EL PAíS › EL TRASFONDO DE LA PELEA ENTRE CAMIONEROS Y SUPER CHINOS

Un boicot que tuvo más de un motivo

Los súper chinos preparaban su propia red de reparto. También se habla de la mano de los híper. La versión de los camioneros.

 Por Raúl Kollmann

Algunos hablan de que los supermercados chinos se aprestaban a armar su propia red de reparto de productos, con centenares de camiones y los choferes encuadrados en el sindicato de Comercio. Eso sería lo que en verdad llevó a los camioneros a la batalla. Otros dicen que no, que en realidad los supermercados chinos están creciendo mucho, se llevan cerca del 35 por ciento de las ventas y que los hipermercados grandes se complotaron con los Camioneros para pararles el carro. Por supuesto que también está la versión oficial y la que sostiene el referente del gremio, Pablo Moyano, hijo de Hugo: camioneros y supermercadistas chinos se llevaban mal, había tensión porque los orientales no les sacaban los cajones a la puerta de los negocios, insistían en que les bajen la mercadería al sótano, les peleaban por el dinero y los otros argumentan que no les dejaban mercadería o les robaban. El punto culminante fue el tiro que le pegó un supermercadista a un camionero en Quilmes, pero la mayoría de los funcionarios admite, en privado, que no hubiera quedado más que en un incidente y de ninguna manera se hubiera disparado un boicot nacional si no fuera por el trasfondo económico que tiene la pelea.

El choque entre el sindicato de camioneros y los supermercados chinos se inició con el disparo de Zhen Benjing, que hirió al chofer Luis Luque en las puertas de un súper chino de Quilmes. Desde entonces, Zhen está prófugo y los camioneros dicen que los propios chinos lo tienen escondido. Es más, sostienen que como además de supermercados tienen restaurantes han pasado a Zhen de rubro. Las versiones sobre la salud de Luque son diferentes: Moyano asegura que sigue en coma aunque fuera de peligro, mientras que por el lado de los voceros chinos, Luque se recupera muy bien y está cerca de salir de la clínica.

Mientras tanto, la fiscal de Lomas de Zamora, Marisa Marcos, ya citó a varios integrantes de la comunidad china, porque hasta la identificación de Zhen resulta difícil: “todos tienen rostros parecidos”, argumentan. Del lado de la Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos, su titular Miguel Angel Calvete asegura que están colaborando con la fiscal y que, “tarde o temprano, Zhen va a aparecer porque es dueño de la propiedad, el súper está cerrado y no va a dejar todo eso abandonado”.

Quienes afirman que detrás del boicot y el conflicto hay otra cosa mencionan que el arreglo que se hizo la semana pasada no cambia nada. “Todo supermercado chino tiene empleados argentinos o hijos de chinos que hablan castellano. De manera que no hay incremento de costos ni se va a contratar a un traductor ni nada por el estilo –afirma Calvete–. Tal vez la única modificación es que caminaremos a hacer una especie de protocolo sobre cuáles son los derechos y obligaciones de cada uno.”

Moyano rechaza esa mirada. “Nosotros salimos al conflicto porque el próximo episodio iba a significar un muerto. Este conflicto es nada más y nada menos que por seguridad. Veníamos denunciando agresiones físicas, incluso con armas blancas y golpes con elementos contundentes. Entregamos en el Ministerio del Interior una carpeta con los supermercados más conflictivos. El asunto es así. A cada negocio va una preventista que es la que levanta el pedido. Ahí se fija la cantidad de cajones, por ejemplo, y la bonificación por volumen. Al día siguiente iban nuestros compañeros a entregar la mercadería y empezaban los líos. Que la bonificación no era la acordada, que hay una diferencia de tantos centavos, que les bajemos los cajones al subsuelo, que no tenían listas las devoluciones y nos hacían perder tiempo. En esos casos se armaba lío y los compañeros terminaban agredidos. Esa es la única raíz del conflicto”, jura Pablo Moyano.

Aunque hay discrepancias en los porcentajes, es un hecho que los supermercados chinos (ver aparte) se han quedado con una parte importante del mercado. Algunos hablan del 30 por ciento, otros del 40. Calvete señala que semejante poder se está haciendo sentir en estructuras conocidas como “grupos de compra”. Es decir, que las cadenas chinas empiezan a poner presión sobre los proveedores comprando en forma agrupada cantidades mucho más grandes.

En varios diálogos que este diario mantuvo con allegados a la comunidad china, todos reconocieron que se estaba avanzando en la idea de montar una estructura propia de distribución, con grandes camiones y hasta un centro de logística. Obviamente el plan apuntaba a mantener a todos los que trabajaran en esa estructura dentro del sindicato de Comercio y no en el de Camioneros. Los empresarios chinos calculan que el sueldo promedio en Comercio es de 900 pesos y el de Camioneros de 2000. Por lo tanto, mantener la estructura en Comercio les resulta fundamental, y afirman que esta ofensiva de los camioneros tiene que ver con ese plan. En principio, habrá que decir que los Moyano lograron un primer triunfo: los supermercadistas chinos aseguran que la situación los asustó y que, por ahora, el plan está frenado. Y eso que ya hay varios camiones comprados.

“Es cierto que se ha coqueteado con la idea del centro de distribución y logística –afirma Calvete–. Por ahora, los grupos de compra alquilan un galpón, llevan allí la mercadería comprada a un solo proveedor, y cada súper, que tiene una o más camionetas, retira la mercadería que le pertenece. Estamos tratando de evitar justamente el Centro Logístico para no entrar en conflicto con los camioneros.”

En los últimos días surgió la versión de que los Moyano participaron en una especie de complot con Carrefour para perjudicar a los súper chinos. “Es una payasada, una ridiculez. Mire si nosotros vamos a estar entongados con Carrefour”, descarta Pablo, el hijo de Hugo. Como es obvio, los voceros de Carrefour también desmienten el rumor, aunque el titular de la Federación de Supermercados, Carlos Zorzón, no desaprovecha la oportunidad para arremeter contra los súper chinos: “han crecido violando las leyes de trabajo y otras normas. Abren negocios enormes, que están abiertos siete días a la semana, en horarios más que extensos, y tienen, por ejemplo, cinco empleados. Eso es imposible”. Calvete contesta: “por cada súper o híper argentino que inspeccionan, a los chinos los inspeccionan el triple. Y hay un dato que no se le puede escapar a nadie. Lo que ocurrió con el boicot de los sindicatos benefició de hecho a los híper”. Con los argumentos expuestos, la teoría del complot parece no tener mucha base.

A pocos días de que el ministro del Interior, Aníbal Fernández, lograra la fumata de la pipa de la paz, el saldo de la batalla parece variado. La calma es chicha, aunque ambos sectores dicen que se bajaron los decibeles. Por el lado de los chinos había quien no quería negociar bajo presión, pero todo indica que se llevaron un susto y mantendrán en el freezer el plan de armar su propio sistema de logística. Por el lado del gremio de los Moyano quedó una denuncia judicial por discriminación, en principio contra el delegado Carlos Ayala, quien afirmó “el italiano es jodido, el gallego es jodido y el judío es jodido. Pero nunca tuvimos con ellos los problemas que tenemos con los chinos”. El Instituto Nacional contra la Discriminación resolvió intervenir y seguramente emitirá un dictamen contra el camionero. Más allá del acuerdo, no son pocos los que dicen que lo ocurrido en estas dos semanas fue apenas el primer round.

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El conflicto entre los súper chinos y los camioneros se disparó por una agresión física.
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