EL PAíS › LO QUE VIENE SEGUN JEFF MADRICK, ECONOMISTA HETERODOXO

“Bush tiene una visión naïf de América latina”

Un prestigioso columnista norteamericano explica por qué O’Neill necesita ver para creer, analiza el parecido de la crisis actual con la del ‘30 y da algunas pistas para pensar que después del fundamentalismo ultraliberal ya se empieza a ver la silueta de una mayor regulación.

 Por Martín Granovsky

Jeff Madrick, editor de Challenge, columnista de The New York Times y de la New York Review of Books, tiene una idea que hubiera sonado estrambótica en el pensamiento económico dominante de hace un año. “Hay que fortalecer el mercado interno”, dice. “Y si uno se abre al mercado internacional, es mejor tener en cuenta cómo se hace para no destruir la educación o la cobertura social”, recomienda. El miércoles, Madrick participará en Buenos Aires de las jornadas “¿Argentina en colapso? América debate”, organizadas por la New School University de Nueva York y la Facultad de Arquitectura de la UBA. Antes de viajar, concedió un reportaje telefónico a Página/12.
–Antes que usted, llegará a la Argentina Paul O’Neill, el secretario del Tesoro. ¿El país debe esperar algo?
–Sí. Entenderá cómo es el problema de la Argentina.
–¿Acaso el punto, ahora, es que O’Neill no entiende?
–Un tipo como O’Neill puede ser más insensato a la distancia. Si mira y toca con sus propias manos, en cambio, su visión puede mejorar. Por eso lo que importa no es lo que diga sino lo que vea.
–No puedo creer que un cuadro de su nivel necesite el contacto directo para formarse una opinión más elaborada.
–Sin embargo es así. No creo que O’Neill, de lejos, entienda, que tenga capacidad de abstraer la realidad. Es una persona que tiene que ver para creer. Y no tiene experiencia fuera de los Estados Unidos. Esa es, por otra parte, una característica de la administración Bush.
–Pero él era el principal ejecutivo de Alcoa, la empresa de aluminio más grande del mundo.
–Sé que es difícil entender lo que estoy diciendo. Pero créame, los ceo’s no tienen experiencia internacional. Necesitan que la realidad los golpee. Lo irónico de la situación latinoamericana es que como el contagio no se extendía los Estados Unidos no precisaban ser más sensibles. De cualquier forma, todavía no veo que en los Estados Unidos exista la idea de que los problemas de América latina influyan en la economía y en las relaciones internacionales.
–¿No podrá cambiar esta percepción ahora que el afectado es un país grande como Brasil?
–Es posible, por tamaño. Y porque entonces los Estados Unidos pueden ejercer su influencia dentro del Fondo Monetario.
–¿Hay algo que pueda sacudir al gobierno de Bush en su unilateralismo?
–¿Usted quiere decir que la Administración vive mirándose el ombligo?
–Sí.
–Y así es. Cree ideológicamente en que cada uno depende de su suerte y en que los gobiernos no deben hacer nada. Esa es su reacción inmediata. Trasladado a América latina, el mensaje es: “Resuelvan sus problemas ustedes solos”. Claro, si esa visión es naïf para las relaciones humanas, imagínese lo que será para las relaciones internacionales.
–Pero los Estados Unidos no actúan así para sus propios problemas.
–Ah, por supuesto. Todo cambia si el país debe salvarse a sí mismo. La Reserva Federal actúa inmediatamente, sin demoras. Nadie plantea dilaciones cuando se habla de combatir el terrorismo o, en otro plano, el déficit fiscal. Pero hay una idea de superioridad cuando se habla de los demás. Como si creyéramos que los argentinos o los rusos están en un nivel inferior porque no soportan el dolor cuando deben resolver algo.
–¿La economía norteamericana vive un cambio superficial o profundo?
–Si hay una vuelta a la recesión, la situación presentará grandes dificultades, porque los Estados Unidos son el gran mercado mundial para las exportaciones de los otros países, y de esa manera quedarán afectadas otras economías. Si, además, no hay estímulos fiscales porque todos losgobiernos se apegan demasiado a los principios del Consenso de Washington, las economías europeas sufrirán aún más. Y ese apego ideológico podría producir una recesión mundial aún más fuerte. Cuando caen los mercados suele haber problemas en grandes instituciones financieras. Esto es lo que sucede hoy con el Citigroup o el JP Morgan. Ahora están bajo observación. Si algún directivo resultase condenado, civil o penalmente, habrá un efecto fuerte sobre el mercado de créditos.
