EL PAíS › EXCLUSIVO: EL ABOGADO Y EL BIOGRAFO DEL EX PRESIDENTE YA TRABAJAN EN EL GOBIERNO

Duhalde y Menem pactaron la supervivencia

Los ultramenemistas Ricardo Klass y Daniel Herrendorf colaboran con el Ministerio de Seguridad y Justicia en el diseño de la salida electoral. Sin certezas del triunfo de su candidato José Manuel de la Sota, el Presidente destrabó la participación de Menem en la interna a cambio de garantías para mantener el control de la provincia de Buenos Aires.

 Por Diego Schurman

Aquella foto en La Rioja, que los mostró compartiendo un palco, fue la primera señal. Pero desde hace diez días, el acercamiento entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem comenzó a tomar cuerpo: dos menemistas de pura cepa, Ricardo Klass y Daniel Herrendorf, se incorporaron al Gobierno como colaboradores ad honorem. Fueron llamados para asesorar técnicamente en el anunciado proceso electoral. Pero su presencia revela el pacto “menemduhaldista” para garantizar la supervivencia política de sus referentes.
Klass y Herrendorf, que supieron oficiar de abogado y escriba de Menem, prestan servicios en el Ministerio de Seguridad y Justicia. El titular de la cartera, Juan José Alvarez, les solicitó su colaboración en una comunicación personal poco antes de jurar en su flamante cargo, el pasado 16 de julio.
La tarea asignada a los dos representantes del universo menemista es la de participar en el armado de una comisión de juristas para encontrar puntos de encuentro sobre la salida electoral.
En la intimidad, Alvarez justifica la participación de Klass y Herrendorf como un gesto de apertura para el debate. Fuentes oficiales reconocieron a Página/12 que los dos hombres paradigmáticos del menemismo están brindando sus servicios al Gobierno en forma gratuita. No se trata, sin embargo, de un ataque de filantropía. Su incursión en los despachos oficiales revela la existencia de un acuerdo de “supervivencia” entre Menem y Duhalde.
Hay varias muestras en ese sentido. Los decretos que acaba de confeccionar el Gobierno con el cronograma electoral ponen fin al período de Fernando de la Rúa. En buen romance: quita del medio el debate generado, al menos entre la dirigencia peronista, sobre la legalidad de la incursión de Menem en una nueva aventura electoral.
En ese sentido, los neófitos “colaboradores” juntan elementos para desestimar el argumento –tomado por una importante camada de constitucionalistas– que asegura que si Duhalde –elegido para la transición– se retira del poder antes de fines de 2003, el período de De la Rúa deberá ser completado por un legislador o gobernador designado por una Asamblea Legislativa.
De la tregua al pacto
El reciente apretón de manos entre Alvarez y el presidente de la Corte Suprema, Julio Nazareno, es otra pata del entendimiento. El máximo tribunal, cuestionado por su rendición al poder menemista, está a punto de zafar de su desintegración. La presión del Gobierno sobre los diputados que llevan adelante el juicio político a los ministros de la Corte es cada vez más agobiante.
A muchos llamó la atención cómo Menem evita desde hace unas semanas atacar al Gobierno. Y ya no alcanzan los dedos de una mano para nombrar los integrantes del gabinete nacional que quieren transformar la tregua lograda con el ex presidente en un pacto mucho más amplio.
Duhalde, quien todavía desconfía de la fuerza de José Manuel de la Sota para ganar la interna el PJ, quiere asegurarse su propio futuro. Si no es el flamante candidato –a quien también le abrió las puertas de la provincia de Buenos Aires– será entonces Menem el que le garantice mantener el control político del distrito. A esta altura, una importante corriente de intendentes que responden al Presidente, también empuja por cerrar trato con el riojano, quien en todas las encuestas aparece con mejores chances que el gobernador cordobés.
No por nada Duhalde medirá la evolución de De la Sota antes de resolver si la elección en el territorio bonaerense será simultánea o posterior a la nacional. Si la desdobla será un gesto inequívoco que terminaráfavoreciendo al ex presidente en desmedro del candidato que reemplazó al abandónico Carlos Reutemann.
