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“No es casual que pase en Santa Cruz, mi provincia”, dijo Kirchner

En un acto en la Casa Rosada, el Presidente dio a entender que, detrás de lo sucedido en Las Heras, había una intencionalidad política en su contra. En el Gobierno dejaron de apuntar al PO como responsable y adhirieron a la teoría de los “infiltrados que buscan alterar la paz social”.

 Por Diego Schurman

La geografía en donde se produjo la violenta protesta gremial, que derivó en el asesinato de un policía, llevó a Néstor Kirchner a especular con la existencia de una intencionalidad política en su contra. “No es casualidad que pase en Santa Cruz, mi provincia, y en un lugar tan querido como Las Heras, porque en la Argentina hay que hablar con la verdad”, sostuvo el Presidente, aunque sin develar el enigma del supuesto enemigo que busca afectarlo.

Kirchner se zambulló públicamente en el espinoso tema ayer, durante un acto de obras públicas que se desarrolló en la Casa Rosada. El mandatario habló de “barbarie” y señaló a los que actuaron “cobardemente y en la oscuridad”. No obstante, más allá de aludir a “grupos totalmente marginales”, no disipó dudas sobre los autores del hecho.

El gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo, fue un poco más allá del Presidente. Sugirió la posibilidad de la existencia de “infiltrados” que buscan “alterar la paz social”. En esa línea, el senador nacional por Santa Cruz, Nicolás Fernández, descartó que en la balacera contra la comisaría hubieran participado los trabajadores petroleros. El legislador del Frente para la Victoria basó su argumentación en los quince años que ejerció como abogado en el sindicato del sector.

La mirada oficial la completó Luis D’Elía. El líder piquetero, que en poco tiempo más se hará cargo de la Subsecretaría de Tierra para el Hábitat Social de la Nación, habló directamente de un plan de “desestabilización” a cargo de sectores de derecha, que se “aprovechan” de los reclamos de la izquierda.

Para Kirchner, que los disturbios hayan ocurrido en Santa Cruz, su provincia natal y la que gobernó durante tres períodos, es un dato relevante. No se trata de intereses pasados sino también futuros: hace tiempo está instalada la posibilidad de que Alicia Kirchner sea la candidata a gobernadora del oficialismo en 2007. El hermetismo de los funcionarios durante la jornada acreditó la susceptibilidad existente.

El martes por la mañana, tras realizar una primera evaluación de lo sucedido, Kirchner hizo circular una orden: descargar las responsabilidades en los grupos sindicales y piqueteros de la izquierda dura. Sus hombres más fieles cumplieron al pie de la letra y desplegaron el argumento por los medios.

Con el paso de las horas, el propio Presidente comenzó a dudar de la hipótesis original y cambió sobre la marcha. Mantuvo en la mira a ese sector por sostener una protesta de semejante envergadura, y despreciar el valor de la vida del policía asesinado, pero no depositó en los militantes trotskistas la carga por su muerte.

Ese viraje se consolidó verticalmente. Desde el ministro del Interior, Aníbal Fernández, hasta el último funcionario de la Casa Rosada comenzaron a admitir por lo bajo su creencia de que el Polo Obrero no estuvo vinculado directamente al festival de armas que circularon en la protesta frente a la comisaría. El gobernador Acevedo también se arrimó a esa teoría.

En la Casa Rosada esperan un pronto esclarecimiento de los hechos. Suponen que en un pago chico, como Las Heras, encontrar a los responsables está lejos de ser una quimera. Por eso admiten que, si esto no sucede antes del fin de semana, la preocupación irá in crescendo.

Hipótesis sobran. La “mano de obra desocupada” no quedó afuera de las especulaciones. Era moneda corriente escuchar ayer cerca del poder nacional y provincial de la supuesta participación de ex servicios de inteligencia, aunque sin aportar demasiados elementos para sustentar esa teoría.

La interna gremial tampoco ha quedado afuera de las tertulias. El secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado, Héctor Segovia, puso el foco en Mario Navarro. Se trata de su contrincante en la última elección y quien fuera detenido por encabezar los cortes de rutas que los trabajadores dispusieron pese a la falta de acuerdo de la cúpula del gremio.

Segovia es kirchnerista. Navarro no dijo que lo fuera, pero el Presidente lo puso doblemente a resguardo de lo ocurrido. “No es violento”, señaló primero, para aceptarlo después en la mesa de diálogo que conforman las fuerzas vivas de Las Heras.

No fue al único que eximió de responsabilidades. “Por primera vez en muchísimos años no se puede decir que la policía fue culpable”, dijo. Y, acto seguido, manifestó su “profundo reconocimiento” al asesinado oficial Jorge Sayago. “Ha pagado caramente una actitud burda, irresponsable, demencial y criminal de aquellos que no entienden lo que nos costó recuperar la democracia”, afirmó. En ese sentido, se preocupó por rechazar las expresiones del piquetero Oscar Kuperman, quien había dicho que no le importaba la muerte de un policía. “Después de lo que nos pasó a los argentinos, nos debe importar la muerte de todos y trabajar por la paz”, señaló.

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El presidente Kirchner recibe un informe de Aníbal Fernández luego del acto en la Rosada.
Imagen: Presidencia
 
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