–¿Usted está sugiriendo que el Citi puede caer?
–No, no es estoy haciendo predicciones de ese tipo. El Citi sobrevivirá porque es grande. Pero hay sensación de riesgo, y cuando esa sensación se expande sobreviene el peligro. Veremos qué pasa. La Reserva Federal ya participó en la resolución de otras crisis. Intervino en Rusia, en el Sudeste asiático, en la crisis de la industria de computadoras.
–¿La crisis cambiará la forma de ver la economía en todo el mundo?
–Es posible. Hace un mes, hubiera dicho que no. Pero la quiebra de WorldCom produjo un cimbronazo impresionante. Causó un colapso en el valor de las acciones. Y la economía está débil. El pueblo está enojado. Ve que los ejecutivos, los ceo’s, actúan mal, como los banqueros y los abogados. Se da cuenta de que la economía ya no es fuerte. Eso provocará un gran cambio de actitud. Si la gente no cree en el mundo de los negocios, tampoco creerá en la forma en que la Administración Bush trata con ese mundo.
–¿Se profundizará la regulación?
–Sin duda, y puede haber formas parecidas al New Deal, a la nueva política económica de Franklin Delano Roosevelt. Si la economía sigue mal podríamos tener más regulación. Más regulación seria.
–¿Usted quiere decir que las últimas medidas giradas por Bush al Congreso, sobre mayor transparencia en el mercado financiero, no fueron serias?
–No regularon el sistema de stock options, la opción de los ejecutivos de comprar acciones de las empresas que dirigen. Tampoco regularon el mercado financiero ni protegieron las jubilaciones de los trabajadores. Alguna gente, como George Soros, piensa que el sistema financiero se limpiará a sí mismo.
–¿Usted no?
–No. Me gustaría que hubiera más regulaciones en los mercados financieros. Más transparencia. Más información. Más control. Algún tipo de protección para los trabajadores. No invertir todo el dinero en un solo tipo de acciones.
–Wall Street le dirá que así no habrá negocios.
–Es absurdo. Que los ejecutivos sean más ricos no puede ser un valor superior a la seguridad y la transparencia. Fíjese que la Sec, la comisión que supervisa el mercado de valores, se creó justamente en los años ‘30, cuando, como ahora, había una gran acumulación de poder y riqueza en un sector político y económico, y un proceso agudo de concentración del ingreso. Como también se daba en los años ‘20 un conflicto entre bancos de inversión y bancos comerciales, en los ‘30 separaron. Pero en los ‘90 se eliminaron las divisiones y la misma institución podía vender stocks, ganar dinero y prestarlo. Era imposible que eso terminara bien.
–Pero, ¿hay una crisis como la del ‘30?
–Además de los abusos en los mercados financieros, Bush produjo una reducción injusta de impuestos a nivel de los ricos. Todo está peor, sin duda, pero todavía no hay una gran depresión. Hay, eso sí, posibilidades de una economía más débil. Paradójicamente, el gasto público es mayor ahora que a fines de los años ‘20. Incluso con una ideología tan fuerte en favor del Estado chico, el gobierno es grande y se mete en seguridad social y desempleo.
–En términos bien fríos, ¿una guerra con Irak mejorará o empeorará la economía?
–El gasto militar siempre puede ser útil en medio de una crisis. Pero el precio del petróleo subiría mucho. Y una extensión de la crisis a otros países del Medio Oriente perjudicaría la economía. Este mundo está muy desbalanceado. Depende mucho de sus exportaciones a los Estados Unidos.
–¿Y qué sucedería si los demócratas, que ya controlan el Senado, pasan a controlar también la cámara baja después de las elecciones parlamentarias de noviembre?
–Entonces será difícil para Bush mantener, por ejemplo, su actual programa de rebaja de impuestos para los ricos. Con una nueva Cámara de Representantes será suprimido, eliminado o atenuado. Habrá más programas sociales. Por ejemplo, remedios para los viejos. Y Bush podría verse frenado si quiere reducir más aún otros programas sociales.
–¿Un triunfo demócrata sería, al menos, defensivo?
–Sí, aunque también serviría para poner en marcha ciertos avances como la extensión de beneficios a los desempleados que proponía Edward Kennedy.

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