, aunque por voto indirecto, luego de su investidura como virtual primer ministro de un gobierno radicalperonista. La prueba de si se ha inaugurado un nuevo mito o rige el viejo la dará la suerte política de Carlos Ruckauf, que sigue aspirando a la Presidencia por voto directo.
Mitrismo A Duhalde seguramente le guste compararse con Juan Manuel de Rosas, el gobernador de Buenos Aires que representó a la Confederación en las relaciones exteriores. Pero quizás deba repasar la vida de Bartolomé Mitre. Después de la batalla de Pavón del 17 de setiembre de 1861, que dejó el camino despejado a su proyecto de integrar la Argentina bajo la hegemonía bonaerense, asumió con el título de “Gobernador de Buenos Aires, encargado del Poder Ejecutivo Nacional”. Duhalde ya no era los últimos días gobernador de la provincia, pero la integración del gabinete, homogéneamente bonaerense, Ruckauf incluido, trae reminiscencias de aquella época. Otra vez, Buenos Aires ocupa todo el poder del Estado ante un tremendo vacío político. Por supuesto, no conviene buscar en estos datos confirmaciones sobre la repetición de la historia. La analogía es casi un juego y vale tanto como cualquier otra. Solo queda una conclusión que sí suena evidente: de nuevo la Argentina debe discutir su organización nacional, como en la segunda mitad del siglo XIX. En aquel entonces lo hizo después de 50 años de guerras civiles y con el mercado mundial a favor. Ahora tiene el mercado mundial en contra, por la escasez endémica de capitales, y la guerra civil no queda detrás sino adelante, como peligro. O la guerra civil, o lo que el filósofo alemán Hans Magnus Enzensberger llamó, después de la caída del Muro de Berlín, “guerra de vecinos”. Puede ser la desintegración de Yugoslavia, pero también el renacimiento de la sospecha entre la clase media urbana y los pobres y excluidos de los arrabales.

Paradoja Por primera vez en la historia argentina, el candidato que ganó las últimas elecciones perdió la Presidencia: Fernando de la Rúa. Y el candidato que perdió las elecciones presidenciales ganó la Casa Rosada: Eduardo Duhalde. El tercero de los candidatos de 1999 no ganó laPresidencia sino el acceso temporario al Ministerio de Economía, de donde salió desahuciado por el establishment que lo proyectó, la clase media que lo tenía por el padrino de sus ahorros en dólares y el peronismo que lo había convertido en uno de sus economistas de cabecera. De los tres, solo dos años después de las elecciones De la Rúa y Cavallo ni siquiera pueden caminar por la calle. Y Duhalde puja por escapar de esa maldición.

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