“Duhalde quiere que le garanticen el liderazgo en la provincia de Buenos Aires. Con eso él se compromete a no ponerle obstáculos a Menem”, dicen en las filas menemistas.
Consultado por Página/12, Klass buscó relativizar la incidencia de la interna partidaria en su sorprendente paso por el gobierno duhaldista. “Yo no estoy asesorando sobre cuestiones políticas. A mí me llamó Alvarez para pedirme algún tipo de colaboración en aspectos técnicos de la Justicia”, se mostró hermético.
Dos tipos audaces
Klass ofició de abogado de Menem en distintas causas espinosas. La más recordada es la del fallecimiento de su hijo Carlitos. Fue la voz oficial a la hora de rechazar la hipótesis del atentado que aún por estos días sostiene Zulema Yoma. El asesor letrado también patrocinó al ex presidente en la causa por el documento falso que obtuvo el sirio Monzer Al Kassar.
En los ‘90, Menem lo premió con el cargo de secretario de Justicia, después de haberse desempeñado en la Municipalidad porteña durante la gestión de Saúl Bouer. En esa década no sólo fue abogado del ex presiente. También lo eligieron otros paradigmas del poder: desde Carlos Corach, hasta Eduardo Bauzá, pasando por Jorge Domínguez, todos lo tuvieron de su lado.
La frutilla sobre el postre fue el patrocinio de Wilmer Gueicamburú, el hombre que IBM designó para reemplazar a Ricardo Matorana e iniciar el complicado proceso del escándalo de las coimas pagadas por la DGI y el Banco Nación.
A pesar de mostrarse como un paladín de la libertad de prensa, Menem se valió de Klass para impulsar una batería de querellas por calumnias e injurias contra periodistas. El abogado era codiciado por su influencia. Pero no todo fue color de rosas. El Colegio Público de Abogados lo sancionó por “una falta de ética profesional”. Había amenazado a dos camaristas que fallaron en su contra.
En la actualidad desempeña trabajos de asesoramiento, siempre remunerados, en la provincia de Buenos Aires. “Yo tengo una designación del gobernador Solá”, admitió a Página/12. Felipe Solá fue funcionario menemista pero hoy es crítico con el ex mandatario.
Carrera vertiginosa
Herrendorf presenta otro perfil. Es el autor de Universos de mi tiempo, el libro de las memorias de Menem. Antes de ejercer como el biógrafo oficial del ex presidente pasó por distintas comisiones, todas ellas para apuntalar el proyecto reeleccionista, durante la Convención Constituyente de 1994.
Estuvo a cargo de la Subsecretaría de Asuntos Legislativos en el Ministerio de Justicia, durante la gestión de Elías Jassán. Pero antes fue bendecido por Corach para un puesto en la Secretaría Legal y Técnica. Finalmente Menem, en la víspera de su retirada, le inventó una Oficina de Gestión Gubernamental.
En ese raíd se apoyan en el Gobierno para pedirle colaboración. Herrendorf tiene un papel primordial en el armado de la comisión que busca darle salida electoral a Duhalde. Para ese fin, según pudo saber Página/12, el biógrafo oficial de Menem ya mantuvo contacto con el ex secretario de Justicia y actual subsecretario de Derechos Humanos, Oscar Fappiano, y con el presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, Roberto Durrieu.
Entre su gente asegura que los llamados se extenderán a especialistas tan disímiles como reconocidos, desde Gregorio Badeni, hasta los exfuncionarios Jorge Vanossi y Alberto García Lema, pasando por Germán Bidart Campos (con quien compartió trabajos) o Daniel Sabasay.
Multifuncionario, escriba, asesor, poeta, admirador de Marx, Freud y Einstein, Herrendorf es licenciado en Ciencias Políticas, devoto innegable de Menem y dueño de un estándar de vida envidiable.
No parece poco para alguien que aún no ha cumplido los 40 años y que su pasado lo ubicó tan lejos del ex presidente que hasta en algún momento lo llegó a igualar con Hitler por el manejo del poder.
Nunca explicó las razones de aquella conversión. Tampoco su actual prestancia para colaborar con Duhalde.

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Carlos Menem y Eduardo Duhalde, cuando se animaban a chocar las copas en público y sin tapujos.
El ex y el actual Presidente pactaron ahora una tregua, pero no se exhiben sonrientes en público.
 
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