EL PAíS › RECHAZARON LAS DOS NULIDADES QUE PLANTEO ANIBAL IBARRA

Cada uno logró lo que esperaba

El jefe de Gobierno pudo asumir su defensa y politizarla, anticipando debates políticos y judiciales. La oposición obtuvo el rechazo de las nulidades. El juez Maier logró un debate prolijo y evitó que fuera interminable. Una sesión sin problemas.

 Por Alejandra Dandan

Mantuvo la botella de agua mineral prácticamente intacta desde que se sentó en su butaca, exactamente cuarenta minutos después de las nueve de la mañana, la hora en la que debía comenzar la histórica primera jornada de su juicio político. Flanqueado por sus tres abogados, Aníbal Ibarra abrió la jornada anticipando que pediría la nulidad de toda la acusación en su contra sólo después de la lectura de los dictámenes de acusación. La propuesta causó sorpresa en la sala y demoró durante seis horas la apertura del debate. Finalmente a las tres de la tarde, el suspendido jefe de Gobierno porteño comenzó su descargo. Pidió la nulidad del proceso al que definió nuevamente como un “golpe institucional” y se basó en un nutrido esquema jurídico y político. Comparó a los legisladores de la oposición con los militares del ’60 y ’70 que “soñaron con ser correctores del voto popular”, una filosofía, dijo, “todavía presente en la política”. Luego de la larga tarde de espera, de las marchas de apoyo fuera de la Legislatura y de la vigilia de familiares de las víctimas de Cromañón, 12 de los 15 miembros de la Sala Juzgadora rechazaron cada uno de sus planteos.

El entorno de Ibarra se preparaba para el Día D desde hacía tiempo. Convencidos de que dentro de la Legislatura encontrarían un terreno minado, prepararon una intervención dirigida más hacia el exterior que hacia adentro. Un mensaje eminentemente político, filoso y basado en la lógica del complot antidemocrático detrás de un juicio promovido por los diputados de la oposición.

El debate debía empezar a las nueve de la mañana con la lectura abreviada de los cargos contra de Ibarra. Era una síntesis de las 318 fojas de la versión taquigráfica con los 16 fundamentos del juicio político por mal desempeño, producto dos dictámenes –por mayoría y minoría– votados el último 14 de noviembre por la Legislatura. Un documento largo, extenso y complicado. Con tres horas de lectura cada 50 páginas. Poco antes de las diez de la mañana la lectura de la síntesis del documento se abandonó: para sorpresa de muchos Ibarra advirtió que sólo haría su descargo después de la lectura completa de todo el dictamen.

–¡Pero cómo! –protestó Julio Maier– ¡Nos vamos a pasar buena parte de la mañana y de la tarde leyendo los dos dictámenes!

La exclamación del presidente del Superior Tribunal de Justicia porteño y ahora titular de la Sala Juzgadora no conmovió a nadie. Ibarra no desistió de su pedido y, de momento, tampoco lo hizo la acusación. Los tres legisladores que actúan como fiscales del proceso –Jorge Enríquez, Jorge San Martino y Rubén Devoto– no se animaron a frenar la tediosa lectura de la acusación por temor, dijeron, a “nuevos planteos de nulidades”.

Sabido es que Maier viene corrido con los tiempos. Corrido por ese “plazo fatal” de cuatro meses, como lo llama, que le obliga a concluir con el juicio y la ronda de 137 testigos antes del 14 de marzo. Por eso a las 12.36 volvió a la carga:

–Pido un pequeño auxilio a esta situación –advirtió–. La lectura de los cargos no cumple función alguna. Pido a las partes que lo piensen, que vuelvan a reconsiderarlo por separado en un cuarto intermedio. Mientras tomamos un café.

Los pedidos hicieron efecto y la lectura, finalmente, quedó suspendida. Dos horas más tarde, Ibarra empezó su descargo mientras en el otro extremo de la sala algunos se preguntaban para qué se había insistido con la lectura de los cargos. “Acá lo que se busca es dilatar los tiempos”, especulaban en torno de los fiscales. “Cuando un muerto está frente al paredón –dijo uno de los asesores–, un minuto es importante, tal vez en algún momento entra el capitán y lo salva.”

A las 15.20 exactamente las especulaciones quedaron de lado porque Ibarra comenzó a desgranar técnicamente los motivos de su pedido de nulidad. La intervención duró una hora veinte. Y aunque Maier lo interrumpió variasveces para implorarle “brevedad”, el suspendido jefe de Gobierno logró fundamentar las dos razones de su pedido: el modo de votación del juicio político y el objeto juzgado por los diputados.

Sobre el primer punto, Ibarra cuestionó el juicio porque, dijo, “nunca fue votado”. Los 16 cargos reunidos entre los dos dictámenes no fueron votados cargo por cargo, con lo cual la decisión del juicio no existiría: “La falta de votos en una acusación –dijo– es equiparable a la falta de firma en un proceso judicial”. En ese contexto, intentó explicar por qué considera que aquello no fue un error procesal sino de “una decisión ante la imposibilidad de reunir los 30 votos requeridos por la Constitución de la ciudad para que exista una acusación válida y lograr así la suspensión del jefe de Gobierno y la apertura del juicio político”.

Para argumentar el otro aspecto lanzó otro mandoble, esta vez dirigido a Macri. Ibarra aseguró que su juicio no tiene razón de ser porque los diputados fundamentaron su acusación no sólo en su segundo mandato sino también en el primero. Un mandato, dijo, cumplido, “cerrado, concluido, fenecido y terminado”, aseguró. Es más, “Macri es mucho más respetuoso de los reglamentos de la AFA que de la Constitución de la ciudad. A él jamás se le ocurriría volver a discutir en la AFA un partido que su equipo perdió en la cancha dos años atrás. Sin embargo no tiene ningún problema en reabrir (el juicio sobre) un mandato.” A ese tipo de procedimiento es a lo que llamó una y otra vez “golpe institucional”.

Luego fue su abogado Julio Strassera quien tomó la palabra, esta vez, para pedir la nulidad del juicio por el reemplazo de la sala juzgadora. “El juez natural (del proceso) –dijo– es el órgano con una determinada composición política y esa composición política ha sido alterada.” Maier que había sido uno de los impulsores de ese mismo criterio se entusiasmó con la propuesta de Strassera, pero ni la moción del ex fiscal de las juntas ni la de su defendido lograron conmover al tribunal. Aunque los máximos exponentes del ibarrismo intentaron presionar durante la tarde a la Sala Juzgadora con la anticipación de que recurrirán a la vía judicial, 12 de sus 15 miembros rechazaron todos y cada uno de los pedidos de nulidad. La sesión terminó tarde, luego de un nuevo cuarto intermedio de dos horas. Ibarra consiguió sólo dos votos a favor, el de Norberto La Porta y Laura Moresi. El zamorista Gerardo Romagnoli se abstuvo.

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Aníbal Ibarra exigió que se leyera todo el dictamen acusatorio, pero Maier lo convenció de abreviarlo.
 
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